El conocido analista político estadounidense Paul Craig Roberts publicó en Agosto de 2017 en su sitio (paulcraigroberts.org) las siguientes interesantes reflexiones que le fueron motivadas por la lectura de un libro del historiador británico David Irving. El señor Roberts habla aquí como pocas veces de la fundamental injusticia y falsía del Circo Núrembergde 1945-1946, y señala que dicha abdicación de justicia al parecer (evidentemente) es hoy pan cotidiano.
El juicio-espectáculo de un grupo arbitrariamente seleccionado de 21 nacionalsocialistas sobrevivientes en Núremberg durante 1945-1946 fue el espectáculo del juez de la Corte Suprema estadounidense Robert H. Jackson. Jackson era el acusador principal. Como un admirador de mucho tiempo de Jackson, siempre había supuesto que él hizo un buen trabajo.
Mi admiración por Jackson deriva de su defensa de la ley como un escudo de la gente más bien que como un arma en las manos del gobierno, y de su defensa del principio legal conocido como mens rea, es decir, que un delito requiere una intención. A menudo cito a Jackson por su defensa de estos principios legales que son el fundamento mismo de la libertad. En efecto, cité a Jackson en mi reciente columna del 31 de Julio [de 2017]. Su defensa de la ley como un control del poder del gobierno desempeña un papel central en el libro que escribí con Lawrence Stratton, La Tiranía de las Buenas Intenciones.
En 1940 Jackson era el ministro de Justicia estadounidense. Él se dirigió a los fiscales federales y les advirtió contra
"escoger a un hombre y luego poner a los investigadores a trabajar, para atribuírle algún delito. Es en este ámbito —en el cual el acusador escoge a alguna persona que le disgusta o desea avergonzar, o selecciona a algún grupo de personas impopulares y luego busca algún delito— que yace el mayor peligro del abuso del poder prosecutor. Precisamente ahí la aplicación de la ley se hace personal, y el verdadero delito llega a ser el ser impopular entre el grupo predominante o gobernante, adherir a opiniones políticas incorrectas o ser personalmente desagradable para el acusador mismo".
Más tarde, como juez de la Corte Suprema, Jackson anuló una condena hecha por un tribunal menor de una persona que no tenía idea de, o ninguna razón para creer, que él había cometido un delito.
Habiendo yo recién terminado de leer el libro de David Irving "Nuremberg"(1996), estoy devastado tras enterarme de que el juez Jackson, en su búsqueda de otro principio, en Núremberg violó todos los principios legales por los cuales lo he admirado durante tanto tiempo. Para ser claros, en Núremberg Jackson estaba en persecución de nacionalsocialistas, pero la condena de ellos era el medio para el fin que él perseguía: el establecimiento del principio legal internacional de que la iniciación de una guerra, el cometido de la agresión militar, era un crimen.
El problema, por supuesto, fue que en Núremberg las personas fueron juzgadas sobre la base de una ley ex post facto [retroactiva], una ley que no existía en el momento de sus acciones por las cuales ellos fueron condenados.
Además, la sentencia —muerte por ahorcamiento— fue decidida con anterioridad al juicio y antes de la selección de los acusados.
Además, los acusados fueron primero elegidos y luego se armó un caso contra ellos.
Las pruebas exculpatorias fueron retenidas. Las acusaciones en base a las cuales los demandados fueron condenados resultaron ser falsas.
Los procesos estaban tan cargados a favor de la fiscalía que la defensa era sólo pro forma [una mera formalidad].
Los acusados fueron vejados y algunos fueron torturados.
Los acusados fueron animados a dar falso testimonio unos contra otros, lo cual en su mayor parte aquéllos rechazaron hacer, siendo Albert Speer el único que estuvo dispuesto. Su recompensa fue una condena a prisión más bien que su muerte.
Las esposas y los hijos de los acusados fueron detenidos y encarcelados. Para crédito de Jackson, eso lo enfureció.
