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Andrew Joyce - Meditaciones acerca del Odio

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     En theoccidentalobserver.netse publicó en Mayo pasado el siguiente artículo del doctor Andrew Joyce que hemos traducido aquí, en el cual se ofrecen algunas consideraciones con respecto a un sentimiento que jamás podrá ser desarraigado de los sentimientos humanos, por ser de suyo connatural a la vida. Lo que ha ocurrido en los últimos tiempos, mediante legislaciones perversas y totalitarias, es tratar de desviar la dirección hacia donde apunta dicho odio, pudiéndose odiar legítimamente algunas cosas pero otras no.

 
Meditaciones acerca del Odio
por Andrew Joyce
18 de Mayo de 2020




     "La Naturaleza parece estar hecha de antipatías: sin algo que odiar, deberíamos perder la fuente misma del pensamiento y la acción. ... Sólo el odio es inmortal" (William Hazlitt, 1826).


     Ningún sentimiento humano ha sido más difamado, calumniado, maltratado y distorsionado en la cultura contemporánea que el humilde y digno odio. Guerras han sido declaradas contra él. La legislación trata en todas partes de constreñirlo. Ha sido presentado como la fuente de todos los males, y como el gran enemigo de nuestro tiempo. Esta emoción primordial es el hijastro a quien no se le quiere ni respeta de nuestro espectro psicológico contemporáneo y el exiliado de nuestro lenguaje político, siempre presente pero cubierto de vergüenza, bochorno o subterfugios. Categorías enteras de crímenes y discursos han sido segregadas bajo la rúbrica de Odio, y puestas aparte para un castigo especialmente rudo. Los "hechos de odio" son realidades comprobables supuestamente contaminadas con odio, y por ello representan aspectos de la existencia material considerados tan atroces que son negados a pesar de su verdad evidente.

     El odio, parecería, simplemente no puede tener un respiro. Pocos están dispuestos a hablar en su nombre, incluso entre aquellos clasificados primordialmente como "odiadores". Estos últimos son muy propensos a protestar ante oídos sordos que no odian a nadie sino que simplemente aman a su propia clase. Toda esta negativa y repudio ocurre a pesar del hecho de que el odio es tan crucial para la existencia humana, si no más, como el amor. Es omnipresente. Sin odio, usted no tiene Historia ni literatura, no hay pasión ni capacidad para la acción. El argumento de La Ilíada esencialmente se refiere a la espera para que Aquiles alcance un estado óptimo de odio que entonces se transforma en éxtasis marcial y en la victoria final. Imagínese a Hamlet simplemente poseyendo un mediocre disgusto contra su tío Claudio. Sin el aborrecimiento de parte de Ahab contra la ballena no hay Moby Dick. Aunque fuera cierto que el amor hace girar al mundo, parecería que es el odio el que engrasa el eje de la rueda. Es tiempo para realizar una exploración de parte de un justificado odiador.


La Genealogía de la Moral Postmoderna

     El origen de la guerra contemporánea contra el odio es digno de alguna consideración. La religión, a los ojos de Nietzsche, no ofrece una explicación completa. Tome la Biblia, por ejemplo, que en su mayor parte no ofrece ninguna prohibición judicial en contra de la enemistad, la antipatía o la venganza, salvo en caso de resentimiento silencioso en las relaciones fraternales, co-étnicas o comunitarias (Lev. 19:17, 1ª Juan 3:15). El dios hebreo se dice que es un repudiador de la mentira (Salmos 119:163), y el Salmista profesa odiar a sus enemigos (Salmos139:22) con un "odio perfecto". El Eclesiastés (3:8) menciona, sin juzgar o hacer mayores comentarios, que hay "un tiempo para amar, y un tiempo para odiar; un tiempo de guerra, y un tiempo de paz". La historia entera de los judíos puede ser leída como implicando un odio realmente desvergonzado contra el resto de la Humanidad. La única excepción en la Biblia se halla dentro de la sección "ama a tu enemigo" del Sermón de la Montaña (Mateo 5:44) que, dado que fue muy probablemente escrita mientras las persecuciones bajo Nerón estaban en curso, fue probablemente insertada para promover a la vez la resistencia no violenta y para representar una negación adicional de que los cristianos eran un peligro para la autoridad romana (además de "dad al César", etc., también en Mateo). Ello no calza fácilmente con gran parte del resto de las Escrituras hebreas y cristianas, lo que hace que la crítica de Nietzsche de todas esas religiones como ejemplificadoras de singulares morales de esclavos, basadas casi enteramente en amplificaciones de los conceptos de amar al enemigo y "ofrecer la otra mejilla", parezca bastante tendenciosa [1].

