En esta entrada publicamos algunos fragmentos de la tercera parte del libro de 1984 del escritor chileno Miguel Serrano "Adolf Hitler, el Último Avatara", donde éste, citando datos, contextualiza el fenómeno judío y su subproducto de los cripto-judíos o "marranos", difundido por el mundo y particularmente en el Nuevo Mundo, desde la Antigüedad hasta el presente, para al final interpretar los descubrimientos de Colón en términos de una conspiración mucho mayor y más antigua. Entre corchetes va lo de nuestra edición.
Sobre los Judíos y los Marranos en España y América
por Miguel Serrano, 1984
LOS JUDÍOS EN ESPAÑA Y AMÉRICA
Mucho se ha escrito sobre los judíos españoles, mejor dicho sobre los judíos en España. Las obras fundamentales son las de M. Kayserling (no confundirlo con el conde Hermann de Keyserling) y Amador de los Ríos, en el siglo pasado; la de Cecil Roth y la más amplia y exhaustiva de Julio Caro Baroja [*]. Todas esas obras adolecen de la misma falta: son parciales a favor de los marranos o, bajo una pretendida imparcialidad y "amplitud de visión", como gustan llamarla, escamotean el verdadero asunto. Caro Baroja se admira del hecho histórico del antagonismo esencial entre los pueblos nórdicos arios y los judíos, que se remonta al origen de los mismos. En ellos encuentra rasgos semejantes, como ser el nomadismo primero, el monoteísmo (lo que no es cierto, pues hemos visto que los arios son politeístas) y el culto de la pureza de la sangre. Y ahí se queda, pues le falta la cultura mítica y la sabiduría, como a la mayoría de los españoles, amplitud real de miras que le permitiera superar ese anti-germanismo de base de los iberos autóctonos, pudiendo entender lo que aquí hemos explicado de un modo repetitivo: los judíos se apropiaron hace milenios de algo fundamental perteneciente a los arios, para desvirtuarlo mañosamente. Por lo tanto, no hay similitud. Hay robo y falsificación en la forma y la substancia y polarización en los fines. Muy difícilmente un español aceptará esto, más aún cuando se permiten afirmar que los visigodos son un pueblo extranjero y personajes filo-judíos o filo-semitas como Américo de Castro escriben que, "como etnia, los visigodos e hispano-germanos quedan fuera del horizonte histórico español". ¿Qué es España, entonces? ¿El hombre de Neanderthal?
[*] NdelE: Dichos libros son: de Meyer Kayserling, "Christopher Columbus and the Participation of the Jews in the Spanish and Portuguese Discoveries", 1894 [publicado en castellano en este blog]; de José Amador de los Ríos, "Historia Social, Política y Religiosa de los Judíos de España y Portugal", 3 vols., 1875-1876; de Cecil Roth, "A History of the Marranos", 1932, y de Julio Caro Baroja, "Los Judíos en la España Moderna y Contemporánea", 3 vols., 1961-1962.
Por supuesto, no todos los españoles han pensado y piensan así. El mismo Pío Baroja tuvo una opinión diferente de su sobrino. Y la tuvo, desde luego, Quevedo. Ya hablaremos de esto. Por ahora deseamos citar lo escrito por Menasseh ben Israel, en su libro "Esperança de Israel", sobre lo que descubriera en América el marrano Aharón Levi Montezinos, en 1642:
"Sobre todo, a lo que doy más crédito es a la relación de nuestro Montezinos, portugués de nación, judío de religión, nacido en una ciudad de Portugal llamada Villaflor, de padres conocidos y honrados, de edad de cuarenta años, hombre de bien y fuera de ambición. Navegó a las Indias, y allá fue preso por la Inquisición, como sucede a otros muchos nacidos en Portugal, descendientes de los que el Rey Don Manuel hizo Christianos por fuerça (de rebus Himanuelis) iniquo y injusto; fuit quidem hoc neque ex religione factum; y por esto aun oy, conservan y observan secretamente la ley de sus padres que por fuerça y no por voluntad dexaron".
Del judío Montezinos, o Levi, hablan muchos de los que se han ocupado de la literatura judía peninsular. Porque el asunto de los antiguos judíos y su relación con los indios americanos es muy viejo, anterior al mismo Montezinos y a Menasseh. En publicaciones de Fernández Navarrete y en escritos de Pascual de Andagoya, se lee en relación con los indios de Panamá y Burita que, además de tener costumbres y trajes parecidos, era "gente ajudiada". Bernal Díaz del Castillo en su relación de "La Conquista de la Nueva España", señala que al descubrirse el Yucatán y verse casas de cal y canto e ídolos, "unos decían que eran del tiempo de los gentiles, otros que era del tiempo de los judíos que desterraran Tito y Vespasiano de Jerusalén y que aquí habían llegado con los navios en que les echaron de aquella tierra...". El sacerdote [José de] Acosta decía que se daba como argumento para sostener que los indios procedían de los judíos el que "eran medrosos y descaídos y muy ceremoniáticos, agudos y mentirosos...". "Su hábito parece el propio que usaban los judíos, porque usan una túnica o camiseta, y de un manto rodeado encima; traen los pies descalzos, o su calzado son unas suelas asidas por arriba y que ellos llaman ojotas. Y que éste haya sido el hábito de los hebreos dicen que consta así por sus historias, como por pinturas antiguas, que los pintan vestidos con este traje. Y que estos dos vestidos, que solamente traen los indios, eran los que puso en apuesta Sansón, que la Escritura nombra tunicam et syndonen, y es lo mismo que los indios dicen camiseta y monta".
El sacerdote José de Acosta no era un convencido de que los indios estos tuvieran que ver con los judíos. Sin embargo, los criptojudíos y los judíos que pasaron con los españoles al Nuevo Mundo, valiéndose del texto de Esdrás relativo a las diez tribus de Israel llevadas en cautiverio en tiempo de Salmanasar y desaparecidas luego (tras el Purimseguramente) se hallaban, convencidos que se encontraban en América. Y Levi Montezinos no hizo más que afirmar que, por fin, él había encontrado a dos de esas tribus.
Es interesante lo que se afirma del Yucatán, porque también allí se cometieron muchos sacrificios sangrientos, aún entre los mayas.
Es importante conocer que fue la muerte del "Santo niño de La Guardia", un sacrificado del Passover [la Pascua judía], en 1491, la que sirvió como motivo o excusa final para la expulsión de los judíos de España por los Reyes Católicos. Mucho se ha discutido sobre este y otros casos similares; pero Menéndez y Pelayo, junto a otros escritores, consideraba que era verídico y auténtico [**].
[**] https://es.wikipedia.org/wiki/Santo_Ni%C3%B1o_de_La_Guardia
¿Cuándo llegan los judíos a España? José Amador de los Ríos piensa que en tiempos bastante remotos, con los fenicios. Fundaron colonias cuando, "derramándose por el mundo apenas hubo un pueblo donde no llevaran su comercio". Estrabón, que vivía en la era de Augusto, dice: "Cuatro géneros de hombres hay en la ciudad de Cirene (África): ciudadanos, labradores, extranjeros y judíos; y estas cuatro jerarquías se hallan en todas las ciudades. No será fácil encontrar lugar en toda la tierra en donde una vez recibida esta gente, no prevalezca; porque Egipto y Cirene y otras muchas provincias han admitido su religión y mantienen grandes congregaciones de judíos, que se han aumentado con el tiempo y viven con sus mismas leyes". Y Filón certifica que "había colonias judías en todas las ciudades fértiles del Asia, África y Europa". Con seguridad las había en el litoral ibérico, aunque no en el interior todavía, hasta la destrucción del Templo. Toledo, por ejemplo, fue capital de los godos. El documento más antiguo que se refiere a los judíos en España es el Canon XLIX del Concilio Iliberitano en los años 300 al 301. Dice: "Amonéstese a los dueños de las haciendas para que no permitan que los judíos bendigan los frutos que Dios les da, para que no hagan frustránea nuestra bendición".
Puede verse que ya en esos tiempos los judíos son mal vistos en España. Como la "sombra negra de los Dioses Blancos" entran en gran número, siguiendo la invasión de los godos. Y es el rey visigodo Sisebuto el primero en tener que expulsarlos, a pesar de su natural bondadoso y justiciero.
Como hemos dicho, Caro Baroja es incapaz de aceptar la razón misteriosa y las consecuencias que de ella se desprenden de esa natural (o innatural) enemistad entre los pueblos arios y el judío, que solamente puede llegar a penetrarse por medio de la Weltanschauung del Hitlerismo Esotérico.
Si en España no hubiesen entrado los godos, esa oposición tan aguda que terminó con la expulsión de los judíos no se habría producido en la forma y estilo que conocemos. Aun cuando se expresó en términos de religión, valiéndose del medio extremo del Tribunal del Santo Oficio, o sea, de la Inquisición, el asunto era racial en el fondo; étnico. Es un hecho que la armazón legal de la Inquisición, su estructura social, es gótica, aunque el espíritu, paradojalmente, sea judaico en su intolerancia, tan ajena al alma visigoda y germánica. Y no es de extrañar, por tratarse del cristianismo judío de Roma. Además, el primer Gran Inquisidor, Tomás de Torquemada, era de ascendencia judía, marrana.
