El mayor general Otto Ernst Remer (1912-1997) fue un oficial alemán de Ejército durante la Segunda Guerra Mundial. En Julio de 1944 él jugó un papel clave en la disolución de la conspiración para asesinar a Hitler (el Complot de la Bomba) y tomar el control del Gobierno alemán. Después de la guerra Remer fue un influyente comentarista y escritor, y durante un tiempo estuvo activo en la vida política alemana. Nacido el 18 de Agosto de 1912 (un día como hoy hace 103 años), y fallecido en el exilio en España evitando su encarcelamiento en Alemania por cuestionar las cifras del Holocuento, y siendo pedida su extradición hasta último momento, nos ha parecido que se trata de una figura lo suficientemente interesante como para dar más noticias de su persona, de sus hechos y su pensamiento. Para ello, presentamos ahora en castellano, primero, una reseña de su vida hecha por Mark Weber, del Institute of Historical Review, publicada en Enero de 1998 en el Diario de dicha entidad (ihr.org); luego, una entrevista que le realizara Stephanie Schoeman en 1990, publicada también en The Journal of Historical Review, en 1990 (vol. 10, Nº 1, ihr.org), traducida al inglés por Mark Weber, y finalmente un testimonio del propio Remer acerca de su papel el 20 de Julio de 1944, día del atentado contra Hitler, publicado por él en 1951 en Alemania Occidental (bills-bunker.de). Todo este material perfila a un hombre comprometido más allá del deber con una causa patriótica y una lealtad a un régimen a pesar de toda la tremenda campaña de calumnias que se han levantado contra él una vez en la derrota, y dicha actitud es lo que debiese plantearse como paradigmática.
Remer Muere en el Exilio
por Mark Weber, 1998
Otto Ernst Remer —un oficial del ejército alemán del tiempo de la guerra que desempeñó un papel fundamental en aplastar el complot de Julio de 1944 contra Hitler, y un importante comentarista revisionista de la posguerra— murió el 4 de Octubre de 1997, a la edad de 85 años. Desde 1994 él había estado viviendo en el exilio en el centro turístico español de Marbella. Con pobre salud durante algunos meses, él murió de causas naturales.
Él es sobrevivido por su esposa, Anneliese. En el momento de su muerte, se anunció que sus restos serían cremados, con las cenizas a ser sepultadas posteriormente en Alemania.
Nacido el 18 de Agosto de 1912, Remer se ofreció para el servicio en el ejército alemán en 1930. Durante la Segunda Guerra Mundial, él sirvió como un oficial de primera línea de batalla en Francia, los Balcanes y en el frente del Este.
Después de su promoción a Mayor y luego a Coronel (Oberst), en 1944 él fue elegido para comandar el regimiento de guardia "Grossdeutschland" en Berlín. En dicho cargo, el oficial de 31 años desempeñó un papel históricamente fundamental en la neutralización de la tentativa de un pequeño círculo de oficiales insurgentes para asesinar a Hitler y apoderarse del control del gobierno.
Durante la tarde del 20 de Julio de 1944, el general Paul von Hasse, el comandante militar de Berlín y un líder de la conspiración anti-Hitler, anunció a Remer que Hitler estaba muerto, que el desorden civil había estallado, y que el Ejército estaba asumiendo la autoridad total en Alemania. Hasse ordenó que Remer inmediatamente sellara edificios claves del gobierno en Berlín central.
Vacilando en cumplir esa muy extraña orden, Remer decidió ponerse en contacto con Joseph Goebbels para confirmar su validez. Después de decir a un escéptico e indeciso Remer que Hitler no estaba muerto, el ministro de Propaganda y Gauleiterde Berlín dispuso que él hablara directamente con el Führer por teléfono en su cuartel central militar en Prusia del Este. (Aunque la bomba plantada por el líder de la conspiración el coronel Claus Schenk von Stauffenberg durante una conferencia había matado a cuatro oficiales, Hitler logró salir sólo con heridas menores).
"Mayor Remer, ¿puede usted oírme, reconoce usted mi voz?", comenzó Hitler. Después de explicar que un intento contra su vida había fallado, él dio a Remer completa autoridad en Berlín para suprimir la conspiración. Remer y sus hombres se movieron rápidamente para aplastar la rebelión, que había sido pobremente planeada y organizada.