[1] Tiendo a estar de acuerdo con la evaluación de Roger Scruton de que la fijación de Nietzsche aquí era "obsesiva, si no tediosa". Véase de Scruton, A Short History of Modern Philosophy (1995).

     La oposición al odio, y el ser amable con los enemigos de uno, puede muy fácilmente ser encontrada entre los antiguos estoicos y los budistas. Para Nietzsche, aunque él enfocó abrumadoramente su atención en el judaísmo y el cristianismo, todas ésas eran posiciones negadoras de la vida, de debilidad y deshonestidad. Ciertamente esas respuestas eran más débiles que simplemente odiar al enemigo. Para los estoicos, la meta era la felicidad individual, y el resentimiento y la antipatía intensa eran mirados simplemente como barreras gravosas para esa meta: mejor es estar libre del enemigo, sí, pero también estar libre de sentimientos negativos hacia ellos. Para los budistas, en un árbol la rama suave y flexible que se dobla con la caída de la pesada nieve tiene mayor probabilidad de sobrevivir al invierno que la rama quebradiza que resiste y que luego se quiebra bajo el peso aumentado. Ceder terreno, si es necesario, ante los enemigos, era por consiguiente mirado como una forma de fuerza táctica y un medio para la supervivencia y la felicidad.

     Esas posiciones son a la postre débiles y evasivas a mi parecer, porque rechazan los principios de superar obstáculos e involucrarse en competencia directa con los adversarios. El odio es sólo una carga psicológica cuando no puede ser puesto en acción, involucrando así no sólo el odio contra otro por su provocación, sino el odio contra uno mismo por la incapacidad de materializar una decisión. La carga mental del odio es encontrada predominantemente en esto último, y muchos la rehúyen y adoptan formas perversas y finalmente insinceras de perdón. Cuando ellos "perdonan a sus enemigos", más bien se perdonan a sí mismos por no vencer a sus enemigos [2]. Los enfoques estoico y budista son por consiguiente débiles, no simplemente por su rechazo superficial del odio sino porque su rechazo es en sí mismo una evidencia de una debilidad intrínseca. Si la Historia nos dice una única cosa, sin embargo, es que ningún hombre, y ninguna religión, es inmune al surgimiento del odio, y pocos se libran de él totalmente. Las diferencias en la expresión exterior, en el cristianismo, el budismo, el estoicismo o el judaísmo, son en consecuencia meras tácticas.

[2] Esta clase de pensamiento se ha expandido rápidamente en la modernidad porque la justicia se ha convertido en un asunto cada vez más diluído e impersonal en el cual el acceso individual a una adecuada retribución se frustra.

     A diferencia de Nietzsche, yo no creo que puedan ser encontradas muy claramente respuestas específicas para nuestra situación actual en la religión, o siquiera en el pasado remoto. El odio, y la huída del odio entre los débiles y cobardes, han estado con nosotros desde comienzos del tiempo, aunque esté empeorando en la época actual. La hipocresía contemporánea y la generalizada deshonestidad en relación al odio son principalmente un resultado de la decadencia en la modernidad, y se relacionan en no pequeña parte con el hipócrita activismo judío en nombre del anestésico emocional conocido ampliamente ahora como "tolerancia".

     ¿Cuál es la genealogía de la moral postmoderna? En su poema "The Genius of the Crowd" [3]Charles Bukowski escribió que "los mejores en el odio son aquellos que predican amor", lo cual no podría ser más apropiadamente aplicado a esos que ahora insisten en que cada país en la Tierra debiera aprender a amar a sus judíos. Vivimos en una edad donde el problema no es que "el odio está en marcha" sino que marcha bajo innumerables máscaras, apareciendo aquí como "amor" y allí como "tolerancia". La "guerra contra el odio" que presenciamos hoy no es una guerra contra el odio en general sino una guerra hipócrita contra la capacidad de la gente Blanca de sentir y expresar odio. Debería ser completamente obvio que cada otra raza en la Tierra tiene libertad para mantener todos los resentimientos, amargura, agresión y calculada frialdad que quiera, pero esas cualidades son consideradas demasiado peligrosas y demasiado volátiles en los Blancos. Es mejor que los Blancos sean eunucos emocionales, un tímido ganado puesto a pastar en pastizales de comida rápida y entretenimiento que embota la mente.

