Continuamos aquí con un nuevo artículo traducido de Laurent Guyénot publicado también en thesaker.is pero esta vez en Mayo de 2018, en el cual el foco está puesto en las características anomalías psíquicas de Isra-hell considerado como una entidad autónoma, dada la observada conducta suya entre el resto de las naciones, y cuya sociopatía ellos mismos se encargan de perpetuar mediante un continuo adoctrinamiento de su gente.
¿Es Israel un Psicópata?
por Laurent Guyénot
7 de Mayo de 2018
Introducción
Mucho se habla en estos días sobre los psicópatas que gobiernan el mundo. Un estudio realizado entre altos ejecutivos de grandes compañías, publicado bajo el título de Snakes in Suits [Serpientes de Traje y Corbata], muestra que los rasgos psicopáticos son muy comunes entre ellos [1]. Eso naturalmente se refleja en formas colectivas de psicopatía. En The Corporation: The Pathological Pursuit of Profit and Power, Joel Bakan notó que "el comportamiento corporativo es muy similar al de un psicópata" [2].
[1] Paul Babiak y Robert Hare, Snakes in Suits: When Psychopaths Go to Work, 2007.
[2] Joel Bakan, The Corporation: The Pathological Pursuit of Profit and Power, 2005.
Algunos Estados también se comportan como psicópatas entre las naciones. Estados Unidos es uno de tales Estados, con una "patología del poder" (título del libro de 1987 de Norman Cousins) probablemente relacionada con el grado de psicopatía de los hombres que están a cargo. Detrás de la máscara de cordura y moralidad mostrada por Estados Unidos en la escena del mundo, hay un "Estado profundo" movido por una sed insaciable de poder y no inhibido por ninguna conciencia moral o empatía; ese patológico Estado Profundo tiene hoy el control casi completo de la política exterior estadounidense.
Israel es otro Estado psicopático. La relación entre Estados Unidos e Israel es bastante peculiar, y existen diferentes opiniones en cuanto a su naturaleza. ¿Quién de los dos es la fuerza impulsora? ¿Tiene Estados Unidos espías infiltrados y ha secuestrado la política exterior de Israel, o es al revés? Considero que la cuestión ya ha sido zanjada por los profesores Mearsheimer y Walt en su libro de 2008 "El Lobby de Israel y la Política Exterior Estadounidense"(y antes de eso por Pat Buchanan en su artículo de 2003 "Whose War?"[3]): es Israel quien ha arrastrado a Estados Unidos a guerras que no estaban en su interés estratégico, y que, de hecho, ponen en peligro la seguridad nacional estadounidense. Aquello fue verdadero en el caso de Iraq, y es verdadero en cuanto a Siria. Los neoconservadores, la fuerza abrumadoramente dominante en el Estado Profundo estadounidense desde 2001, son cripto-sionistas. Estados Unidos no controla la política exterior y colonial de Israel; ha fallado en hacer eso siempre que lo ha intentado, y ahora ha dejado de intentarlo. En cambio, como famosamente dijo Ariel Sharon un mes después del 11-S, "Nosotros, los judíos, controlamos Estados Unidos, y los estadounidenses lo saben" [4]. El hecho mismo de que esa escandalosa declaración fuera rápidamente sepultada, hace de su punto una cosa evidente, ya que, como Gilad Atzmon también ha dicho de manera sabida, "el poder judío es la capacidad de conseguir que los no-judíos dejen de hablar del poder judío".