Sin embargo, la Inquisición se valió de métodos de comprobación de la pureza de la sangre casi idénticos a los que, pasando los siglos, vinieran a usar las SS hitleristas. Se investigaba más allá de la sexta generación para saber si un cristiano estaba limpio de impurezas judías en su sangre. Las Órdenes de Caballería iban aún más lejos. En la Orden de Santiago, en 1573 se estableció que "no pudiera tener hábito persona alguna que tenga raza de judío, ni moro, ni converso de parte de padre, ni de madre en ningún grado por remoto y apartado que sea". Don Alonso de Ercilla y Zúñiga, el muy noble autor de "La Araucana", casi no pudo entrar, por dudarse de la pureza de su ascendencia materna, creyéndose en la existencia de un abuelo marrano. Y recordemos que don Alonso escribe en su obra inmortal: "Mira a Bermeo, cercado de maleza —cabeza de Vizcaya, y sobre el puerto — los anchos muros del solar de Ercilla — solar antes fundado que la villa" [canto XXVII], vanagloriándose así de que el linaje de su padre era más antiguo en Vizcaya que la villa donde se asentaba. Su madre, por lo Zúñiga, descendía de un rey de Navarra; pero la madre de su madre, doña Catalina de Zamudio, bien pudo ofrecer dudas, por su abuelo materno, un tal Alonso Martínez de Nájera, o Najara, médico afamado en su época, hijo a su vez de Fernand Martínez Calabaza, mercader, "ciudadanoruano, que llaman converso", aún cuando no es seguro, pues los naturales de la ciudad de Nájera aseguraban que "el doctor Alonso era limpio y Cristiano Viejo, con ejecutoría de hidalguía". Así era de difícil poder saber a ciencia cierta en el siglo XVI, en 1571, cuando Ercilla deseaba tomar el hábito de la Orden de Santiago, quién era marrano en España, por algún lejano confín de su sangre. Las denuncias eran a menudo malignas. Don Alonso fue admitido en la Orden de Santiago. En todo caso, con este ejemplo, que a los chilenos nos toca de cerca, deseamos hacer ver cómo los procedimientos e investigaciones de las Órdenes españolas de Caballería eran tan minuciosos, si no más, que los de la Orden Negra SS. Himmler se inspiró en ellas, se sabe.
Sin embargo, en España era muy difícil encontrar ya linajes puros. Los judíos compraron la entrada al caudal de la sangre aria visigoda, como lo hicieron también con los moros. En base del dinero y de la usura se abrieron paso a las más altas cumbres de la nobleza. Existe el "Libro Verde de Aragón", que así lo prueba. Y el mismo Rey Católico, don Fernando, tenía sangre judía, marrana, por su madre. Hemos hablado de Torquemada, también se puede hacerlo de Santa Teresa de Jesús y de fray Luis de León, entre otros. Por esto mismo, cuando los judíos sefarditas españoles fueron expulsados de España y fueron a dar a Portugal, a Amberes, en Bélgica, a Holanda, a Inglaterra, a Venecia, a Napóles, a Turquía, a la Dalmacia y a tantos otros sitios del mundo de aquellos tiempos, sintiéronse hidalgos, eran orgullosos, mantuvieron la lengua de Alfonso el Sabio y despreciaron a sus propios congéneres. También llevaban sangre visigoda en sus venas y se sentían poseedores de un estilo soberbio y aristocrático. Eran dispendiosos. Tenían el alma aún más escindida.
Pero España libró una lucha étnica a muerte; mejor dicho, el godo español la libró. No abdicó nunca, no se dio por vencido, ya sea usando de la Inquisición, de las Órdenes de Caballería, o como fuere, en la Península y en el Nuevo Mundo. Y hay ciertas zonas donde el judío no entró, por la naturaleza misma de las circunstancias de estilo e inclinación: el campo, la agricultura (odia la Naturaleza) y el Ejército. Algunos hubo en las armas, pero fueron pocos. (El almirante Alonso Enríquez [de Castilla, entre 1405 y 1426] descendía por un lado de reyes y por el otro de judíos). En la vocación de las armas, por lo general se preservó la sangre goda. Y en la verdadera nobleza. Porque la hidalguía no existe si no hay germanos nórdicos. Y no sólo en España. Toda aristocracia terrestre es un asunto de raza, de etnia. No sé de qué otra aristocracia se pueda hablar, si no es de la sangre, de la raza. Cuando algunos españoles se refieren a títulos nobiliarios y a nobleza, queriendo hacer de lado la etnia, me son absolutamente sospechosos. No hay más nobleza en España si no se origina en los godos, en la pureza de un ancestro racial ario. Y ya casi no la hay, por lo mismo.
Fueron los godos los que perdieron España en la batalla de las Navas de Tolosa; pero también fueron ellos los que la recuperaron. El Cid era un visigodo de alma y cuerpo, como todos los jefes militares que, por siglos, desde los montes de Asturias, estuvieron combatiendo a los moros. Y la lucha contra los judíos fue también librada por ellos desde los primeros tiempos, con mayor o menor ventura. El rey castellano, don Alfonso X el Sabio, en su famoso código de leyes de Las Siete Partidas, ya establece:
"E por que oymos dezir, que en algunos lugares los judíos fizieron, e fazen el dia Viernes Santo remembranza de la Pasión de Nuestro Señor Jesuchristo, en manera de escarnio, furtando los niños, e poniéndolos en cruz, e faziendo ymagines de cera, e crucicandolas, quando los niños non pueder auer; mandamos, que si mas fuere de aqui adelante, en algund lugar de nuestro Señorío, tal cosa assi fecha, si de pudiere auerigar, que todos aquellos que se acertaron y en aquel fecho, que sean presos e recabdados e duchos ante el Rey; e después que el Rey sopiese la verdad, deuelos mandar matar abiltadamente, quantos quier sean"(Partida VII, tit. XXIV, Ley II).
Como se puede anotar, el rey Alfonso X el Sabiose está refiriendo a los crímenes rituales judíos, ya en sus tiempos.
Manuel Serrano y Sanz en sus "Estudios Históricos y Orígenes de la Dominación Española en América", publicado en Madrid en 1918, afirma que en millares de escrituras que revisó en el Archivo Notarial de Zaragoza no encontró más que una de un judío labrador. Todos eran sastres, pelliceros, zapateros, prestamistas, chapuzadores. ropavejeros, plateros y traperos. Los judíos aragoneses, más pudientes, en su mayoría eran prestamistas, banqueros y arrendatarios o recaudadores de impuestos. El Arcipreste de Hita decía: "El judío al año da tres por cuatro; pero el tablax de un día dobla el su mal dinero". Y Serrano y Sanz:
"Más que sociedad industrial, la aljama judía de Zaragoza era una institucíón bancaria (como el Templo de Jerusalén) que manejaba gran parte del capital de los cristianos. Valíanse los judíos para ello de los censales o treudos, género de contratos que hacían las veces de los actuales títulos de deuda municipal, y fueron muy usados por los municipios aragoneses para gastos extraordinarios o cubrir el déficit de sus presupuestos. La aljama hebrea de Zaragoza emitía muchas de estas obligaciones, para lo que necesitaba el consentimiento del Rey o de su lugarteniente, ya que la judería estaba puesta bajo patrocinio del Monarca y éste había de ejercer con aquélla funciones tutelares. Dichos censales o treudos se transmitían por venta, herencia u otros títulos, y no llevaban limitación de tiempo. El tipo de interés en el siglo XV fue, generalmente, el uno por quince del capital, si bien hubo casos del uno por diez. Para emitir o crear un censal por la aljama hebrea se necesitaba su aprobación en una junta de todos los cabezas de familia que, con los adelantados y el clavero, eran presididos por el comisario regio de las comunidades moras y judías. Aprobado aquel empréstito y hallado comprador del censal, se redactaba la correspondiente escritura pública... Todas las clases sociales de Zaragoza vivían, en gran parte, de los intereses del dinero que habían dado a los judíos en cambio de censales; de tal modo que cuando el clavero o clavario de la aljama judía hacía el pago en los días marcados, comparecían ante aquel judío, nobles, caballeros, clérigos, frailes de todas las órdenes religiosas, representantes de monjas, mayordomos de parroquias, viudas y doncellas...".
Al leer esta descripción referente al siglo XV, no se puede dejar de pensar que nada ha cambiado desde entonces, tratándose de judíos y de sus sistemas económicos. En Chile de la década del setenta al ochenta, bajo el control de los economistas de la "escuela de Chicago", del judío Milton Friedman, todos han vivido de los intereses y de los préstamos al capital, dejando de producir y de trabajar, de modo que el país entero se endeudó de forma irreparable. La usura arrasó con nobles y esforzados; con lo que de ellos aún quedaba.
En todas partes los judíos llegaron con su lepra. En Persia, en Egipto, en el siglo IX y X, montaron sus Bancas, donde iban visires y patriarcas a endeudarse en sus apuros. Esto puede leerse en "El Renacimiento del Islam" [de Adam Mez, 1936].
Metternich decía, con justicia: "Cada nación tiene los judíos que se merece". España y América tuvieron a los sefarditas, los Sepharim, de Sefarad [España, en hebreo], y a los marranos, además de los chuetas de Mallorca. Alemania tendría a los asquenazis. Sefarditas y asquenazis se odian cordialmente.
LOS MARRANOS
«Según Quevedo, los judíos son ateos en esencia, o a lo más, idólatras del oro. No esperan en realidad al Mesías, sino que lo que pretenden es conservarse como judíos y ver la destrucción de los pueblos cristianos, envueltos en herejías y rivalidades. El medro temporal es el fin supremo; la disimulación el medio: "Con esto —termina Quevedo— se apartaron, tratando unos y otros entre sí de juntarse, como pedernal y eslabón, a combatirse y aporrearse y hacerse pedazos hasta echar chispas contra el mundo, para fundar la nueva secta del dinerismo, mudando el nombre de ateístas en dineristas"» [Julio Caro Baroja, Los Judíos en la España Moderna y Contemporánea, vol. 1, Primera Parte, cap. 14, 6. La cita de Quevedo es de su obra "La Hora de Todos y la Fortuna con Seso"].
Así, el marrano español, es un judío disimulado, que "negocian de rebozo con traje y lengua de cristianos" [Cecil Roth, A History of the Marranos, pp. 415-416, citado en Caro Baroja, op. cit., ibid.].