El Presidente Franklin D. Roosevelt, el general Eisenhower y Winston Churchill pensaban que los nacionalsocialistas sobrevivientes deberían ser fusilados sin ningún proceso. Roosevelt se alegró ante la idea de liquidar a 50.000 oficiales militares alemanes. Eisenhower le dijo a lord Halifax que deberían balear a los líderes nacionalsocialistas mientras trataban de escapar, el eufemismo común usado para un asesinato. Los rusos hablaron de castrar a los hombres alemanes y preñar a las mujeres alemanas para aniquilar la raza alemana. El Secretario de Tesorería estadounidense Henry Morgenthau quería reducir Alemania a una sociedad agraria, y enviar a los alemanes sanos a África como esclavos para trabajar en "algún gran proyecto de construcción".
Robert Jackson vio en esas intenciones no sólo una indignante criminalidad entre el mando de los Aliados sino también una oportunidad perdida para crear el principio legal que criminalizaría la guerra, removiendo de esa forma el desastre de la guerra de la futura Historia. El objetivo de Jackson era admirable, pero los medios requerían hacerle el quite a los principios legales anglo-estadounidenses.
Jackson consiguió lo que se proponía, quizá porque Stalin vetó las ejecuciones sin primero un juicio. Primero un juicio-espectáculo, dijo Stalin, para demostrar su culpa, de modo que no se hiciese de los nacionalsocialistas unos mártires.
¿A quién seleccionar para la lista de 21-22 personas a ser acusadas? Bien; ¿a quiénes tenían los Aliados en custodia? No a todos los que deseaban. Ellos tenían al Reichsmarschall Herman Göring, que encabezó la fuerza aérea. Cualesquiera fuesen las acusaciones válidas contra Göring, no se consideró que ellas fueran mitigadas por el hecho de que bajo Göring la fuerza aérea alemana fue principalmente usada contra formaciones enemigas en el campo de batalla y no, como las fuerzas aéreas estadounidense y británica, en el terrorista bombardeo de saturación de ciudades civiles, como Dresden, Tokio, Hiroshima y Nagasaki, o por el hecho de que en los días finales de Hitler éste removió a Göring de todas sus posiciones, lo expulsó del Partido, y ordenó su detención.
Los Juicios de Núremberg son paradójicos por el hecho de que la ley que Jackson pretendía establecer debía ser aplicada a cada país, no sólo a Alemania. La ley ex post facto [después de producidos los hechos] bajo la cual los alemanes fueron condenados a muerte y a prisión también criminalizaba el bombardeo terrorista de ciudades alemanas y japonesas por las fuerzas aéreas británica y estadounidense. No obstante, la ley sólo fue aplicada a los alemanes que estaban en el banquillo de los acusados.
En su libro Apocalipsis 1945: La Destrucción de Dresden (1995), Irving cita el desacuerdo del general estadounidense George C. McDonald con respecto a la orden de bombardear ciudades civiles como Dresden. El general McDonald caracterizó dicha orden como "el exterminio de poblaciones y el arrasamiento de ciudades", crímenes de guerra según el estándar de Núremberg.
Ellos tenían como prisionero al ministro de Asuntos Exteriores Von Ribbentrop. Ellos tenían a los mariscales de campo Keitel y Jodl y a los gran-almirantes Raeder y Dönitz. Ellos tenían a un banquero alemán, que fue salvado de su condena por la intervención del Banco de Inglaterra. Ellos tenían a un periodista. Ellos tenían a Rudolf Hess, que había estado en una prisión británica desde 1941 cuando él fue a Gran Bretaña en una misión de paz para terminar la guerra. Ellos querían a un industrial, pero Krupp estaba demasiado viejo y enfermo. Él carecía de las características de un mal que se presiente. Usted puede leer la lista en el libro de Irving.