[3] Pat Buchanan, "Whose War?", en The American Conservative, 24 de Marzo de 2003, en www.theamericanconservative.com/articles/whose-war/
[4] Sharon hablando con Shimon Peres el 3 de Octubre de 2001, reportado en BBC News: www.veteranstoday.com/2014/01/11/burying-sharon/
El control por parte de Israel de las mentes y corazones del pueblo estadounidense, basado en el control casi total de los medios predominantes de comunicación, junto a operaciones psicológicas en gran escala como el 11 de Septiembre, es realmente desconcertante (aquellos que dudan que el 11-Sfue planificado por Israel con su red de súper-sayanim debieran leer mi artículo "Inside Job or Mossad Job?") [5]. Pero aquello se hace comprensible a la luz de lo que los psiquiatras llaman el "lazo[emocional] psicopático". No pretendo negar que Estados Unidos sea patológico por derecho propio, incluso genéticamente, pero me enfocaré aquí en una nación que creo que es la más peligrosa psicópata entre las naciones: Israel. El periodista israelí Gideon Levy escribió en el diario Haaretz en 2010 que "Sólo los psiquiatras pueden explicar el comportamiento de Israel"hacia los palestinos, sugiriendo"paranoia, esquizofrenia y megalomanía" [6]. Yo sugiero la psicopatía como un diagnóstico más exacto.
[5] http://www.voltairenet.org/article179295.html
[6] Gideon Levy, "Only Psychiatrists Can Explain Israel’s Behavior", Haaretz, 10 de Enero de 2010.
Aunque los especialistas discuten acerca de la diferencia entre psicopatía y sociopatía, usaré ambos términos de modo intercambiable. El último Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales ha optado por usar el término "Desorden de Personalidad Antisocial", lo que tiene la ventaja, al igual que la palabra sociopatía, de indicar que estamos tratando con una disfunción de la capacidad para relacionarse.
La Judeidad como una Sociopatía Tribal
Los psicópatas son narcisistas con un enorme apetito por el poder y ninguna conciencia moral. Incapaces de la empatía emocional, ellos no sienten ningún remordimiento por el sufrimiento que provocan a otros. Los criterios diagnósticos para la psicopatía, como los ha enumerado Robert Hare, incluyen la mentira patológica, la astucia, y la conducta manipuladora [7]. El psicópata no tiene ningún sentimiento por nadie, pero ha desarrollado una gran capacidad de simular, a veces con una tendencia al histrionismo. Él puede ser encantador y carismático. Aunque él mismo esté inmunizado ante la culpa, él aprende el arte de inducir y explotar la culpa de otros.
[7] Robert Hare, Without Conscience: The Disturbing World of the Psychopaths among Us, 1993.
La mentira está tan profundamente arraigada en su naturaleza que la cuestión de la sinceridad del psicópata es casi irrelevante. A sus ojos, la verdad no tiene ningún valor, o se confunde con la versión de los acontecimientos que a él le sirve; él puede derrotar a un detector de mentiras. El psicópata es incapaz de ponerse en los zapatos de alguien, y por ello, de verse a sí mismo de manera crítica. Él nunca se equivoca, y sus fracasos son siempre culpa de otros. Confiado de estar en cualquier circunstancia en lo correcto, de ser inocente, y superior, él considera el resentimiento de sus víctimas como un "odio" inútil.
Aunque aquellos que han pagado el precio por ver detrás de la máscara de él puedan juzgarlo como un loco delirante, el psicópata no está enfermo en el sentido tradicional. Considerando su espíritu competitivo social, él no puede ser considerado como mal adaptado desde un punto de vista cognoscitivo o conductual. Sin embargo, desde el punto de vista de la psicología de profundidad, se puede argumentar que el psicópata reprime una profunda angustia existencial, un miedo de su propia inhumanidad. Sintiéndose fundamentalmente incapaz de inspirar afecto, él sabe que su única posibilidad reside en las mentiras, y que, si los otros pudieran ver a través de él, él se vería confrontado con su propia vaciedad. Como él supone que los demás son tan despiadados como él, teme ser destruído de ser expuesto. Y por lo tanto, él debe seguir mintiendo cada vez mejor. Su obsesión por la dominación es la contraparte de su profundo miedo a la aniquilación [8].
[8] Véase de Paul-Claude Racamier, Le Génie des Origines. Psychanalyse et Psychose, 1992.