[3] https://genius.com/Charles-bukowski-the-genius-of-the-crowd-annotated

     El estoicismo, el budismo, y las ramas inter-confesionales de "tolerancia" del cristianismo están disfrutando de un amplio auge a través de Occidente, alimentados por una cultura que quiere que los Blancos sean "la rama que se inclina". Y tenga por cierto que es sólo en Occidente que la "guerra contra el odio" está teniendo lugar. No hay una campaña universal en favor de la amistad y la hermandad universal fuera de la ubicua propaganda multicultural en Occidente. La campaña en contra del odio, incluyendo sus manifestaciones legales, es inseparable del multiculturalismo, la inmigración de masas, el capitalismo global, y la disminución demográfica de los Blancos.


Guerra contra el Odio, Guerra contra los Blancos

     Se ha convertido en un axioma de la cultura occidental el que "estar fuertemente en contra" de cualquier cosa es moralmente defectuoso o cuasi fascista. En todas partes, y en todas las secciones del espectro político, los grupos luchan por evitar ser vistos como estando "en contra" de algo, no vaya a ser que ellos sean acusados de odiar a lo que se oponen. Es mejor ser "pro-vida" que "anti-aborto", y mejor ser "pro-elección" que "anti-fetos". Es mejor estar "a favor de fronteras fuertes" que estar "en contra de la inmigración". Es mejor decir que usted "apoya a los palestinos" en vez de declararse a secas como "anti-sionista". Es mejor decir que usted apoya la privacidad de las mujeres que dejar que se sepa que usted desprecia la noción de bribones que cambian de género que entran en baños junto con su mujer e hijas. Es mejor decir que usted está "a favor de la libertad de cultos" antes que afirmar su odio a la noción de que dos hombres pueden casarse entre sí. Cada tendón está tirando para formular los sentimientos de uno en una terminología positiva, a fin de que usted pueda ser visto como una persona "positiva" con intenciones "positivas". Incluso en nuestro propio movimiento he notado piezas de una retórica semi-sincera donde progresivamente prologamos nuestras aseveraciones de identidad e intereses con afirmaciones de que nosotros apoyamos (yo no) la identidad y los intereses de todos los pueblos, incluyendo el sionismo de los judíos (yo no). La putrefacción, mis amigos, es universal. En todas partes en Occidente ser "anti" cualquier cosa es considerado como altamente sospechoso, a menos que usted sea "anti-fascista" o "anti-racista", en cuyo caso usted está meramente en contra de la idea de que los Blancos tengan la audacia para estar en contra de algo.

     La guerra contra el odio se fundamenta en una ridícula premisa: que todo en la cultura moderna es perfectamente conveniente y que no hay argumentos lógicos o morales para oponerse fuertemente a cualquier cosa o a cualquiera en nuestro medio. ¿Qué es el odio? Un sentimiento de intenso disgusto. Las costumbres contemporáneas políticas y sociales le harían creer a usted que cualquier hombre o mujer Blancos que se preocupara de sí mismo y desarrollara un estado de antipatía debe ser una especie de monstruo. El simple compartir sus sentimientos de intensa aversión, ahora llamado "incitar el odio", ha sido considerado como una conducta criminal en un gran número de países occidentales. ¡Conducta criminal! Eso, a pesar de que nunca ha habido un momento en nuestra Historia más merecedor del aborrecimiento más profundo, el desprecio más severo, y el odio más cruel. Este pantano hirviente de invasión étnica, mezcla de razas, perversión, ignorancia, degeneración, degradación y humillación, es digno de cada gota de rencor y aborrecimiento que pueda factiblemente ser derramada sobre aquello. Yo odio todo eso, y si a usted le quedan algunos instintos naturales genuinos, y si usted no ha sido condicionado para estar en un perpetuo estado de tedio consumista, usted lo odiará también.