Göring sabía desde el principio que el juicio era un fraude y que su pena de muerte ya había sido decidida. Él tuvo los medios (una cápsula de veneno) durante todo su encarcelamiento para suicidarse, privando así a sus captores de la planeada humillación que pensaban hacerle. En cambio, él mantuvo a los alemanes unidos, y ellos permanecieron en sus posiciones. Poseedor de un alto CI, una y otra vez él hizo tontos a sus captores. Él hizo tal tonto de Robert Jackson durante su proceso que el tribunal entero estalló en risas. Jackson nunca consiguió olvidar ser sobrepasado en la sala del tribunal por Göring.
Y Göring no había acabado con hacer que sus captores parecieran tontos e incompetentes. Él, los mariscales de campo y los gran-almirantes solicitaron que se les diera una ejecución militar ante un pelotón de fusilamiento, pero la mezquindad del Tribunal quería que ellos fuesen colgados como perros. Göring dijo a sus captores que él permitiría que le pegaran un tiro, pero no que lo colgaran, y unos pocos minutos antes de que él debiera haber marchado hacia la horca ante la prensa reunida y las cámaras filmando, tomó la cápsula de veneno, arrojando en el caos el espectáculo propagandístico de la ejecución.
A esa injuria él añadió insulto, dejándole al comandante de la prisión, el coronel estadounidense Andrus, una nota diciéndole que él había tenido 3 cápsulas. Una él la había dejado antes para que la encontraran los estadounidenses, así haciéndoles pensar que los medios que él tenía para escapar ellos los habían anulado. Otra cápsula él la había tomado minutos antes de su ejecución-espectáculo, y él describió dónde encontrar la tercera. Él había derrotado fácilmente las continuas y cuidadosas inspecciones que le fueron realizadas por temor a que él se suicidara y evitara el pretendido uso propagandístico de su ejecución por parte de los Aliados.
Hubo un tiempo en la ley anglo-estadounidense en que las improcedencias de los juicios de Núremberg habrían provocado que los casos fueran desestimados por el tribunal y los acusados fueran liberados. E incluso bajo la ley ex post facto y los términos extra-judiciales y extra-legales bajo los cuales los acusados fueron juzgados, al menos dos de los condenados merecían haber sido dejados libres.
No está claro por qué el almirante Donitz fue condenado a 10 años en prisión. El principal juez estadounidense del Tribunal, Francis Biddle, dijo: "Es, en mi opinión, ofensivo para nuestro concepto de justicia castigar a un hombre por hacer exactamente lo que uno ha hecho". "Los alemanes", dijo Biddle, "lucharon una guerra mucho más limpia en el mar que nosotros".
Jodl, quien anuló muchas órdenes nacionalsocialistas, fue condenado a muerte. La injusticia de la sentencia fue dejada en claro por un tribunal alemán en 1953 que absolvió a Jodl de todas las acusaciones de Núremberg y lo rehabilitó póstumamente. El juez francés en el Tribunal de Núremberg dijo en ese entonces que la condena de Jodl carecía de méritos suficientes y era un esperpento de justicia.
El procedimiento entero de Núremberg hiede hasta el alto cielo. Los demandados fueron acusados de agresión por la invasión alemana de Noruega. En el juicio fue excluído el hecho de que los propios británicos estuvieron a punto de invadir Noruega y que los alemanes, siendo más eficientes, se enteraron de ello y consiguieron invadir primero.
Los demandados fueron acusados de usar trabajo esclavo, lo que es paradójico en vista de la propia práctica de los soviéticos. Además, mientras los juicios estuvieron en proceso los soviéticos aparentemente estaban reuniendo a alemanes sanos para que sirvieran como trabajadores esclavos para reconstruír la economía soviética desgarrada por la guerra.
Los demandados fueron acusados de ejecuciones de masas a pesar de que los rusos, que eran parte de la acusación y juzgamiento de los demandados, habían ejecutado a 15.000 ó 20.000 oficiales polacos y los habían sepultado en una fosa común. En efecto, los rusos insistieron en la inculpación de los alemanes procesados por la Masacre del Bosque de Katyn.