"Marrano", en Italia, en el siglo XVI, tenía la acepción de "judío que después de haber sido bautizado por grado o por fuerza volvía al judaismo". Los italianos afirmaban que la palabra había llegado de España con los judíos escapados y expulsados. En España y Portugal el vocablo es usado desde varios siglos. Caro Baroja se refiere a un entroncamiento con "marah", de rebelarse,y con "maranatha", anatema. Pero Cecil Roth afirma que el término vendría del hebreo Marat Ayin, que significa "apariencia al ojo, a la vista"; es decir, cristianos solamente por fuera. O bien, del árabe, mura in, hipócrita. El vocablo "marrano"se refiere al cerdo y es del comienzo de la Edad Media en España. En el siglo XVI se lo aplica a los judíos expresando el enorme odio del pueblo español por los conversos, en los que veían a gente insincera. Puede también referirse a la prohibición del judío a comer la carne del cerdo, de lo que eran dispensados aún los conversos, en el día sábado.
Hasta la invasión mora, en el 711 d.C. (favorecida por los judíos), el gran problema visigodo fue el fracaso de la conversión de los judíos. Según una teoría, existía una ceremonia especial de anulación del voto cristiano en vísperas del Día del Perdón. El servicio de Kol Nidrehabría sido instituído en beneficio de los cripto-judíos españoles para absolverlos de todo compromiso a observar el cristianismo. La congregación judía se cubre la cabeza con el tallit, suerte de estola, para que los cripto-judíos de entre ellos no puedan ser reconocidos. La referencia inicial a los Abaryanim(transgresores) se toma como una alusión secreta a los iberos.
Cuando la invasión mora, los judíos y marranosse ponen de inmediato de su lado y traicionan, según su costumbre, a los visigodos que les habían acogido al comienzo de buena fe. Se dice que su traición fue decisiva en la derrota. Los moros los reciben a su vez. Luego, especialmente con la llegada de los puritanos musulmanes Almorávides, que fueran llamados a tratar de contener el avance del norte visigodo, en el 1148, termina la edad de oro para los judíos del Califato de Córdoba. Así, los conversos forzados al mahometanismo son los "donmeh", de este modo conocidos en Salónica y Turquía, donde emigran. Son ellos los que, pasando los siglos, impulsan el movimiento de los "Jóvenes Turcos", que destruye las tradiciones de ese país, "modernizándolo", en 1913. El judío Djavid Bey fue uno de sus dirigentes. Al igual que en España, hacia el exterior aparecen como musulmanes cumplidos y ortodoxos, mientras en sus hogares siguen practicando el judaísmo mesiánico.
De este modo, en todo lugar, el judío constituye un conglomerado de gente inasimilable, pasando a representar un Estado dentro del Estado que pretende desarticular y controlar en sus resortes fundamentales, en sus centros neurálgicos. El caso de España, por tocarnos muy de cerca y ser clásico, nos sirve para entender lo que pasara en Alemania y Austria en nuestros días. La vida entera había sido atomizada, corrompida, todos los puestos para profesionales en Berlín, en Viena y ciudades de importancia, se hallaban en manos judías, mientras los alemanes se consumían en la cesantía y la miseria. Sin embargo, Hitler fue menos duro con los asquenazis que los españoles de la Inquisición de los siglos XV, XVI y XVII con los sefarditas. No pretendió convertirlos, sólo quiso apartárselos. Todo lo demás es invención póstuma, de la postguerra. Muchos siglos habían pasado desde que sus antepasados visigodos los expulsaran de España y la Inquisición los quemara en el Viejo y Nuevo Mundo. Hoy también podrían decir que la "quemazón" superó los seis millones; pero no lo dicen pues no les es ya necesario. La razón de que aquí destinemos muchas páginas a tratar el problema judío en España, débese a que nos ilumina, por analogía, sobre lo que luego sucediera en el mundo, pudiendo penetrar mejor los acontecimientos de la última guerra, aclarando a los lectores algunas cosas que descorrerán velos de sus mentes, tal vez obnubiladas, por la contaminación de una propaganda que alcanza hasta a los más ilustrados.
A continuación copiamos del libro de Roth, un judío panegirista del "marranismo":
«"¿Qué puedo decir de España y Portugal, donde casi todos los príncipes, la nobleza y la gente común descienden de judíos apóstatas? Este hecho es allí tan conocido que nadie lo pone en duda... Los monasterios y conventos están llenos de judíos, a la vez que incluso muchos de los canónigos, inquisidores y obispos descienden ellos mismos de judíos. Muchos de ellos son de corazón judíos convencidos, aunque para no renunciar a los bienes de este mundo simulan creer en el cristianismo. Hay quienes posteriormente sufren de remordimientos de conciencia y, si encuentran la oportunidad, huyen. En Amsterdam y en otras partes encuéntranse agustinos, franciscanos, jesuítas y dominicanos que son judíos. En España, por otra parte, hay obispos y frailes observantes, cuyos padres y parientes viven aquí y en otras ciudades, para poder practicar la religión judía" (Limborch, Arnica Collatio, pp. 102, 209,276)» [Cecil Roth, A History of the Marranos, cap. XII, nota 1].
En 1560 el cardenal Mendoza y Bobadilla escribe, para hacer entrega al rey Felipe II, el libro "El Tizón de la Nobleza de España", donde se mostraba que casi toda la nobleza de Aragón y Castilla tenía sangre judía en sus venas.
Existe la leyenda judía medieval del Papa judío, de Elhanan. Esa leyenda seguramente se va a cumplir dentro de poco, cuando hay obispos y altos prelados judíos en el Vaticano. En Chile, en 1952, hace sólo treinta y un años, el abad de los benedictinos era un judío de origen asquenazi.
A los judíos conversos también los llamaban en España "cristianos nuevos", además de "alboraycos", de al-Burak, la fantástica cabalgadura de Mahoma, que no fue caballo ni mulo, ni macho ni hembra. Ni judíos ni cristianos puros. Pero se equivocaban, pues ellos seguían siendo sólo judíos, casi siempre. Se publicó un libro llamado "Libro de Alborayque", en el siglo XV, en que se los atacaba.
Es tan fuerte la "anti-sangre" judía, que hasta nuestros días predomina en los descendientes de los antiguos marranos españoles. No de otra manera se podrá entender la traición de Franco a Hitler y Mussolini. El apellido Franco es de origen judío-portugués y se refiere a "calles de judíos", ("franquería y rúa nova") calles "francas", donde podían habitar, ajenos al resto de la comunidad. De aquí viene el apellido Franco, dado "a sujetos que gozaban de franquicia". Aunque se diga que la familia del gobernante español procedía de Galicia, su origen es marrano, siendo muy posible que su cómplice, el almirante Canaris, jefe de los servicios de contraespionaje del ejército alemán, que trabajó con él para no permitir que Hitler se tomara Gibraltar, también fuera un marrano antiguo, de origen sefardita, cuya familia se instalara en Grecia, viniendo de Iberia. Su conocida inclinación por España tendría estas raíces vernáculas. Y es muy posible que el castellano que hablase fuese también el de Alfonso el Sabio. Fue uno de los grandes traidores a Hitler y culpable directo de la no invasión de Inglaterra y de la pérdida de la guerra. Los ingleses hicieron asesinar a Heydrich en Praga porque éste había descubierto a Canaris.
Casi todos los dirigentes políticos de la Repúblicaespañola eran judíos o descendientes de tales. Lo eran Juan Negrín, Indalecio Prieto, Fernando de los Ríos, Niceto Alcalá Zamora. Luego, André Marty, el "Carnicero de Albacete"; Federico Montseny, dirigente anarquista. Y hoy lo es Enrique Mugica Herzog, cerebro gris del marxismo. Y lo es el nacionalista Blas Pinar. La primera cosa que hizo el rey Borbón, al asumir el trono, además de traicionar a Franco, fue visitar la Sinagoga y al Gran Rabino. Su padre es masón y seguramente tendrá también vínculos sanguíneos, o de otra especie, bastante estrechos con el judaísmo internacional.
Hemos dicho que nos detendremos en este capítulo de la historia ecuménica de España, en éste su drama. Más bien, del drama general de los arios hiperbóreos a que este libro se refiere, de la tragedia de los godos en España, porque nos ayudará a comprender el profundo tema aquí tratado, mirándolo desde este ángulo, que es de nuevo el muy importante de la sangre. De la "memoria de la anti-sangre", en este caso.
Veamos al mismo Fidel Castro. Es judío, ya que el nombre, aún siendo de Galicia —y entonces bien podría no serlo— lo es en la gran mayoría de las veces. Y aquí es casi seguro que lo sea por las características biográficas de este individuo, que se ha entregado en cuerpo y alma, pudiendo no haberlo hecho, a la causa del más gran Kahal judío de la Historia, el bolchevismo soviético, controlado e inventado por el judaismo. Su amistad con Salvador Allende Gossens, el dirigente socialista marxista chileno, era de "anti-sangre", así bien entendida. Ellos no necesitaban de palabras para comprenderse.
Aun durante los romanos, los judíos en Iberia eran importantes. Pretendían descender de una aristocracia de Jerusalén. Seguramente pertenecían a las tribus de David y Judá. Una vez que los visigodos arrianos se convierten al cristianismo de Roma, hacen presión sobre las comunidades judías, y, entre el 612 y el 620, durante el reinado de los sucesores de Recaredo, noventa mil judíos se convierten al cristianismo. Hasta el último rey visigodo, Rodrigo, las disposiciones son severas. Ya hemos visto que los moros encuentran muchos judíos conversos y no conversos en España. A partir de la legislación de Alfonso el Sabio—1252-1282— las cosas se ponen aún más difíciles para ellos. A fines del siglo XIV y comienzos del XV había cerca de once mil conversos en los reinos de Castilla y Aragón. En 1411, en un solo día, se hacen 4.000 conversiones. Se dice que las hizo fray Vicente Ferrer. En Toledo, en Zaragoza, en Calatayud, en Fraga, en pocos años se convierten 35.000 judíos. Seguían practicando en secreto sus leyes y volvían abiertamente a ellas cuando la presión disminuía. A partir del siglo XIV hay centenas de miles de marranos en las Españas. Sólo en Galicia y Asturias casi no los hay; aún es tierra de visigodos, tierra del Cid.