     Me da un placer particular al considerar el lema "Esperanza, No Odio" (Hope not Hate) que esgrime un grupo "anti-fascista" del Reino Unido dedicado a estar en contra de la idea de que la gente Blanca pueda estar en contra de algo. Por cierto, ellos ocasionalmente sazonan sus actividades con gestos simbólicos acerca del extremismo islámico, pero ellos realmente deberían decir "No Esperamos el Odio [Blanco]" (Hope not [White] Hate). Encuentro especialmente interesante que ellos no digan "Amor, No Odio" (Love not Hate), lo que seguramente sería la forma lógica de presentar una alternativa al odio.

     Y sin embargo tiene sentido que no escogieran la palabra "amor", por dos razones: En primer lugar, cualquiera que se opone al odio debe intrínsecamente obstruír el amor. Estos opuestos existen dentro del mismo espectro emocional, y si usted se distancia de uno de ellos, usted entra en un tipo de estrechez de miras emocional en el cual usted pierde de vista al otro. Si alguien le dice a usted seriamente que él no odia a nadie, usted puede estar seguro de que usted o está hablando con un mentiroso o con un miembro desapasionado de los emocionalmente castrados. En segundo lugar, aquellos que están detrás de ese grupo se vieron probablemente confrontados con la realidad de que lo que ellos han designado como "odio"—nativismo y nacionalismo— no puede racionalmente ser contrapuesto con "amor". ¿Qué se supone que aman dichos activistas y partidarios? ¿A las hordas de anónimos inmigrantes del Tercer Mundo? Siendo ésa claramente una petición demasiado grande, ellos optaron en cambio por la "esperanza". ¿Qué es la esperanza? ¿Esperanza de qué? La esperanza es optimismo en su extremo más irracional. La esperanza es cuando usted es perseguido hasta el borde de un acantilado por una jauría de perros rabiosos, cuando usted mira hacia abajo las olas espumosas, y "espera" que cuando usted salte, esquivará las rocas y sobrevivirá. Esperanza es lo que usted siente cuando todas las opciones, y todos los argumentos racionales para el optimismo, se han agotado. Verdaderamente no puede haber mejor nombre para una organización dedicada a la inundación de los países Blancos con inmigración masiva. Felicito a los líderes del grupo por su decisión.

     Es una ironía especial, por supuesto, el que los sacerdotes de la guerra contra el odio sean los judíos, quienes, ya durante más de un siglo, han posado como guerreros angelicales en contra de la intolerancia extrema y el odio. Viene eso de unas gentes conocidas desde los días de Julio César como odiadores del mundo que poseen el instinto más extraordinario para la misantropía. Y ahí quizás está su mayor fuerza: en que hayan aprendido a predicar contra el odio mientras retienen, protegen y acendran sus propios odios. Porque ¿por qué cosa posee el judío la aversión más intensa sino por la nación Blanca homogénea? Uñas raspando una pizarra: eso es la tradicional nación Blanca para los judíos.

     La campaña judía en contra del odio es un nuevo intento en una revolución de los valores. Aquellos imbéciles europeos que muerden ese cebo, convencidos de que ellos son parte de alguna cruzada moral en favor de la hermandad universal, se lanzan ellos mismos a una campaña que apoya al odio judío. ¿No es obvio que los europeos que adoptan los nuevos valores no están "en contra del odio" sino que meramente están sublimando sus instintos y están de acuerdo en odiarse a sí mismos? ¿Qué son las leyes contra la libre expresión, las oleadas de inmigrantes, y la imposición de nuevos valores por parte de gente extraña sino una odiosa violación de la soberanía y la imposición de una sistemática crueldad? ¡Imagínese la audacia que hay en introducir esas medidas bajo el estandarte de "combatir el odio"! Todas estas cosas, hasta el grado que restringen y castigan los sentimientos naturales de los europeos, les provocan un obvio placer y satisfacción a los judíos. Es materia de gran alegría para los judíos el que los Blancos se involucren por miles en purgar sus propias filas de toda capacidad para la oposición. Predicando "un mundo sin odio", los judíos promueven un mundo de Blancos dóciles y declinantes. Y ellos están considerablemente adelantados en esa causa.