Los demandados fueron acusados de agresión contra Polonia, y no se le permitió a Von Ribbentrop que mencionara en su defensa el Pacto Molotov-Ribbentrop que dividió Polonia entre Alemania y la Unión Soviética, sin lo cual Alemania no podía haber atacado a Polonia. El hecho de que los soviéticos, que estaban sentados en Núremberg enjuiciando a los alemanes, habían a su vez invadido Polonia, fue dejado fuera de los procedimientos
Además, sin la gratuita "garantía" británica a Polonia, la dictadura militar polaca probablemente habría consentido en devolver territorios arrebatados a Alemania por el Tratado de Versalles y la invasión habría sido evitada.
La mayor hipocresía contra Alemania fue la acusación de agresión, cuando la verdad del asunto es que la Segunda Guerra Mundial comenzó cuando los británicos y los franceses declararon la guerra contra Alemania. Alemania conquistó Francia y expulsó a los británicos del Continente europeo después de que los británicos y los franceses comenzaron el conflicto con una declaración de guerra contra Alemania.
El libro de Irving es, por supuesto, políticamente incorrecto. Sin embargo, él enumera en la Introducción los voluminosos archivos en los cuales el libro está basado: los papeles oficiales de Robert Jackson y las entrevistas que él dio, los papeles y diarios privados de Francis Biddle, los papeles del coronel Andru, el diario de prisión del almirante Raeder, el diario de prisión de Rudolf Hess, los interrogatorios de los prisioneros, entrevistas con consultores de los acusados, fiscales, interrogadores, y cartas de los prisioneros a sus esposas. Todo eso y más Irving ha puesto en microfilmes a disposición de los investigadores. Él comparó copias de cintas magnetofónicas de las grabaciones originales del proceso con las transcripciones mimeografiadas y publicadas, para asegurarse de que las palabras dichas y publicadas fueran las mismas.
Lo que Irving hace en su libro es relatar la historia que los documentos cuentan. Esa historia difiere de la propaganda patriótica escrita por historiadores de la corte con la cual estamos todos imbuídos. Entonces surge la pregunta: Irving ¿está a favor de la verdad o a favor de los nacionalsocialistas? El gobierno Nacionalsocialista de Alemania es el gobierno más demonizado de la Historia. Cualquier disminución de la satanización es inaceptable, de modo que Irving es susceptible de ser demonizado por aquellos que están determinados a proteger sus apreciadas creencias.
Los sionistas han etiquetado a Irving como un "negador del Holocausto", y él fue condenado por algo así por un tribunal austriaco, y pasó 14 meses en prisión antes de que la condena fuera anulada por un tribunal superior.
En su libro Nuremberg, Irving destruye diversas leyendas propagandísticas de la historia del "Holocausto" y reporta autorizativas conclusiones de que muchas de las muertes de los campos de concentración fueron por causa del tifus y el hambre, sobre todo en los días finales de la guerra cuando la comida y la medicina estaban desapareciendo de Alemania; pero en ninguna parte del libro él niega, y en efecto él lo narra, que grandes cantidades de judíos perecieron. Según entiendo el término, una simple modificación verídica de algún elemento de la historia oficial del "Holocausto"es suficiente para etiquetar a una persona como un "negador del Holocausto".
Mi interés en el libro es por Robert Jackson. Él tenía una causa noble —proscribir la guerra—, pero en la búsqueda de ese objetivo él estableció precedentes para que los fiscales estadounidenses en el futuro hicieran de la ley un arma, tal como fue usada contra los nacionalsocialistas, al perseguir ellos sus propias nobles causas: condenas por crimen organizado, condenas por abuso de niños, condenas por drogas, condenas por terrorismo. La persecución de nacionalsocialistas en Núremberg por parte de Jackson debilitó las restricciones que él puso a los abogados estadounidenses, de manera tal que hoy los estadounidenses no tienen más protección de parte de la ley que la que tuvieron los acusados en Núremberg.–