Mas, ya los marranos han iniciado la penetración y el ascenso a las más altas cumbres, valiéndose de las finanzas. Son los recaudadores de las gabelas. En 1480, la Suprema Corte de Justicia es presidida por un marrano y las Cortes mismas estaban bajo su control. La familia Santángel adquiere gran preeminencia. La familia catalana De la Caballería, ni siquiera necesita cambiarse el nombre judío. El hijo de Alfonso de la Caballería se casó con la nieta del rey Fernando de Aragón. La noble familia Henríquez, a la que pertenecía la madre del rey Fernando el Católico, contrajo alianza con una familia marrana y también lo hicieron los Luna, Mendoza, Villahermosa y otros más. Don Juan Pacheco, marqués de Villena, gran maestre de la Orden de Santiago, virtualmente soberano de Castilla durante el reinado de Enrique el Impotente y aspirante a la mano de Isabel, descendía por ambos lados del judío Capón. Su hermano, Pedro Girón, fue gran maestre de la Orden de Calatrava. Como puede verse, se han burlado aún aquí las estrictas reglas que, a ser veraz, se impusieron más tarde con toda fuerza en esas Órdenes. En nuestros tiempos hemos tenido también un ministro Girón, de Franco, conspicuo miembro de esa dudosa organización del Opus Dei y con todas las características de exageración filo-místicas de los conversos, mezclada con negocios y especulaciones políticas y financieras, típicas de esta sociedad marrana, o de marranos.
Siete grandes prelados, por lo menos, tenían sangre judía. Pablo de Santa María, obispo de Burgos, era Salomón Levi; su hijo ocupó luego el mismo cargo y fue uno de los delegados españoles al Concilio de Basilea, cuya política anti-judía inspiró. Su hermano Gonzalo fue obispo de Sigüenza. También Pedro de la Caballería [llamado antes Bonafós de la Caballería], mestre racional en la Corte de Aragón, ganó el favor de la Reina María y asistió como comisionado suyo a las Cortes reunidas en Monzón y Alcañiz, en 1436-1437. Por catorce años trabajó en escribir una obra ferozmente anti-judía: "Zelus Christi contra Judaeos et Sarracenos". Todos sus hijos ocuparon altos cargos. Luis fue consejero del rey Juan, Jaime fue amigo de confianza de Fernando el Católico. Samuel, que tomó el nombre de Pedro, llegó a una distinguida posición en la Iglesia. Isaac, que tomó el nombre de Fernando, fue vice-principal de la Universidad de Zaragoza. Ahab, que tomó el nombre de Felipe, fue uno de los Grandes de la Corte. Pedro de la Caballería participó en las "negociaciones" del matrimonio de Isabel la Católica con Fernando de Aragón. En el libro de Pedro se revelan los crímenes rituales judíos.
Los conversos y prelados marranos son los más fanáticos católicos y dan al cristianismo español esas características que le valieran, hasta hoy, el apodo de Institución Negra. No en vano el primer Gran Inquisidor fue el judío marranoTomás de Torquemada, cardenal de San Sixto. También lo eran el piadoso Hernando de Talavera, arzobispo de Granada, y Alonso de Oropesa, General de la Orden de los Gerónimos. La Orden de los Jesuítas posee todas las características principales de la idiosincrasia judía: racionalismo y simulación, crueldad e hipocresía. Hoy es pro-marxista, por excelencia. La ambivalencia marrana queda de manifiesto en la Inquisición, donde practicaba el principio táctico del anti-semitismo, hábilmente dosificado para lograr la cohesión y mejor propagación del mesianismo sionista. Allí donde el anti-semitismono existe en la forma deseada, los judíos mismos lo inventan, creando su leyenda más oscura, como en el caso de los hornos crematorios y del genocidio de Himmler. Sin embargo, la Inquisición, en sus tiempos más serenos y sabios, logra legislar "científicamente" en lo que a las layes de la etnología se refiere. En esto hasta podría ser modelo para las SS.
Los Cristianos Nuevos, aún después de media docena de generaciones, seguían siendo "nuevos", pues se casaban entre ellos, casi siempre. Primos con primas y hasta tíos con sobrinas. Los Cristianos Viejos forzaban esta solución por temor a mezclarse con ellos. Los descendientes de matrimonios mixtos eran considerados por los Tribunales del Santo Oficio como "medio cristiano nuevo". Si sólo tenía lejanos antecesores, era "parte cristiano nuevo". Si tenía más de medio antecesor judío, era "más de medio cristiano nuevo".
La Inquisición expedía certificados de "Limpieza de Sangre". Únicamente poseyéndolos se podría participar en el ejército, en las Órdenes de Caballería, en el Santo Oficio, o entrar a las Universidades y a las Corporaciones de Estudiantes. Esto aconteció ya en tiempos más avanzados de los Tribunales y cuando la Inquisición se "limpió" internamente. Para viajar al Nuevo Mundo se necesitaba también de esos certificados, disposición que a menudo se evadiera, como lo veremos. Sin embargo, la Inquisición, con todas sus ambigüedades, cumplió su cometido y logró, al final, extirpar la duplicidad del marranismo, sin muy altos costos, pues es exageración judía afirmar sus grandes crímenes y ejecuciones. En total, en muchos siglos y en ambos mundos, en el Viejo y el Nuevo, los "autos [de fe]" fueron increíblemente pocos. La mayor parte se cumplía en efigie, cosa que el judío únicamente conoce en sus prácticas de magia negra. ¡Cuántas veces ellos habrán "sacrificado" en efigie a Hitler, ya sea que lo crean vivo o muerto!
Jamás el judío perdonará a la Inquisición el haber tenido un éxito siquiera parcial. Y hoy trata de "desfacer lo que fiziere", reincorporando oficialmente a los marranos al judaísmo, en el Viejo Mundo y en el Nuevo Mundo.
Los combatientes arios, exiliados en la Tierra del Demiurgo, deben a la sangre visigoda en España el haber planteado y librado hasta el límite de sus posibilidades la lucha contra la anti-sangre judía. De esta lucha de siglos, mucho más dura e importante que la guerra contra los moros, España, como nación, como conglomerado étnico, saldría aniquilada. Más aún tras la Conquista del Nuevo Mundo, donde la sangre visigoda se pierde a raudales en las guerras del Reino de Chile.
Otros se admirarán de la pertinacia casi sobrehumana, digamos mejor, no humana del judío para mantenerse en su línea y su misión de hijo de "su dios", del Demiurgo Yahvé, del Señor de las Tinieblas. Pero nosotros no podríamos admirarnos, habiendo llegado hasta estas profundidades en la redacción de este libro. Mientras su anti-sangre se mantenga "impura", como el Demiurgo arquetípico lo requiere y necesita, éste puede manipularla en sus registros, desde fuera del mundo, y no permitirá jamás que se aparte de su misión y su destino. Seguirá utilizándolo. Puede que hayan existido algunos pocos marranos, conversos de buena fe; pero mientras su anti-sangre esté ahí, aun en contra de su voluntad, actuarán en la atmósfera y el estilo dispuestos. En el instante decisivo, si la "anti-sangre" es más fuerte, o más en cantidad que el río de la sangre divina visigoda, reaccionarán en consecuencia, dirigidos por los "demonios-instintos", que manejan el código genético de los bastardos, de los impuros, de la "anti-sangre". La sangre pura de los arios hiperbóreos, de los siddhas, es un vapor ígneo que se origina en el Rayo Verde. Puro viene de Pur, fuego, en sánscrito. La Sangre Pura es el Fuego del Rayo Verde. Y es por la sangre pura que los Guías Hiperbóreos pueden comunicarse con los vîras, con los guerreros exiliados en el Universo del Demiurgo.
Hieronymus Münzer, un viajero alemán que visitó España entre 1492-1495, cuenta que hasta pocos años antes existía en Valencia, en el sitio ocupado luego por el convento de Santa Catalina de Siena, una iglesia dedicada a San Cristóbal donde los marranos tenían sus sepulturas. Fingían conformarse a los ritos de la religión cristiana, pero en secreto realizaban los del judaísmo. El mismo caso se cumplía en Barcelona, donde si un judío decía: "Vamos a la Iglesia de la Santa Cruz", referíase a la Sinagoga secreta, a la que llamaban de ese modo. Y en Toledo, donde también existe una iglesia del mismo nombre. El relato más fidedigno de todos los subterfugios de que los marranos se valían puede leerse en la "Historia de los Reyes Católicos", de [Andrés] Bernáldez.
Un caso típico de la psicología judía se registra en las peripecias de un monje marrano, que pasó a una ciudad de Berbería, en África, donde vendió todas sus indulgencias a unos viajeros provenientes de "Angleterre" y fue luego acusado de fraude por éstos al descubrir que era un judío. El "monje" se defendió diciendo que él "no había cometido falta alguna, respetando las leyes del puerto franco, al vender una mercadería declarada y solicitando las mismas facilidades que para todos los otros traficantes de ese puerto".