     ¿Qué es el odio? Un sentimiento de antipatía, pero también algo más. Llegar a comprender que a uno le desagrada intensamente algo es el preludio para actuar contra ello. Necesito ser claro en lo que quiero decir aquí: La saturación propagandística contemporánea le haría creer a usted que el odio "produce" violencia y terrorismo. Ésos son puros disparates. Consulte el trabajo de cualquier experto serio en terrorismo y usted no encontrará el "odio" en ninguna parte enumerado como una explicación seria para ningún acto terrorista en ningún punto de la Historia. El odio es primordialmente una comprensión, y luego un estado de ánimo. Uno puede encontrar el terrorismo motivado en pequeña parte por el odio, pero también por el amor, el miedo, la confusión, la desesperación, la consideración táctica, el entusiasmo religioso, la angustia personal, la psicopatía, la presión del grupo, la psicosis, la adicción a las drogas, la avaricia, e incluso una combinación de todas esas cosas. Cuando digo que el odio es primordialmente una comprensión quiero decir que ella moldea trayectorias de comportamiento y condiciona respuestas. El odio no se crea espontáneamente a sí mismo. No surge en un hombre dado simplemente porque ese hombre es "malo". El odio surge en respuesta a estímulos, una especie de provocación. El odio siempre tiene una causa y un objeto. Y la persona con certidumbre en su odio es alguien que está dispuesto a creer que él puede al final vencer y derrotar a aquello que odia.


El Odio Más Duradero

     Los judíos han descrito el "anti-semitismo" como el "odio más duradero". Yo discrepo. Es claro para cualquier observador culto que el Semitismo mismo, en la medida en que el semitismosea definido como la expresión conductual del odio judío hacia el género humano, representa el odio más antiguo en la Historia escrita. El punto interesante aquí es que todos los exámenes hechos por judíos de lo que ellos perciben como el "odio más duradero" son notables por evitar el asunto de la causa y el objeto. El odio a los judíos es, para los judíos, enteramente espontáneo y se crea solo. El odio, una emoción humana, a menudo es puesto en cuarentena por una razonable consideración humana y representado en la comprensión judía como algo no realmente humano: un virus, una mutación teológica, o un funcionamiento psicológico defectuoso. Los europeos en las escrituras judías son esencialmente odiadores, en la medida que eso implica que los europeos se entregan a algo enteramente irracional e inexplicable. Renuentes a examinar su propio papel como la causa y el objeto, o a considerar sus propios odios bajo la fría luz del día, los judíos promueven la idea de que el odio mismo, o al menos el odio entre los europeos, está siempre desprovisto de causa y objeto. Para ellos el odio del hombre Blanco es siempre espontáneo, siempre irracional, siempre creándose solo, siempre inexplicable. En último término, como hemos visto, el odio en los europeos es "criminal".

     Si el Semitismo es, como he argumentado, el verdadero "odio más duradero", entonces ¿cuáles son su causa y objeto? Las causas aquí son tanto internas como externas para los judíos. El judaísmo, los orígenes precisos del cual permanecerán por siempre desconocidos e incognoscibles, ordena una separación estricta de otros humanos y la formación de una casta étnica por encima de todas las otras. El judaísmo afirma una superioridad última, cósmica, y permite la imposición de una ética inferior sobre presuntos inferiores. El odio judío ha surgido desde tiempos inmemoriales del simple hecho de que otros humanos (colectivamente amontonados simplemente como goyim) se niegan a aceptar ese estado de cosas, y no se entregan a la fantasía de dominación del judaísmo. Desde el comienzo del judaísmo hasta el día presente los judíos han encontrado poblaciones que se rehúsan a ver a los judíos como sus superiores. Esas poblaciones no-judías sistemáticamente han rehusado ser sometidas a un tratamiento inferior, y han odiado a los judíos por intentar imponer aquello sobre ellos. Los judíos han respondido a ese odio reaccionario con un odio adicional propio, un odio deshonesto que se esconde incluso de sí mismo y funciona como un malhumorado recordatorio de injusticias pasadas. El ciclo continúa interminablemente, con el odio judío internamente y perpetuamente potenciado por medio de la influencia del pasado.

     La lacrimosa historia de los judíos es de hecho la historia de los frustrados intentos de dominación, y aunque se presenta como un cuento de aflicción, es de hecho una lista de personas a las que se planea eliminar por venganza. Adam y Gedaliah Afterman han escrito acerca del período medieval como un tiempo en el cual los judíos cultivaron una poderosa teología/ideología de venganza por los percibidos agravios perpetrados por poblaciones anfitrionas. Un cuento ashkenazimedieval, por ejemplo, retrata a Dios como "anotando en su vestidura" los nombres de todas las víctimas judías a manos de los Gentiles durante el curso del tiempo a fin de que en el futuro la deidad tuviera un registro de aquellos a ser vengados [4]. ¿No es claro que ese cuento es una mera exteriorización de instintos más profundos? ¿No es la cultura y la historiografía judías la verdadera "vestidura" en la cual los judíos nombran a sus "víctimas", pavimentando de esa manera el camino hacia una venganza futura ejecutada no por una deidad sino por el verdadero objeto de la adoración judía: los judíos mismos?