En "El Futuro de una Ilusión"(1928) Sigmund Freud describió la religión, en particular el cristianismo, como una neurosis colectiva. En esa línea de razonamiento, sostendré que el judaísmo es más bien una forma de sociopatía colectiva. Eso no significa que "los judíos" sean sociópatas, sino más bien que ellos son víctimas de una mentalidad sociopática colectiva. La diferencia entre sociopatía colectiva y sociopatía individual es la misma que hay entre neurosis colectiva y neurosis individual, según Freud: la participación en una mentalidad sociopática colectiva permite a los miembros de la comunidad canalizar las tendencias sociopáticas hacia el exterior de la comunidad, y mantener dentro de ella un alto grado de sociabilidad [9].
[9] "Los creyentes devotos están salvaguardados en un alto grado contra el riesgo de ciertas enfermedades neuróticas; su aceptación de la neurosis universal les evita la tarea de construír una personal" (Sigmund Freud, The Future of an Illusion, 1928, p. 76).
Esa idea es fácil de ilustrar: el individuo que se siente superior a todos es un megalómano, pero Maurice Samuel es simplemente un judío comunitario cuando, en su libro You Gentiles (1924), él expresa su creencia de que
"nosotros los judíos nos mantenemos apartados de ustedes, Gentiles; que una dualidad primordial divide a la Humanidad que conozco en dos partes distintas; que esta dualidad es fundamental, y que todas las diferencias entre ustedes los Gentiles son trivialidades si se las compara con la que dividió a todos ustedes de nosotros" [10].
[10] Maurice Samuel, You Gentiles, Nueva York, 1924 (archive.org), p. 12.
El individuo que se siente constantemente rodeado por enemigos es un paranoico; pero Leo Pinsker es un respetado precursor del Sionismo por haber escrito que la judeofobia es una "enfermedad transmitida durante dos mil años"hereditaria e incurable, "una variedad de demonopatía, con la diferencia de que no es peculiar a razas particulares sino que es común a toda la Humanidad" [11].
[11] Leon Pinsker, Auto-Emancipation: An Appeal to His People by a Russian Jew, 1882, en www.jewishvirtuallibrary.org/jsource/Zionism/pinsker.html
Del mismo modo, Josué Jehouda no tiene ninguna enfermedad mental sino sólo una teoría etnocéntrica de la Historia, cuando él escribe: "El que sondea las profundidades de la Historia universal, para conseguir una visión total, encuentra que desde la Antigüedad hasta hoy dos corrientes contrarias están luchando en la Historia, penetrándola y formándola constantemente: la corriente mesiánica y la corriente anti-judía" [12].
[12] Josué Jehouda, L’Antisémitisme, Miroir du Monde, 1958, p. 185.
En otras palabras, es sólo cuando los judíos piensan, hablan y actúan como representantes de los judíos y en nombre de los judíos —cuando ellos dicen "nosotros los judíos"— que su comportamiento hacia los no-judíos y su concepción de las relaciones con no-judíos revelan un patrón sociopático.
Pero cuando alguien dice "nosotros los judíos", generalmente está reproduciendo una categoría elaborada por la élite cultural judía, los levitas del pasado y del presente. La ideología dominante es la ideología de lo dominante. Y de ese modo la psicopatía colectiva de los judíos es un paradigma cognoscitivo impuesto a ellos por una minoría de influyentes judíos maquiavélicos para mantenerlos bajo control. "Los males de Israel son los males del liderazgo", escribió el editor judío Samuel Roth en "Jews Must Live: An Account of the Persecution of the World by Israel on All the Frontiers of Civilization" (1934). Él le echó la culpa de todo el sufrimiento de los judíos a "la enorme hipocresía y crueldad impuesta sobre nosotros por nuestros fatales líderes".
"Comenzando con el propio Señor Dios de Israel, fueron los sucesivos líderes de Israel los que uno tras otro congregaron y guiaron la trágica carrera de los judíos, trágica para los judíos y no menos trágica para las naciones vecinas que los han sufrido. (...) A pesar de nuestras faltas, nunca habríamos hecho tanto daño al mundo si no hubiera sido por nuestro genio para el liderazgo malvado" [13].