LA DIÁSPORA MARRANA
El Concilio Provincial de Tortosa, en 1429, y el Concilio General de Basilea, en 1434, se ocupan del grave problema de los Cristianos Nuevos y de su duplicidad. El descendiente de visigodos, el Cristiano Viejo, únicamente veía a judíos hipócritas que trepaban a las altas esferas del poder, comprándolo todo y desplazando de sus tierras hipotecadas a los antiguos hidalgos y guerreros. La oposición mayor se centró en Castilla (la Tierra de los Castillos del Dios Wotan), en Toledo, Murcia y Andalucía. En 1449 la Orden de Calatrava, refugio de Templarios, se pone de parte de los Cristianos Viejos contra los marranos o Cristianos Nuevos. En la mitad del siglo XV se producen grandes disturbios, masacres y matanzas de marranos en distintos lugares de las Españas. Y es así como el 1º de Noviembre de 1478, por bula papal, se crea la Inquisición española, autorizando a los monarcas católicos para designar Gran Inquisidor y se les entregan plenos poderes sobre los heréticos de España. La Inquisición se inaugura en Sevilla. En 1486 se celebra el primer "auto" en Toledo y 700 marranos fueron condenados. En un año llegaron a 5.000, con diversos castigos, consistentes la mayoría en portar el "sambenito". En Castilla, Torquemada procesó a dos obispos. En 1483 se había creado el Consejo Supremo y General de la Inquisición, habiendo sido confirmado Tomás de Torquemada como Gran Inquisidor.
Llegamos así al año de 1492, con la captura de Granada, que marca el final de los reinos moros. Se ha logrado al fin la unidad de España, tras tantos siglos de guerra. Ahora no se podía seguir permitiendo comunidades extrañas. La Inquisición hace buen uso del caso del crimen ritual del "Santo Niño de La Guardia", que ya hemos referido. Y es de este modo como el 30 de Marzo de 1492 los Reyes Católicos decretan la expulsión de todos los judíos de España y de sus dominios. Cuatro meses después, el 31 de Julio, los judíos habían partido. Los marranos quedaron aislados, sin sus sinagogas y rabinos.
Como hemos visto, se desparraman por todo el Mediterráneo, por Italia, Grecia, Turquía, Macedonia. Y tras ellos también van los marranos, que no se conforman y que encuentran una vida más y más difícil cuando no se asimilan totalmente a la otra sangre. Después de tantos siglos, me fue dado encontrar judíos sefarditas viviendo aún en Macedonia, en Yugoslavia. Poseían imprentas para publicar un diario en castellano antiguo. El gobierno de Tito nombró un embajador en Chile de origen sefardita. Me extrañó entonces que al hacerme la visita protocolar, antes de partir (yo era embajador de Chile en Belgrado), me hablara en castellano, pero en un castellano arcaico. Decía "agora", por ahora. Usaba el castellano de Alfonso el Sabio.
Muchos tomaron rumbo a Portugal, donde también pasaron muy pronto a alcanzar las alturas y la nobleza. De allí se dirigirán a Brasil, en gran número. En Lisboa se hacen monjes y monjas. En Portugal tomaban nombres portugueses y en Hamburgo, la misma familia, conservaba el nombre judío, manteniendo los más estrechos contactos a través del comercio que controlaban en los puertos del Atlántico. En Hamburgo los judíos pasan a reemplazar a la Liga Hanseática, con raíces en los Caballeros Teutónicos, introduciendo la usura y el interés. En 1621, un portugués, Vicente de Costa Mattos, publica su "Breve Discurso contra la Herética Perfidia do Judaismo", que fuera traducido al castellano y circulara muchísimo.
Los judíos pasan a controlar el comercio de las colonias. En todas partes donde llegan se expresan en castellano y portugués. De inmediato montan sus organizaciones, a las que dan curiosos nombres, anteponiendo siempre la palabra Kahal, que significa consistorio, congregación, o algo así. En Venecia es "Kahal Kadosh", Congregación Santa. Será conocida por su abreviatura: KK. En Holanda es: "K.K. Talmud-Torah". En Londres: "K.K. Schaar ha-Schamayim", Puerta del Cielo. En Bayona: "K.K. Nefusot Yehudah", Sagrada Congregación de los Dispersos de Judá. Esta costumbre pasará a imitarse en Nueva York, fundándose la "K.K. Schearith Israel", Sagrada Congregación de los Restos de Israel. Y en New Port: "K.K. Yeschuath Israel", Sagrada Congregación de la Salvación de Israel. Así, cuando los emigrantes ashkenazimllegan a América, desde Alemania, en el siglo XIX, siguen el ejemplo de los sefarditas. Los marranos, venidos a la América del Norte, proceden de Venecia, o de Brasil.
En Venecia habían cambiado sus nombres portugueses. Por ejemplo, Duarte Pereira pasó a ser Lombroso. El escritor de este nombre, creador de la "teoría fisiognómica" en "medicina criminal", típica judía, era descendiente de un marrano portugués, de origen sefardita. La Toscana también los recibió. En Liorna se instala un "Kahal Kadosh". En el siglo XVI esta ciudad tiene siete mil judíos. Todas las compañías de seguros marítimos están en sus manos. Llegan a Roma, a Francia, a Burdeos, a Aviñón. En Hamburgo crean el Banco del mismo nombre, en 1619. Desde allí siguen a Dinamarca y a toda la Península Escandinava. Actuaban con diversos nombres. Por ejemplo, Abraham Pereira, de Amsterdam, comerciaba bajo el nombre de Gerard Cari Bangardel. La llegada de los sefarditas de la Península Ibérica produce un profundo cambio y revolución en las formas y métodos de penetración del judaísmo. Introducen la vestimenta gótica en las sinagogas y, a pesar del desprecio que manifestaban por sus hermanos de sangre ashkenazim, les sirven de punta de lanza en la penetración nórdica. Una vez aceptados los sefarditas, era más difícil prohibir la de los otros.
Mas, el verdadero paraíso, la nueva Jerusalén, vendría a constituírla Holanda. Por distintas razones, es allí donde se congregan con su comercio, sus imprentas y sinagogas.
No deberíamos admirarnos del papel que Holanda y Escandinavia han llegado a desempeñar en los tiempos modernos, con su socialismo deslavado, con sus socialdemocracias masónica y puritana. Cuando Julius Évola se refiere a la involución de la raza vikinga, no tiene en cuenta la posibilidad de que tal vez allí no exista ya porcentaje superior de sangre aria hiperbórea. Y esto porque Évola desconocía el gran problema marrano. O bien, si lo conocía, por alguna razón lo soslayaba. Pone como ejemplo la degeneración de holandeses, suecos y daneses para aportar agua al molino de su teoría sobre la "raza del alma" y la "raza del espíritu". Quiere hacernos creer que aún existiendo raza biológica, la decadencia se produce porque no hay raza del espíritu. La verdad es que en los Países Bajos tampoco hay ya raza biológica, porque allí el marrano encontró su Nueva Jerusalén, en el siglo XVI. Contemplemos sólo el rostro de Olof Palme, ese Primer Ministro sueco, y podremos saber de inmediato a qué raza pertenece. Ése no es un descendiente de vikingos, de seguro. Y esto que así acontece con los dirigentes que controlan el mundo escandinavo y de los Países Bajos, también pasa en Inglaterra ("Angleterre").
Los Países Bajos habían estado unidos dinásticamente a España, al igual que Bélgica, con su puerto de Amberes, tan importante. Las naciones puritanas pasan a proteger a los judíos por ser perseguidos de la Inquisición católica. Además, la lectura del Antiguo Testamento los predispone a su favor. En Amsterdam, muy luego llegan a controlar el 25 por ciento de su comercio. Los Mendes se hacen dueños de los puertos. José Mendes de Castro era Abraham Athias. [Pierre] Mendès France era un judío sefardita que llegó a ser Primer Ministro de Francia en nuestros días [1954-1955], desmembrando lo poco que le quedaba de su Imperio. También en Amsterdam los judíos imprimieron las más bellas Biblias en castellano y portugués. Hay una tendencia principal en los judíos, sean sefarditas o ashkenazim, a apoderarse de todos los medios de publicidad, de las imprentas o de los diarios. Esto lo podemos comprobar muy bien en Sudamérica, donde las familias que han controlado la prensa tradicionalmente son judíos marranoso chuetas (ya hablaremos de los chuetas). Controlan también las casas editoras y, al presente, la televisión. Desde tan antiguo, ya se dirigían a cumplir con las instrucciones de los "Protocolos de los Sabios de Sión", que en aquel entonces se hallarían únicamente en el nimbo del Arquetipo.
Desde la organización "Yeshiva [institución educacional] de los Pinto", fundada [en Amsterdam en el siglo XVII] por la poderosa familia marrana de los Pinto, zarparon para América (Brasil) rabinos que fueron a reconfortar a sus hermanos marranos y a dirigir la comunidad del Nuevo Mundo, repartiéndose estratégicamente en las áreas de habla portuguesa y castellana.
En Amsterdam y Amberes vivían Isaac da Fonseca, Aboad Moses Zacuto, Salomón de Oliveira, Daniel y David Cohén de Azevedo, Josua da Silva y el famoso Menasseh Ben Israel, ya mencionado. Este último establece la primera imprenta judía local, en 1627, que debería convertir a Amsterdam por los próximos doscientos años en el centro del comercio del libro. Es él quien en su opúsculo "Esperança de Israel" nos cuenta de los indígenas judíos de América. Es también quien más se esfuerza porque sus connacionales sean readmitidos en "Angleterre", encontrando la colaboración de Cromwell, tal vez su hermano de raza.
El argumento esgrimido por Cromwell, que estudiaba la "muy humilde", por no decir rastrera, petición de Menasseh (así llegan siempre a un nuevo país, arrastrándose, o comprando la entrada, como a Chile), fue la necesidad de desplazar el dominio comercial de Holanda y de España en los mares del mundo, por lo general en manos de judíos. Con la expulsión de España, también llegaron Cristianos Nuevos a Londres. En 1521 se les encuentra instalados en Inglaterra.