[4] A. Afterman & G. Afterman, "Meir Kahane and Contemporary Jewish Theology of Revenge", Soundings: An Interdisciplinary Journal, vol. 98, Nº 2, 2015, pp.192-217.

     Cada acto de odio judío es por lo tanto al final deshonesto, predicado en base a falsas concepciones de venganza (ya que los antagónicos judíos no fueron nunca verdaderamente tratados injustamente) y por consiguiente incapaz de cumplirse. El odio judío no actúa sobre causas y objetos inmediatos sino sobre causas y objetos de todas las naciones y de todos los períodos de tiempo, incluyendo el pasado y el futuro remotos. La contemporánea imposición de la migración masiva y la degradación cultural en Estados Unidos es por tanto parte de un plan de venganza que tiene sus raíces en la antigua Roma, en la medieval Toledo, y en la Rumania de los años '20, etcétera. En esta caleidoscópica forma de auto-negación, los judíos tratan fundamentalmente de cambiar vuestra nación no porque ellos lo "odien" a usted —y ciertamente no porque ellos lo amen a usted— sino porque conocen demasiado bien los peligros del pasado. En medio de tal razonamiento, el obvio odio de ellos es obscurecido incluso para muchos de su propia gente.

     Por contraste, el odio de los europeos hacia los judíos, siendo honesto consigo mismo, siempre ha sido capaz de cumplimiento. El odio europeo a los judíos ha sido declarado bastante menos con respecto al pasado que a la causa y objeto inmediatos, y la resistencia europea ante los intentos de dominación judía en su mayor parte ha sido satisfecha con reducciones de ciertos monopolios. No tenemos un equivalente de la historia lacrimosa, y somos notables por nuestra carencia de cualquier clase de "vestidura" en la cual hayamos enumerado las víctimas de maquinaciones judías. Los europeos nunca han sublimado su odio a los foráneos, ni han disfrazado para ellos mismos esos odios. El odio europeo no se esconde de sí mismo, ni cobra el aspecto de un mero resentimiento. Siempre se ha preocupado por la acción y los resultados.

     Las expulsiones —la respuesta más radical para las provocativas causas y objetos de los judíos— fueron en la mayoría de los casos de breve duración, lo que ilustra la falta de rencores serios entre los europeos y una disposición a renovar los contextos para las relaciones. Ese supuesto "odio más duradero" entre los europeos tiene por consiguiente la notable calidad de grandes brechas, reanudaciones, cambios de sentido, y numerosas oportunidades en las relaciones decentes. Como pueblo, siempre hemos vivido en el presente y, salvo por el hecho de que se ha tomado ventaja de ello, esa amnesia, como Nietzsche observó, ha sido fuente de una robusta salud, acción, alegría y orgullo. El único error de los europeos históricos fue suponer que la pizarra también había sido limpiada totalmente del lado judío, siendo que de hecho la vestidura judaica de venganza ha estado creciendo cada vez más.


Conclusión

     La actual revolución en los valores está diseñada para hacer de los Blancos "la rama que se dobla". Al prescindir del odio, los europeos en todas partes se habrán resignado a la no-resistencia y a un estado psicológico en el cual la exitosa oposición a las fuerzas negativas de la vida contemporánea se vuelve imposible. El odio honesto entre los fuertes es saludable, bueno, y necesario. Es especialmente necesario en un medioambiente en el cual los adversarios de toda clase están involucrados en una hipocresía masiva, disfrazando sus propios intereses egoístas como "amor", sus propios rencores como "tolerancia", y su propio odio como "bondad".

     Rodeados por cosas detestables que actúan bajo la deshonestidad, debemos adoptar un "odio perfecto", y debemos estar seguros en él, en el conocimiento cierto de que, mientras los débiles caen a los lados del camino, nosotros lo llevaremos a su completación.–






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