Cinco meses más tarde, Remer comandó la Panzer Führer-Begleitbrigade (Brigada Escolta Blindada del Führer) durante la desafortunada ofensiva Batalla de las Ardenas. Después de su promoción por Hitler el 30 de Enero de 1945 al rango de Mayor General, se le dio el mando de decenas de miles de soldados de la legendaria Panzer Führer-Begleitdivision. Durante los meses finales de la guerra, él y sus hombres rechazaron a fuerzas soviéticas inmensamente superiores, rescatando así a cientos de miles de refugiados que huían del avance de las tropas Rojas.
Remer mostró un coraje y un valor ejemplar en combate, y fue herido numerosas veces en batalla. Le concedieron algunas de las condecoraciones militares nacionales más distinguidas, incluyendo la Cruz de Caballero de la Cruz de Hierro, la Cruz Alemana de Oro, las Hojas de Roble de la Cruz de Hierro, la Medalla de Oro por Heridas y la Medalla de Plata por Combate a Corta Distancia [otorgada tras 25 batallas].
Al final de la guerra él quedó en cautiverio a manos de los estadounidenses, y permaneció como un prisionero de guerra hasta 1947. Durante ese período, el comandante estadounidense de un campo para prisioneros alemanes, el oficial Stanley de la Primera División de Infantería dijo de él: "De los 87 generales alemanes que hay aquí, el general Remer es el único a quien respeto como valeroso y honorable".
Remer jugó un importante papel en la formación del "Partido Socialista del Reich" (Sozialistische Reichspartei Deutschlands) de posguerra [creado en 1949]que, después de ganar 16 asientos en el Parlamento estatal [de Baja Sajonia, y ocho asientos en el Parlamento estatal de Bremen], fue prohibido en 1952. Remer entonces vivió en el exilio durante varios años en Egipto y Siria. Él también escribió dos libros, incluyendo Conspiración y Traición Alrededor de Hitler(Verschwörung und Verrat um Hitler), a la vez una memoria y un estudio [1].
[1] Reseñado por H. Keith Thompson enel Journal of Historical Review de la Primavera de 1988. Como un prominente orador en la Octava (1987) Conferencia Internacional del Instituto para la Revisión Histórica, Remer habló acerca de "Mi Papel en Berlín el 20 de Julio de 1944". Su discurso fue publicado en el Diario de la Primavera de 1988 del IHR, una versión del cual apareció en el Vol. 8 Nº 1 del Journal of Historical Review.
En Octubre de 1992 un tribunal alemán en Schweinfurt lo condenó a un encarcelamiento de 22 meses por "incitación popular" e "incitación al odio racial"debido a artículos supuestamente anti-judíos de "negación del Holocausto"que habían aparecido en cinco ediciones de su tabloide el boletín de noticiasRemer Depesche. Los jueces del caso rechazaron rotundamente considerar cualquiera de las extensas evidencias presentada por los abogados de Remer.
Para evitar el encarcelamiento, en Febrero de 1994 Remer buscó el exilio en España. Las autoridades alemanas buscaron su extradición, pero la Suprema Corte de España rechazó esas peticiones sobre la base de que el "delito de pensamiento" de Remer no era ilegal en España. Sin embargo, hasta las semanas finales de su vida, las autoridades alemanas persistieron en sus esfuerzos para extraditar al octogenario agonizante de modo que él pudiera ser encarcelado en Alemania.
Muchos de los numerosos informes de periódicos que han aparecido acerca de Remer a través de los años han contenido falsedades demostrables. Por ejemplo, él repetidamente, e inexactamente, ha sido mencionado como un antiguo "hombre de la SS" o como un "oficial de la SS". De hecho, él nunca fue siquiera un miembro del Partido Nacionalsocialista.
Los periódicos también reportaron que Remer "negó el asesinato de judíos"o "declaró que ningún judío fue asesinado bajo el régimen nacionalsocialista". Realmente, Remer señaló: "Nunca he negado que judíos fueran muertos durante el Tercer Reich, sino que sólo he cuestionado las cifras de judíos que murieron en Auschwitz y el supuesto método de matar"(es decir, en cámaras de gas).