[13] Samuel Roth, Jews Must Live: An Account of the Persecution of the World by Israel on All the Frontiers of Civilization, 1934, (archive.org).
El Complejo Trans-Generacional de Persecución-Dominación
¿Qué es la judeidad? La mayoría de los judíos estaría de acuerdo con el etno-historiador judío Raphael Patai (The Jewish Mind, 1977), en que ella es, ante todo, "conciencia de pertenencia" [14]. Eso equivale a decir que la judeidad es un modo tribalista de pensar. Ahora bien, el tribalismo no es patológico en sí mismo, pero el tribalismo judío tiene la particularidad de ser combinado con una fuerte afirmación de universalismo. No hay ninguna disonancia cognoscitiva entre tribalismo y universalismo dentro de la judeidad: los judíos se sienten universalistas no a pesar de ser judíos sino en virtud de ser judíos.
[14] Raphael Patai, The Jewish Mind, Wayne State University Press, 1977, p. 25. "Ser judío para mí", dice el filósofo judío francés Alain Finkielkraut, "es sentirse involucrado, preocupado, a veces comprometido por lo que otros judíos hacen. Es un sentimiento de pertenencia, de afiliación" (en YouTube, "Juif? Selon Alain Finkielkraut").
Por ejemplo, es enfáticamente "como un judío estadounidense"que el rabino Joachim Prinz, presidente del American Jewish Congress (y un antiguo partidario de las leyes raciales nacionalsocialistas) [15], apoyó el movimiento por los derechos civiles de los negros estadounidenses [16]. El universalismo de los judíos es siempre, implícita o explícitamente, un universalismo judío, es decir, un universalismo tribal, una contradicción en los términos. Como un autoengaño, es la expresión de una convicción irracional de que la judeidad es la esencia de la Humanidad. Como un mensaje a los no-judíos, es una falsificación de una grandiosa empatía: "Los amamos a ustedes, Humanidad, más que a cualquier otra cosa; confíen en nosotros, sabemos lo que es bueno para ustedes". Y lo que es bueno para la Humanidad es siempre, en último término, lo que es bueno para los judíos.
[15] Citado en Israel Shahak, Jewish History, Jewish Religion: The Weight of Three Thousand Years, 1994, p. 86.
[16] Seth Berkman, "The Jews Who Marched on Washington with Martin Luther King", Forward.com, 27 de Agosto de 2013.
Universalismo judío significa que los judíos están en el centro del universo por derecho de nacimiento, y por lo tanto aquello es, más o menos subconscientemente o crípticamente, una fantasía y una estrategia de dominación. Como la máscara de una forma extremadamente agresiva de etnocentrismo, el universalismo judío esconde un temor a la potencial peligrosidad que representaría para ellos el resto de la Humanidad, si el fraude llegara a ser descubierto. Ésa es la segunda paradoja de la judeidad: los judíos proclaman abiertamente su amor universal, mientras al mismo tiempo se lamentan de ser "el pueblo elegido para el odio universal"[17]. Esta curiosa fórmula de Leo Pinsker es el credo del sionismo secular, y refleja bastante bien un generalizado sentimiento entre judíos e israelíes, como lo documenta la película de Yoav Shamir "Defamation"(2009). «La gente piensa que la Shoah [el "Holocausto"] ha terminado, pero no. Está continuando todo el tiempo», proclamaba típicamente Benzion Netanyahu, padre del Primer Ministro israelí, antes de la elección de su hijo en 2009 [18].
[17] Leon Pinsker, Auto-Emancipation: An Appeal to His People by a Russian Jew, 1882, en www.jewishvirtuallibrary.org/jsource/Zionism/pinsker.html.
[18] Citado en Alan Hart, Zionism: The Real Enemy of the Jews, vol. 3: Conflict Without End?, 2010, p. 364.