La gran casa financiera de los Mendes, de Amberes, establece relaciones, llegando a hacerse cargo de las transacciones de los empréstitos de la Tesorería inglesa. Cuando se les persigue, la reina regente de Holanda interviene a su favor ante la Corte inglesa. Fue así como el marrano Héctor Núñez [1] informó a [Francis] Walsingham, ministro de la reina Isabel [I de Inglaterra], del arribo a Lisboa de la "Armada Invencible" [española]. Contaba con toda la confianza del ministro; era médico y comerciante. Ya hemos dicho que los judíos marranos financiaron a Drake y también a corsarios holandeses que atacaban en todos los mares a los galeones de España. Mas, tras la derrota de la "Armada Invencible" hubo en Inglaterra una oleada de anti-semitismo, interrumpiéndose las relaciones comerciales con España, mantenidas a través de los marranos. Se refleja ese sentimiento en las mismas obras de Shakespeare, en "El Mercader de Venecia". En 1609 vuelven a ser expulsados de Inglaterra los sospechosos de judaísmo.
[1] Es necesario aclarar que muchos judíos marranos en España y Portugal han tomado para sí nombres visigodos, como Núñez en este caso. Este apellido visigodo llegó a Chile con Pedro de Valdivia. A la distancia de los siglos, es muy difícil ya entrar a distinguirlos. Cada uno deberá reconocerlo dentro de sí mismo, en la voz y la memoria de la sangre. Por ejemplo, nombres como Sánchez, Castro, Pinto, Torres, etcétera, pueden ser y no ser marranos, habiéndoselos apropiado los judíos sefarditas.
Sin embargo, después de algunos años, en el siglo XVII, importantes judíos vuelven a Inglaterra, pasando a ser directores en el comercio y prominentes en la política. Así, Simón de Cáceres, quien prestó muy útiles servicios en la conquista de Jamaica y aconsejó al gobierno a comerciar con Barbados. Ese mismo marrano sugirió a Cromwell, en un memorándum, la conquista de Chile.
Por su situación isleña y de comunidad amenazada desde muchos lados, la psicología de los ingleses, al igual que la de los suizos (una isla continental), se presta para ser receptiva al modus operandi de los judíos. Es con facilidad que el judío impone su estilo usurario y "dinerista", como diría don Francisco de Quevedo, al comercio del Imperio inglés, su "rapiñismo", pasando a dominar, siglos más tarde, la Compañía de Indias, como también dominara la Compañía de las Indias Occidentales, de Holanda. De este modo, transforma lo que pudo ser Imperium, voluntad de Imperio, en imperialismo y explotación. Algo semejante acontece con la nación helvética, donde los suizos "son peores que los judíos", según la expresión del conde Hermann de Keyserling. Es decir, se han transformado en lo que son, por la fuerza de las circunstancias, del calvinismo, de las logias masónicas y del control que sobre toda la vida nacional —una vida de banqueros y de usura— ejercen los judíos. La existencia en Suiza, cada vez más, se asemeja mentalmente a la de un "kibutz"israelí. Todo lo que allí no está prohibido, es obligatorio. Los ingleses tienen un alma judía en un cuerpo ario.
A Escocia los judíos llegaron antes aún que al resto de las islas. Curiosamente, hasta en las peculiaridades dietéticas se encuentran semejanzas. Allí hubo una asimilación desconocida. Existe también una misteriosa creencia en una traición druida. Mucho se ha hablado de que alguna de las tribus perdidas pudo ir a dar a Escocia, a Inglaterra, perteneciendo los druidas a esas tribus de Israel. Cuando escribimos "El Cordón Dorado" [1978] aún no poseíamos esta información, la que aún no hemos comprobado. En todo caso, Robert Bruce, en el siglo XIII, recibe a los templarios, cuyo origen se ha encontrado en las órdenes de influencia druídica de cistercienses y benedictinos. Los Templarios son destruídos porque tratan de independizarse. La Masonería Escocesa tiene mucho del ritual y simbologías judaicos. [...]
En Inglaterra los judíos han llegado a penetrar muy arriba y muy hondo. Rothschild es un Lord. La nobleza también está contaminada, aun la realeza. Se afirma que hasta se circuncidan. Lord Mountbatten se casó con la descendiente de banqueros judíos, renegando de su ancestro germánico. Su padre, Lord del Almirantazgo, fue obligado a dimitir el cargo en la Primera Guerra Mundial por provenir de Alemania. Debió cambiarse el nombre de Battenberg. Fue una gran humillación. Pero si al hijo le hubiera pedido ponerse un nombre judío, tal vez lo hubiera hecho. Ya estaba totalmente al servicio del "pueblo elegido". Había vendido su sangre gótica, hiperbórea, a la anti-sangre de Judá. Su hija es marrana y sus nietos tal vez se circunciden. Otro tanto ha sucedido con el que fuera príncipe consorte de Holanda, Bernardo. Habiendo pertenecido a las SS, en Alemania, renegó también de su sangre y de su patria. Detestó a Chile, "porque los militares usaban el uniforme prusiano", y pasó a ser uno de los dirigentes del grupo de los Bilderberger, organización sinárquica del judaísmo internacional, al servicio de la Gran Conspiración. Todos estos nobles germanos empobrecidos, para mantener su status estuvieron dispuestos a venderse a los dineros de Sión. Y también cometer la más innoble traición y felonía contra su sangre y el Führer de su raza, arrojando a su verdadera patria al abismo de la partición. Y a su aniquilamiento. [...]
A mediados del siglo XVII una corriente de seudo-mesianismo comenzó a recorrer el universo marrano de Holanda y de Amberes. En el año cabalístico de 1666 (tres 6) se creyó que el Mesías había encarnado en la persona de Sabatai Zevi. Las premoniciones de Menasseh ben-Israel sobre el encuentro de dos tribus perdidas en el Nuevo Mundo contribuyeron. El impostor encontró en los marranos sus más fieles secuaces. En Londres, en Portugal, en Hamburgo se prestaba juramento al Mesías. Jóvenes judíos ejecutaban danzas en la Sinagoga, portando cinturones verdes, emblema del Mesías. En Amsterdam, rabinos [portugueses] como Isaac Aboab da Fonseca y Moses Raphael d'Aguilar se plegaron con entusiasmo. El filósofo racionalista y médico Benjamín Musafia se olvidó de sus creencias y se sumó al movimiento. El mismo Spinoza, filósofo de origen sefardita, se interesó por el Mesías. Millonarios, como Israel Pereira, partieron al Levante a unírsele, hasta que éste apostató, produciendo la ruptura de la tensión, aunque no de la esperanza del judaismo mesiánico. [...]
LA CRUZADA CONTRA EL GRAL
"Así que, después de haber echado fuera todos los judíos de todos vuestros reinos y señoríos, en el mismo mes de Enero mandaron Vuestras Altezas a mí que con armada suficiente me fuese a las dichas partidas de India". Así comienza Cristóbal Colón, también un judío, su relato de la expedición que le llevó al Nuevo Mundo. Zarpó un día después de la partida del último de los expulsados [**]. Las carabelas que le conducían soltaron amarras en un puerto de Andalucía.
[**] NdelE: El decreto de expulsión de los judíos de España, firmado en Granada, es del 31 de Marzo de 1492, y las Capitulaciones de Santa Fe, Granada, por las cuales se autorizó a Colón a su viaje, se firmaron allí el 17 de Abril. Esas palabras del descubridor, del diario de su primer viaje, han desconcertado a muchos. La mención de Enero como mes de ambos sucesos (siendo el plazo final para que salieran los judíos el 2 de Agosto y zarpando las carabelas el día 3) hace pensar en un lapsus de Colón que se perpetuó, queriendo decir Abril pero escribiendo Enero, ya que, como dice Meyer Kayserling (cap. VI de su libro ya citado), "El 30 de Abril, el mismo día en que fue anunciada en todas partes y públicamente la expulsión de los judíos, a Colón se le ordenó que equipara una flota para su viaje a las Indias, y al mismo tiempo él recibió el contrato que el 17 de Abril había sido concordado en Santa Fe".
Con seguridad eso no era coincidencia. La expedición de 1492 fue una empresa judía, financiada y planeada por judíos. Que Colón era judío, hoy los mismos españoles lo declaran, para poder apropiárselo. ¿Un marrano pasado a Genova y de ahí vuelto a España? La empresa la financió el marranoSantángel, Canciller y Contralor de la Casa Real y bisnieto de Noah Chinillo. Prestó los dineros a los Reyes Católicos, aunque no de su peculio. Fue él quien convenció a la reina. Y fue a Santángel a quien primero Colón informó de su descubrimiento. Gabriel Sánchez, Alto Tesorero de Aragón, otro ferviente patrocinador de Colón, también era de sangre judía por todos lados, hijo de conversos y sobrino de Alazar Ussuf, de Zaragoza. Otro de los protectores era Alfonso de la Caballería, Vicecanciller de Aragón, y, como ya viéramos, de una famosa familia de marranos. Juan Coloma, promotor de la aventura, era el único no judío; pero su mujer descendía del clan De la Caballería. Asimismo, el personal de la tripulación de los buques de Colón se componía de manera semejante. Alonso de la Calle, cuyo nombre nos está indicando que era un chuetade la famosa "Calle" judía de Palma de Mallorca; Rodrigo Sánchez, pariente del Alto Tesorero, participó en la expedición como superintendente, a pedido personal de la reina Isabel. El cirujano se llamaba Marco, el médico, Mestre Bernal, era converso reciente, "reconciliado" en 1490. El intérprete, Luis de Torres, se había bautizado poco antes de partir. Y éste fue el primero que pisó suelo del Nuevo Mundo. Rodrigo de Triana, el que "vio tierra", era también marrano. [Torres] Fue, además, quien se iniciara en el uso del tabaco.