Al poner en duda las afirmaciones de gaseamientos, Remer citó varios estudios forenses de las presuntas cámaras de gas en Auschwitz, particularmente las investigaciones realizadas por el químico alemán Germar Rudolf y el especialista en cámaras de gas estadounidense Fred Leuchter.
El caso Remer señala los extraños e incluso perversos estándares que prevalecen en Alemania hoy. Aunque su "delito" fue una expresión no violenta de opinión, cuestionar las afirmaciones de gaseamientos masivos en campos de concentración de guerra es considerado en la Alemania de hoy como un ataque criminal contra todos los judíos, que disfrutan de un statusprivilegiado allí.
Más de medio siglo después del final del Tercer Reichy la Segunda Guerra Mundial, los alemanes son exhortados sin cesar a "nunca olvidar" las medidas anti-judías de la época de Hitler, a expiar lo que es calificado como el crimen más terrible de la Historia, y a considerarse como una nación de criminales e inadaptados morales. Como una expresión adicional del "masoquismo nacional" del país, los conspiradores de Julio de 1944 son oficialmente venerados, mientras que los excepcionales héroes de combate y desinteresados patriotas del tiempo de la guerra tales como Remer, son deshonrados.
Particularmente en Alemania, la lucha por la verdad histórica no es simplemente un asunto académico sino una cuestión de supervivencia nacional.
Si Alemania llegara a encontrarse alguna vez en otra importante guerra, sería una estupidez suicida citar como modelos a imitar por sus soldados y oficiales a los individuos que, a la hora de la emergencia nacional, trataron de asesinar al líder nacional y derrocar al gobierno en un sanguinario golpe de Estado.
Cada nación con un instinto de supervivencia sano, naturalmente venera, particularmente en tiempos de guerra, a individuos de auto-sacrificio, patriotismo y heroísmo ejemplares, hombres del calibre de Otto Ernst Remer.–
Una Entrevista con el General Otto Ernst Remer
por Stephanie Schoeman, 1990
P: General Remer, ¿cuál fue su papel en la Segunda Guerra Mundial?
R: Yo era un comandante de primera línea, y conduje unidades de combate a lo largo de los años de guerra. Las únicas excepciones fueron un período de tres meses en Berlín como comandante del regimiento de guardia de Berlín y otros tres meses como el comandante de la brigada de guardaespaldas del cuartel central de Hitler.
Finalmente llegué a ser comandante de división y general. Por orden personal de Hitler, mi división fue enviada a combatir en el frente del Este sólo en las áreas más críticas, como una especie de cuerpo de bomberos. Y permanecí como comandante de combate hasta el día final de la guerra.
P: ¿Cuál es su opinión de la crisis del Corredor polaco y el inicio de la guerra en 1939?
R: En Septiembre de 1944, cuando yo era el comandante de la unidad de guardia en el cuartel central de Hitler, hablé con él durante un paseo que tuvimos en el exterior. Le pregunté: "Mi Führer, ¿puedo hablar francamente con usted durante un momento?". "Por supuesto", contestó él. Entonces le pregunté: "¿Por qué realmente atacó usted Polonia?; ¿no pudo usted haber sido más paciente?".
Hitler sólo había pedido una carretera extra-territorial y una línea ferroviaria a través del territorio polaco, y él quería el retorno de Danzig al Reich. Ésas eran demandas realmente muy modestas. Con un poco más de paciencia, ¿no podía él haber obtenido esas demandas de un modo más o menos parecido a como Austria y la región de los Sudetes habían sido unidas con el Reich?.
Y Hitler contestó: "Usted está equivocado. Supe, tan pronto como en Marzo de 1939, que Roosevelt había determinado provocar una guerra mundial, y yo sabía que los británicos estaban cooperando con esto, y que Churchill estaba implicado. Dios sabe que ciertamente yo no quise una guerra mundial. Por eso procuré solucionar el problema polaco a mi propio modo con una especie de expedición de castigo, sin una declaración de guerra. Después de todo, había habido miles de asesinatos de alemanes étnicos y 1,2 millón de refugiados alemanes étnicos. ¿Qué debería yo haber hecho? Tuve que actuar. Y por esa razón, cuatro semanas después de esa campaña, hice la más generosa oferta de paz que algún líder victorioso pudiera haber hecho alguna vez. Desafortunadamente, aquello no tuvo éxito".