El aparentar ser víctima se ha convertido en la esencia de la identidad nacional israelí, según Idith Zertal, profesor en la Universidad Hebrea de Jerusalén. Israel ha sido transformado "en una zona crepuscular ahistórica y apolítica, donde Auschwitz no es un acontecimiento pasado sino un presente amenazante y una constante opción. Por medio de Auschwitz —que se ha convertido con los años en la principal referencia de Israel en sus relaciones con un mundo definido repetidamente como anti-judío y para siempre hostil— Israel se presentó a sí mismo inmune a la crítica, e impermeable a un diálogo racional con el mundo alrededor suyo"[19].
[19] Idith Zertal, Israel’s Holocaust and the Politics of Nationhood, Cambridge University Press, 2010, p. 4.
Dominar, por miedo a ser exterminado. Y dominar aún más a fin de salvaguardarse del resentimiento despertado por la dominación ejercida. Tal es el psicopático círculo vicioso en el cual los judíos están enredados por la paranoia comunitaria. La única opción que les ofrece su élite cognoscitiva es: Jerusalén como capital del mundo, o vuelta atrás al "Holocausto". Una encuesta de investigación de 2013 mostró que ante la pregunta "¿Qué es esencial en ser judío?", el 73% de los encuestados respondió en primer lugar "Recordar el Holocausto", y después "Preocuparse por Israel" [20]. Michael Walzer recuerda:«Me enseñaron la historia judía como un largo cuento de exilio y persecución, como la historia del "Holocausto"leída hacia atrás» [21]. La persecución es tan esencial para la identidad judía que, cuando aquélla no existe, hay una urgente necesidad de hacerla existir. Un miedo obsesivo al anti-judaísmo debe ser mantenido en la mente de los judíos, ya que ése es el pegamento que mantiene unida a la comunidad, la única cosa capaz de resistir al efecto disolvente de la asimilación [22].
[20] "A Portrait of Jewish Americans", en www.pewforum.org
[21] Michael Walzer, "Toward a New Realization of Jewishness", Congress Monthly, vol. 61 Nº 4, 1994, p. 4, citado en Kevin MacDonald, Separation and Its Discontents, 1998, e. 4675–86.
[22] "No hay nada ahora que unifique a los judíos del mundo aparte del Holocausto", comentó Yeshayahu Leibowitz, profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalem, reportó Uri Avnery en 2005, citado en Gilad Atzmon, The Wandering Who? A Study of Jewish Identity Politics, 2011, pp. 161–162.
Yosef Hayim Yerushalmi ha mostrado en "Zakhor: Jewish History and Jewish Memory"(1982) que la orden de "recordar" y "no olvidar" está en el núcleo del judaísmo. Eso, dice él, hace de los judíos un pueblo fundamentalmente ahistórico: ellos eligen el mito sobre la Historia [23]. La necesidad de recordar es tal, que «el trauma del"Holocausto"es transmitido genéticamente» mediante la "herencia epigenética", según un equipo de investigadores liderados por Rachel Yehuda en el Hospital Monte Sinaí de Nueva York [24]. El fenómeno es quizá comprensible a la luz de la teoría sociológica de la memoria de Maurice Halbwachs, autor de On Collective Memory: "La mayor parte del tiempo, cuando me pongo a recordar, son los demás los que me espolean; los recuerdos de ellos vienen en mi ayuda y mis recuerdos se basan en los de ellos" [25].
[23] Yosef Hayim Yerushalmi, Zakhor: Jewish History and Jewish Memory, 1982.
[24] Tori Rodrigues, "Descendants of Holocaust Survivors Have Altered Stress Hormones", Scientific American, 1º de Marzo de 2015, en www.scientificamerican.com
[25] Maurice Halbwachs, On Collective Memory, University of Chicago Press, 1992, trad. de Les Cadres Sociaux de la Mémoire, 1925, p. 2.