La primera conspiración en el Nuevo Mundo fue llevada a cabo por los marranos, teniendo participación importante el maestre Bernal. La primera concesión Real para exportar granos y caballos al Nuevo Mundo fue extendida en favor de Luis Santángel, fundador así de dos de los más pingües negocios con América. Luis de Torres recibió grandes donaciones de terrenos en Cuba, donde falleció. Todos los esfuerzos que se hicieron para impedir luego que los marranospasaran al Nuevo Mundo fracasaron, porque compraban la licencia. En 1509 se celebró un convenio entre los conversos y la Corona en que se autorizaba a éstos a viajar a América a comerciar bajo el pago de 20.000 ducados. (También en tiempos del Frente Popular los judíos ashkenazim compraron el derecho a entrar a Chile). En 1518 Carlos V ordenó a los funcionarios de Sevilla que les impidieran embarcarse, pero no tuvo éxito. Entre los conquistadores que acompañaron a Cortés se encontraba el marranoHernando Alonso, herrero de oficio. En el "descubrimiento" de América también participaron el astrónomo Abraham Zacuto y Ribes, llamado "el judío de los mapas".
Pronto la Inquisición se trasladó al Nuevo Mundo y la batalla fue planteada como en la Península. En el primer Auto [de Fe] celebrado en Méjico, en 1528, fue quemado nada menos que Hernando Alonso, el conquistador venido con Cortés. Para conocer más sobre todo esto, recomendamos leer a José Toribio Medina, en sus estudios sobre el Tribunal de la Santa Inquisición en Chile, Lima, Méjico, las Filipinas, Buenos Aires, etcétera. Cuenta que en Chile, en 1614, fue procesado por judaizante Luis Noble, o Luis Duarte de Évora. Es muy posible que Camilo Henríquez fuera un marrano. Y no sería casual que fundara el primer periódico en Chile, "La Aurora de Chile". En un artículo publicado en "The New Judaea", en 1928, se revelaba que en el Sur, cerca de Temuco, subsistía una comunidad semi-secreta, de "Sabatistas Cabañistas", que observaban el Sábado y las festividades y rituales judíos.
En Méjico los judaizantes actuaron casi abiertamente, y en Perú su actividad pasó a llamarse "La Complicidad Grande". Tanto ahí como en Méjico mantenían contactos con las comunidades de Turquía y de Italia y casi todos estaban circuncidados. En Ciudad de Méjico las reuniones secretas se llevaban a cabo en casa del capitán Simón Váez Sevilla y de su mujer, Juana Henríquez. Su hijo, Gaspar Váez Sevilla, nacido en 1624, fue considerado como el futuro Mesías. Para iniciar los servicios religiosos judíos, enviaban a un esclavo negro, vestido con ropas multicolores, a tocar el tambor en las calles donde vivían marranos. Era la señal.
El comercio de los esclavos estaba en manos de los judíos. Casi todos los encomenderos lo eran. En Lima, a fines del siglo XVI y comienzos del XVII, pasaron a ser los dueños del comercio. Todas las importaciones y exportaciones, desde el brocato a la arpillera, desde los diamantes hasta la semilla de comino, estaban en sus manos. Mantenían relaciones, al igual que en Méjico, con Amsterdam, Italia y Salónica. Compraban con créditos ficticios cargamentos de flotas enteras. Desarrollaron nuevos trucos comerciales y arruinaron, como después en Chile, a los castellanos viejos, a los guerreros y soldados. En 1634 negociaron el arriendo de las rentas Reales. Y cuando la Inquisición comenzó a ponerlos a raya, se trasladaron en gran número a Brasil, como lo hicieran desde España a Portugal. La mayoría de esos marranosera de origen portugués.
En el Nuevo Mundo también organizaron sus sociedades secretas. En Brasil ya estaban los Mello, los Sampaio. La caña de azúcar fue traída por los marranos desde Madeira. En 1640, en Pernambuco, el número de judíos era mayor que el de los cristianos viejos y el comercio de la caña estaba en su poder.
Las sociedades secretas fueron organizadas al modelo de las de Amsterdam. En Brasil pasó a llamarse "K.K. zur Israel"—Sagrada Congregación de la Roca de Israel. Allí llegó el primer rabino venido a América, Isaac Aboab da Fonseca. La Inquisición debió también trasladarse a Brasil.
Cuando en la segunda década del siglo XVII los holandeses trataron de conquistar Brasil, los judíos marranos se pusieron de su lado, les sirvieron de espías y hasta financiaron sus excursiones. Eran dueños de una cuarta parte de las acciones de la Compañía de las Indias Occidentales.
Cuando los portugueses logran imponerse a los holandeses, los marranos se dispersan por todo el continente. Se establecen en Jamaica, donde ayudan a la conquista inglesa. En la isla de Barbados establecen dos comunidades: "K.K. Nidhe Israel", Sagrada Congregación de los Dispersos de Israel, y "K.K. Semah David", Sagrada Congregación de la Rama de David. Van también a Nassau y a la Martinica. En Surinam los marranos reprimen la revuelta de los negros, que hacía peligrar su negocio.
En 1645 llega a Nueva Amsterdam, en Norteamérica, un barco con refugiados marranos de Brasil, apoyado por la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales. Fundan de inmediato la "K.K. Shearith Israel", Sagrada Congregación de los Restos de Israel. De ese modo se da origen a la que un día sería la más grande comunidad judía de todos los tiempos: la Comunidad de Nueva York. El círculo de comunidades marranasse había cerrado, desde el Mar del Norte, desde el más lejano Oriente, desde Macao y Goa, al más distante Occidente. De un Polo al otro Polo.
Nos asiste la seguridad de que la conquista de América, su "descubrimiento" por Colón, fue una gran operación judía montada teniendo a la vista un fin preciso, desde sus mismos inicios, pero preparada desde mucho tiempo antes.
Cuando me hallaba en Viena, ese siniestro hampón judío, Simón Wiesenthal, publicó un libro sobre América, declarándola como tierra judía desde sus lejanos orígenes [Velas de Esperanza: La Misión Secreta de Cristóbal Colón, 1968]. Recientemente se ha publicado en España otro interesante libro: "Sudamérica, la Nueva Jerusalén", de Edmundo Waisman.
La expedición de Colón es la culminación de una antigua inquietud en los círculos más secretos del judaísmo. La historia de la Tierra nos es hoy desconocida. Nada nos es dado saber de cierto de lo que pasara tras las más grandes catástrofes geológicas y planetarias. ¿Dónde se cumplen las viejas tradiciones, los mitos, las leyendas? ¿Sobre cuáles continentes? ¿Y el Éxodo? ¿De quién es en verdad el Éxodo? De seguro no lo es del pueblo judío. Como tantas otras cosas, también se lo han apropiado. Ya vemos que el profesor Wirth nos habla del Gobi. Pero uno de los más extraordinarios conquistadores españoles, si no el más extraordinario de todos, Pedro Sarmiento de Gamboa, el colonizador del Estrecho de Magallanes y fundador de la Ciudad del Rey Felipe, después llamada "Puerto Hambre", en su libro "Historia de los Incas", afirma que la isla Atlántida se hallaba unida a América, si es que América mismo no era una parte de ella. Y ahí también reconoce a los judíos.
Inquieta sobre todo a los judíos la misteriosa desaparición de los Templarios, su tesoro y sus documentos, nunca hallados ni por el Papa ni por el rey de Francia. Sus más altos dirigentes han desaparecido sin dejar rastros, junto con la flota surta en el puerto de La Rochelle. Muchos templarios se refugiaron en Portugal, pasando a la Orden de Cristo. La bandera portuguesa llega a ser la templaría y el Imperio de esa pequeña nación será fundado sobre los conocimientos cosmográficos que le entregan los miembros de la Orden disuelta. Los ocultos dirigentes de los templarios, su tesoro, sus secretos, han sido llevados a América, continente que ellos conocían y con el cual mantenían un contacto regular. Allí obtenían la plata con la que financiaron las grandes construcciones de catedrales y las corporaciones de constructores. Guardaron el más estricto secreto de todo esto, y, en el momento de la derrota y la persecución, sus Maestres desconocidos partieron con el tesoro, en dirección a ese mundo lejano. La leyenda, asimismo, nos cuenta que Parzival se va en un buque con la insignia templaría, portando el Gral, en dirección de una lejana tierra de Occidente, de donde no regresó más.
En alguna parte, los templarios recogieron la tradición hiperbórea, visigoda, vikinga, de ese mundo distante de los Dioses Blancos, de los antepasados, junto con el camino para llegar hasta él. Pudieron así establecer el contacto con la civilización vikinga de Tiahuanacu y con el imperio de Quetzalcóatl. Eso habría pesado grandemente sobre ellos, llegando a producir un cambio esencial en su cúpula invisible, que los llevó, al final de su camino exterior, a romper con los orígenes cistercienses, benedictinos, cristianos y judaicos de la Orden, creada por el hijo de los druidas, SanBernardo. A decir verdad, esa ruptura se inicia mucho antes, casi en los comienzos, cuando la separación del Temple y la misteriosa organización conspirativa, fundada en Jerusalén, el Priorato de Sión, activa hasta nuestros días. La Orden Templaría, también por sus contactos con los ismaelitas y los guerreros persas del "Viejo de la Montaña", más y más deriva hacia el Gnosticismo, entrando en conflicto de conciencia con el siniestro Demiurgo Yahvé, que ha pensado servirse de ellos, utilizándolos como una milicia armada y esotérica. Los templarios llegan a descubrir que la Cábala judía no es judía sino aria hiperbórea y que ella ha sido falsificada, distorsionada, para ser utilizada en ceremonial de magia negra y en la producción de golems. Ante la imposibilidad de producir una mutación general de la orden visible, los templarios propician su propia destrucción. Y no se defienden. Pero sus más altos dirigentes "hiperborizados" desaparecen en los refugios polares de los Dioses Blancos. Así, ganan perdiendo. Un mayor conocimiento de estos hechos también ha llegado a mi poder tras la publicación de "El Cordón Dorado", donde dediqué un extenso capítulo a la Orden del Temple.