Y luego él dijo: "Si yo no hubiera actuado como lo hice en cuanto a la cuestión polaca, para prevenir una segunda guerra mundial, hacia el final de 1942 como máximo habríamos experimentado lo que estamos experimentando ahora en 1944". Eso es lo que él dijo.
P: ¿Fue Hitler demasiado blando en cuanto a Inglaterra?
R: Ése fue un error de parte de Hitler. Hitler siempre perseguía políticas basado en la ideología. Un resultado de ello fue la alianza con la Italia Fascista, que terminó en la traición por parte de Italia. Y Hitler siempre creyó en la raza nórdico-germánica y en la gente nórdica, que incluía a los ingleses. Por eso él hizo repetidas ofertas de paz a Gran Bretaña, que siempre fueron bruscamente rechazadas. Ésa fue una importante razón de por qué nunca ocupamos Gran Bretaña, lo que la habría eliminado de la guerra. Pero por motivos ideológicos Hitler no hizo aquello, lo que ciertamente fue un error. Pero, después de todo, ¿quién no comete errores?.
Hitler una vez me dijo: "Cada día aquella que esta guerra continúa me impide hacer el trabajo que todavía estoy destinado a llevar a cabo: el bienestar del pueblo alemán".
Él se estaba refiriendo a sus políticas y programas domésticos. Hitler se sentía enormemente infeliz de que él no pudiera llevar a cabo esas cosas, sino que en cambio tenía que dedicarse a la guerra. El período de paz duró sólo seis años, pero ¡qué gran transformación fue conseguida durante aquel breve tiempo!.
P: ¿Y qué hay acerca de Dunkerque?
R: Oficiales traicioneros, que sabían acerca del plan alemán para invadir Gran Bretaña, que era conocido como la operación "León Marino", le informaron a Hitler que una invasión de Inglaterra por mar no era militarmente posible. Ellos hicieron ese informe, aunque ellos sabían que no era verdad, a fin de impedir la invasión por motivos políticos. Todo esto se dio a conocer después de la guerra. (Fabian von) Schlabrendorff declaró a este efecto en el juicio a que fui sometido.
P: ¿Estuvo usted de acuerdo con las políticas de Hitler, en particular con su política hacia Rusia?
R: En cuanto a la campaña militar contra la Unión Soviética:
En primer lugar, debería ser claramente entendido que en el momento de la campaña en los Balcanes, en Yugoslavia y Grecia, a principios de 1941, cuando teníamos diez divisiones a todo lo largo de la frontera soviética, los rusos habían estacionado a 247 importantes formaciones militares en nuestra frontera. Después de la conclusión de la campaña de los Balcanes, entonces rápidamente colocamos como máximo 170 unidades militares principales en la frontera con la Unión Soviética. Los rusos se habían preparado para un ataque.
Los éxitos iniciales de nuestras fuerzas contra los soviéticos se debieron a que los rusos no estaban estacionados en posiciones de defensa, sino que estaban en cambio posicionados directamente en el frente para un ataque, lo que hizo posible para nosotros rodear rápidamente a grandes fuerzas soviéticas. Así, en las primeras semanas de la guerra, fuimos capaces de capturar a más de tres millones de prisioneros de guerra así como enormes cantidades de equipamiento de guerra, todo el cual estaba en la frontera, posicionado para el ataque.
Ésa es la verdad del asunto, que puede ser comprobada. Recientemente hablé con un tal señor Pemsel, que era un piloto de reconocimiento aéreo de largo alcance. En el período previo al comienzo de la campaña soviética, él voló tan lejos como hasta el río Don y observó e informó sobre esa enorme concentración de fuerzas soviéticas en la frontera.
También sé por mi propia experiencia en la campaña rusa, y con los prisioneros rusos, acerca de los preparativos por parte de los soviéticos para un ataque inminente contra Europa. Los rusos esperaban que nosotros nos moviéramos contra Gran Bretaña de modo que ellos pudieran aprovechar entonces la situación para invadir Europa.
P: ¿Cree usted que la guerra con la Unión Soviética era inevitable después de la reunión de Hitler y Molotov en Noviembre de 1940?