Algún conocimiento puede ser obtenido también de la psicología trans-generacional, el desarrollo más interesante del psicoanálisis. Ivan Boszormenyi-Nagy habla de "lealtades invisibles" que inconscientemente nos conectan con nuestros antepasados. Tales lealtades, que forman nuestro destino en gran parte inconscientemente, están basadas en sistemas de valores que varían de una cultura a otra [26]. Vincent de Gaulejac cree en "la existencia de un pasado genealógico que se impone sobre el sujeto y que estructura su funcionamiento psíquico" [27]. Tales consideraciones nos ayudan a entender las tensiones psicológicas que se apoderan de cada judío que lucha por separarse de la judeidad; ninguna otra comunidad cultiva un sentido más poderoso de lealtad ancestral. Las ideas no fluyen en la sangre, pero cada persona lleva dentro de sí a sus antepasados, de un modo misterioso y en gran parte inconsciente.
[26] Ivan Boszormenyi-Nagy, Invisible Loyalties: Reciprocity in Intergenerational Family Therapy, 1973, p. 56.
[27] Vincent de Gaulejac, L’Histoire en Héritage. Roman Familial et Trajectoire Sociale, 2012, pp. 141–147.
El paradigma del "Holocausto", que hoy sostiene la identidad judía, está construído alrededor de un inconmovible sentido de inocencia y auto-justificación, y una incapacidad de introspección, lo cual es característico de los desórdenes de personalidad más severos. A sus propios ojos, los judíos no tienen ninguna responsabilidad por la hostilidad de los Gentiles hacia ellos. Su propia élite representativa les recuerda constantemente esa inocencia [28]. Desde luego hay excepciones, como Samuel Roth, ya citado [29], o el periodista francés Bernard Lazare, en su libro "Antisemitismo, su Historia y Causas" (1894) [30].
[28] Dice el intelectual judío francés André Neher: "Nosotros somos inocentes, y sentimos aún más profundamente que somos inocentes cuando somos acusados. (...) Es de esta inocencia de la que debemos estar conscientes hoy, y no debemos negarla nunca, bajo ninguna circunstancia" (citado en Hervé Ryssen, Les Espérances Planétariennes, 2005, p. 319).
[29] Samuel Roth, Jews Must Live, 1934: "No hay un solo caso en que los judíos no hayan merecido completamente el amargo fruto de la furia de sus perseguidores".
[30] Si "esta raza ha sido objeto de odio en las naciones entre las cuales se ha establecido (...) debe necesariamente ser que las causas generales del anti-judaísmo han estado siempre en el propio Israel, y no en aquellos que se le han opuesto" (Bernard Lazare, Antisemitism, its History and Causes, 1894, en archive.org, p. 8).
Hoy, algunos israelíes lúcidos están preocupados por la sumersión de su país en la patología colectiva. Yehoshafat Harkabi, subdirector de Inteligencia militar, escribió en 2009:
"Deslumbrado por su fariseísmo, Israel no puede ver el caso desde el otro lado. La auto-justificación anima a las naciones no menos que a los individuos a absolverse a sí mismos de cada falta y a sacudirse la culpa de cada calamidad. Cuando todos son culpables excepto ellos, desaparece la posibilidad misma de autocrítica y perfeccionamiento personal..."[31].
[31] Alan Hart, Zionism: The Real Enemy of the Jews, vol. 2: David Becomes Goliath, 2009, pp. 42–49.
La proyección psicológica, o transposición de la culpa, es un proceso mediante el cual uno niega los propios impulsos negativos y los atribuye a otros. Todos somos propensos a hacer aquello en tiempos de crisis personal, pero sólo las personas con una enfermedad mental profunda lo hacen todo el tiempo. Tal es el caso de Israel, un país con cientos de cabezas nucleares apuntando contra Irán, cuyos líderes siempre han negado tener algún arsenal nuclear en absoluto, mientras Israel histriónicamente urge al mundo para que haga algo con respecto al supuesto programa militar nuclear iraní que pretende borrar del mapa a Israel. Sería risible si Israel fuera sólo paranoide, pero Israel es el psicópata entre las naciones, y eso significa una capacidad enorme para manipular, intimidar, corromper moralmente, conseguir lo que ellos quieren, y dejar detrás una estela de miseria.–