Es en Portugal donde los judíos adquieren conocimientos precisos de la existencia del Nuevo Mundo. En el Archivo Nacional de la Tesouraria, de Lisboa, donde el rey guarda sus documentos secretos, Colón logrará apropiarse de las cartas geográficas del continente occidental. Sus congéneres marranos le abrirán el camino y le facilitarán el acceso. Además, Colón contrae matrimonio con la hija de un descendiente de templarios.
Como hemos dicho, los judíos son la sombra negra de los Dioses Blancos. Llegaron a tener la certeza de que el gran Tesoro, el gran Secreto, del que hasta ahora nunca se han podido apoderar (la Cábala era sólo una ínfima parte de él) había sido transportado a América. Por eso han montado la importante operación, sólo iniciada por Colón, llamada "Descubrimiento de América". Creer que los judíos financiaron a Colón a objeto de encontrar un sitio distante donde poder escapar de la Inquisición, es subestimar los fines reales por los que lucha el judaísmo. Por esto hemos titulado este capítulo con el nombre de un libro de Otto Rahn: "La Cruzada contra el Gral". El judío emprendió una verdadera cruzada contra los Dioses Blancos americanos para impedir que en este otro confín del universo se pudiera organizar una vida superior, de acuerdo con el conocimiento hiperbóreo, una existencia polar, una resurrección de la Edad Dorada en el Polo Sur. Para lograr sus fines se valdría primero de la Iglesia de Roma y del celo evangelizador de los cristianos viejos y nuevos, de la "traición blanca" y del empuje de la misma sangre gótica, del cuerpo gótico, pero con la vista enceguecida y el alma judaizada. Es decir, de los cristianos. Y allí donde el cristianismo no pudo ya más, porque había cumplido al máximo con sus disposiciones, entonces vino a actuar la masonería, que para esto estaban ya preparados los marranos con sus organizaciones cripto-judías, los "K.K.", sus "Santas Congregaciones", propiciando la "independencia" americana, con la institución de recambio del judaísmo liberal anglosajón y la emigración ashkenazim dirigida a la Babel del Norte. De ambas Américas se haría el caldero ebullente, monstruoso, del mestizaje, del mulatismo; una bastardización de pesadilla. A los Dioses Blancos sólo les restaban las Ciudades Secretas de los Andes, la Tierra Hueca, los Oasis de la Antártica, esos "paraísos inexpugnables", donde nunca podrá penetrar el Enemigo.
Ni siquiera conocemos el verdadero nombre del Gran Almirante de la Mar Océano. Los documentos de la época lo llaman de forma indistinta: Colombo, Colomo, Colom y Colón. No hablaba ni escribía bien el castellano, ni el italiano, ni el portugués. Los mezclaba todos. Tal vez sólo hablase correctamente el hebreo. Se conoce de él una carta en catalán, también con errores. ¿Qué hacía antes de llegar a Lisboa entre 1476 y 1479? Wiesenthal lo da como judío. En su primer viaje no lleva un capellán, pero sí un "intérprete" de hebreo. ¿Es que ya sabía que encontraría allá a las tribus perdidas? Y ese "intérprete" en verdad debe haber sido un rabino disfrazado. En 1477 Colón, o como se llame, hace un misterioso viaje a Thule, desde el Portugal. Su hijo Fernando y Fray Bartolomé de las Casas, dos de sus biógrafos, citan una carta suya en que cuenta que "navegó más allá de Tyle". Ese más allá debe haber sido Groenlandia, por los datos y latitudes que da. ¿Y qué habrá ido a buscar ahí? Conocía la existencia de hiperbóreos en esas islas y de su búsqueda por Piteas. Intentaba, de seguro, seguir sus huellas, la de los Dioses Blancos. La Tyle a que se refiere ha sido mencionada por Ptolomeo, quien le da el mismo nombre griego que Piteas: "Última Tyle".
Pero hay algo aún más importante para el caso. En 1476 el rey Christian III de Dinamarca monta una expedición destinada a reencontrar las colonias perdidas noruegas, hiperbóreas. (Nunca se hallarán, pues se han trasladado a Vinland, en América). La expedición se compone de barcos daneses, alemanes y portugueses. Había un piloto de nombre Johanes Scolvus, del que nunca se volverá a oír hablar. Sin embargo, en un mapa de 1582, diseñado por un tal Michel Lok, se le ha dado a una tierra, al oeste de Groenlandia, el nombre de "Scolvus Greotland". ¿Quién era ese misterioso piloto, cuyo nombre ni siquiera se conoce bien en su ortografía? Scolnus, Scolvo, Kolonus, Scolom, Skolum, Colum. Los polacos tienen un "Kolnus", de Kolno, una pequeña ciudad al norte de ese país. ¿Era Colón un judío polaco, que por eso no hablaba siquiera bien el castellano, ni el portugués de los marranos? En sus escritos tiene a veces inspiraciones místicas de tipo rabínico, en que menciona a sus profetas y a su Demiurgo, mezcladas a cálculos comerciales. Es un gran embustero y mistificador, otro rasgo típico de los judíos en general, pero en especial de los venidos del Este, de los falsificadores e impostores de la Cábala.
Lo que importa de aquella expedición es que Scolvus ha llegado hasta la Península del Labrador y, aunque sin encontrar a los hiperbóreos, ya sabe el camino que han seguido hasta Vinland. Lo demás, lo conseguirá en la Tesouraria del rey de Portugal, donde hay mapas del Nuevo Mundo, diseñados desde los tiempos más antiguos.
Los hindúes, los chinos, los egipcios, los griegos y los romanos conocían de América y sabían que "el mundo era redondo". Lo sabían también los libios rubios. El Mapamundi de la geografía de Ptolomeo diseña las dos Américas y la Tierra del Fuego; la Carta de Piri Reis, que muestra el mundo desde lo alto y señala tierras y continentes desaparecidos; el mapa de Pizigano, de 1367; el Mapamundi de Cosme Indicopleutes, del siglo III, que me fascinara en tiempos de mi expedición a la Antártica y donde ese mítico cosmógrafo coloca una Terra ultra Oceanum. Después vendrán los mapas y los mapamundis de Martin Waldseemüller; el mapa de Stevens, el primero en que se estampa el nombre de América (lo reproduje en la edición argentina de mi libro "Ni por Mar ni por Tierra"). Pero los más importantes habrán sido los mapas secretos de los vikingos, en los que se describían detalladamente los contornos de las dos Américas a través de ambos océanos y donde se daba el paso por el estrecho que los unía en el extremo Sur. Magallanes, al igual que Colón, ha robado esas cartas en el Archivo de Lisboa y ambos, no pudiendo, por lo mismo, trabajar para la Corona portuguesa, van a ofrecerse a España. Colón lo hará siguiendo instrucciones de más arriba, del Sanhedríninvisible.
Hay un mapa misterioso traído a Dieppe por los vikingos de Tiahuanacu, que viajaban entre el Viejo y el Nuevo Mundo. En ese mapa se halla todo. La maravillosa tierra de las especias, Catiggara, está allí. Los datos sobre Vinland y la América del Sur, hasta el Estrecho de Magallanes. Ese mapa servirá para todos los otros. El mapamundi diseñado por Martin Behaim ha sido tomado del mapa de Dieppe. Colón lo ha visto y de ahí su viaje a Thule, para confirmar los datos. De ahí también su certeza de que el Nuevo Mundo se confundía con la tierra de Catiggara (la India). El sabía perfectamente que no era a la India donde se dirigía. Años más tarde, en la Tesouraria, Magallanes hurta el mapa atribuído por Pigafetta a Behaim en el cual figura el estrecho meridional. Todo eso es copia del mapa vikingo. A los vikingos se lo han entregado en Huitramannaland(América) los Dioses Blancos. También el mapa de Piri Reis, del que tengo en mi poder una copia sacada del Museo Topkapi, de Estambul. El mapa de Dieppe estaba en poder de Francia y es muy posible que Américo Vespucio lo haya conseguido por alguna vía diplomática. También los Templarios conocieron ese mapa vikingo.
No era fácil, ni siquiera para un marrano, el acceso a la Tesouraria de Lisboa, donde el rey de Portugal guardaba celosamente sus mapas secretos. El espionaje cartográfico florecía en esos años. Pero la anti-raza se ayuda. El marrano desconocido, de nombre dudoso, Cristóbal Columbus, Colomba, o como sea, se casa en 1478 con Filipa Moniz de Perestrelo, emparentada con las familias Reales de Braganza y de Lusignan, cuyo hermano era capitán hereditario de la isla de Porto Santo, cerca de Madeira. Su padre era un descendiente de templario.
De este modo, la pareja se instala en Porto Santo. Bartolomé de las Casas nos cuenta que Colón va a esa pequeña isla, porque allí llegan navíos y marinos de distantes lugares, pudiendo obtenerse información valiosa sobre descubrimientos. Además, Colón logrará encontrar el conducto que lo lleve inadvertidamente a la Tesouraria.
Toda esta información extraordinaria aparece expuesta con documentada minuciosidad por Jacques de Mahieu, en su importante libro "La Geografía Secreta de América antes de Colón", con el que contribuye magistralmente, al igual que en sus obras anteriores, en la lucha contra la Gran Conspiración, o "Complicidad Grande". Le sigue su otro libro fascinante, de bastante difusión en Francia y Alemania, aunque desconocido entre nosotros y posiblemente en España, porque no ha sido traducido: "Les Templiers en Amérique", publicado en París por Robert Laffont. (...) Más documentación podrá encontrarse también en "Christopher Columbus and the Participation of the Jews in the Spanish and Portuguese Discoveries" (Cristóbal Colón y la Participación de los Judíos en los Descubrimientos Españoles y Portugueses), de Meyer Kayserling.–