R: El ministro soviético de Asuntos Exteriores, Molotov, exigió [el estrecho de] los Dardanelos. Es decir, se suponía que nosotros debíamos aprobar la entrega de territorio extranjero que pertenecía a los turcos. Molotov, de esta manera, hizo demandas provocativas que simplemente no podían ser satisfechas. Hitler también estaba consciente del apoderamiento soviético de territorio en Rumania, en un momento de supuesta paz. Hitler también sabía que la insurrección anti-alemana en Belgrado, Yugoslavia, había sido organizada por los soviéticos. Fueron los rusos los que arruinaron la relación entre Alemania y la Unión Soviética.
Y después de que él recibió cada vez más reportes de los preparativos soviéticos para un ataque contra Alemania y Europa, Hitler reaccionó. Estoy así absolutamente seguro de que Hitler no planeó originalmente atacar a la Unión Soviética. En vez de ello, él actuó como la cambiante situación lo exigía.
P: ¿Es verdad que los alemanes se referían a los rusos como "sub-humanos"?
R: ¡Tonterías! Los rusos son seres humanos tal como todos los demás.
Su pregunta acerca de si llamábamos a los rusos como "sub-humanos" es absurda. Teníamos una relación de primera clase con el pueblo ruso. La única excepción, que era un problema con el que tuvimos que tratar, eran los Comisarios soviéticos, que eran todos judíos. Esa gente estaba detrás de las líneas, con ametralladoras, empujando a los soldados rusos a la batalla. Y, de cualquier manera, hicimos un rápido trabajo con ellos. Aquello estaba de acuerdo a las órdenes. Aquello ocurrió durante una guerra por la existencia básica, una guerra ideológica, cuando tal política es simplemente dada por supuesta.
A veces se hablaba acerca de las llamadas "hordas asiáticas", y los soldados corrientes a veces hablaban acerca de sub-humanos, pero tal lenguaje nunca fue usado oficialmente.
P: ¿No habrían luchado los rusos del lado de los alemanes si ellos no hubieran sido tan mal tratados?
R: Los rusos, es decir los ucranianos y la gente del Cáucaso, se ofrecieron voluntariamente para combatir [del lado alemán], pero no estábamos en una posición para aprovechar aquello. No teníamos suficientes armas. En la guerra, hay mucho que idealmente debería ser hecho, pero simplemente no podíamos hacerlo.
Los árabes también querían armas de nosotros, de modo que ellos pudieran liberarse. Y el líder español Francisco Franco también quería armas como una condición para entrar en la guerra, pero simplemente no teníamos bastantes nosotros mismos.
El programa alemán de armamentos realmente no se puso en marcha sino hasta que la guerra contra los soviéticos se había iniciado. Comenzamos con 3.260 tanques. Eso es todo lo que teníamos, pero los soviéticos tenían 10.000. En ese entonces nuestra producción mensual era de 35 tanques. ¡Imagine eso! No fue sino hasta Octubre de 1944 que alcanzamos el auge de nuestra producción de 1.000 tanques por mes. De ese modo, nuestra producción mensual de tanques fue desde 35 en 1941, a 1.000 a finales de 1944. Ésa fue una gran diferencia, y ésa es la prueba de que simplemente no estábamos listos militarmente para una guerra mundial.
P: ¿Dónde estaba sirviendo usted cuando las fuerzas soviéticas llegaron a Alemania?
R: Yo era el comandante de guardia en la Wolfsschanze [Guarida del Lobo], el cuartel central de Hitler en Prusia del Este. Yo estaba allí con parte de mi unidad. Ésta todavía estaba siendo organizada, y no estaba lista aún. Participé en el contraataque cerca de Goldap [Norte de Polonia], destinado a retrasar el avance de los rusos. Sin embargo, aquella acción duró sólo ocho días.
P: ¿Puede usted decir algo en cuanto a las atrocidades soviéticas contra civiles alemanes?
R: Yo mismo vi casos que implicaron a mujeres que habían sido asesinadas, con sus piernas abiertas y palos incrustados, y sus pechos cortados... Vi esas cosas yo mismo, en Pomerania.
Hablé sobre esto en la radio, y se lo describí al doctor Goebbels, quien me pidió que lo describiera detalladamente, y él envió a un equipo de hombres de radio para entrevistarme con dicho objetivo. Aquello ocurrió en el área alrededor de Stargard [Noroeste de Polonia], donde vi eso.
P: ¿Y qué hay de las tropas "asiáticas" soviéticas?
R: Fue terrible. Los soldados que hicieron aquellas cosas estaban en el frente... Asiáticos, mongoles, etcétera.
P: Dichas atrocidades ¿fueron parte de una política consciente?
R: Esas cosas fueron hechas muy conscientemente. Ellos buscaban, de esa manera, romper nuestra supuesta mentalidad de clase o de élite.
P: Antes usted habló de los comisarios judíos...
R: El problema era que en el ejército soviético, en contraste con nuestro ejército y todos los otros ejércitos, los rusos tenían comisarios políticos que, junto con los comandantes militares, tenían autoridad para dar órdenes. Casi todos ellos eran judíos.
Por ejemplo, en cuanto a esto, observé algo en Tarnapol y en Zolochev, que están al Este de Lvov [en Ucrania], durante el curso de una ofensiva militar muy rápida y exitosa.
Habíamos capturado Zolochev, y un par de mis tanques estaban atascados detrás. Las tropas descansaban en el borde de la ciudad porque no sabíamos aún si habría un contraataque enemigo o si deberíamos seguir nuestro propio ataque. Yo quería retirar mis tanques. De cualquier manera, en aquella pequeña ciudad vi a pequeños niños que habían sido arrojados por las ventanas, y vi a mujeres yaciendo en la calle, quienes habían sido muertas a palos. Ellos eran judíos.
Llamé a una mujer (local), y ella entró en mi vehículo. Y ella me dijo: "Le mostraré por qué hicimos esto".
Condujimos a la prisión local. Allí había un área rodeada por una pared para que los presos caminaran. Y en aquella área había cadáveres hasta aquí de alto [levantando la mano]... La sangre todavía fluía de los cadáveres.
Sólo dos horas antes, cuando los rusos se estaban retirando de la ciudad, ellos habían usado ametralladoras para matar a todos los nacionalistas ucranianos locales que estaban presos allí.
En ese caso también, fueron los comisarios judíos los que habían hecho eso. Y por eso los ucranianos locales habían llevado a cabo masacres contra los judíos. Y de ese modo, siempre que un ucraniano veía a un judío, él inmediatamente lo mataba. Pero nosotros fuimos culpados por esas muertes, aunque no tuviéramos ninguna influencia en absoluto en la localidad entonces. No fuimos capaces de establecer el orden sino hasta más tarde.
P: ¿Aquello fue hecho a propósito para desacreditar a los alemanes?
R: No, esas persecuciones anti-judías eran una expresión de la indignación de la gente. Ellos odiaban a los judíos.
En Polonia, también, hubo a menudo pogroms. Como usted puede saber, en Polonia hubo incluso matanzas contra los judíos después de la guerra. Aquello era realmente algo. La indignación de la gente en el Este contra los judíos, que siempre se retrataban a sí mismos como gente decente y buenos comerciantes, es indescriptible.
Nosotros los alemanes no teníamos ese odio contra los judíos, contra judíos corrientes. Los judíos vivían entre nosotros sin ningún problema. Tuvimos las leyes raciales de Núremberg porque no queríamos ninguna mezcla racial. En Israel, por supuesto, tales leyes son aún más estrictas. En ese entonces, los sionistas dieron la bienvenida a las leyes raciales (alemanas), porque ellas estaban de acuerdo con su propia perspectiva. Los sionistas estaban en contra de la mezcla racial. Más bien ellos querían que todos los judíos emigraran a Israel.
P: ¿Cómo era Hitler socialmente?
R: Él era un perfecto anfitrión. Cuando yo estaba en el cuartel central de Hitler en la Wolfsschanze, a menudo observé que él siempre prestaba especial atención siempre que alguien estuviera programado para llegar como un invitado.
Y antes de que él se reuniera con un invitado en la estación de ferrocarril, él siempre se aseguraba de de que todo estuviera en orden en el cuartel central.
Él comprobaba para ver si la alfombra no hacía juego con la vajilla de plata, o lo que fuese, y él lo volvería loco a uno al asegurarse de que todo fuera hecho con buen gusto en la preparación para el invitado. Él tenía una verdadera preocupación personal por sus invitados.
Hermann Geisler, el arquitecto de Hitler, escribió un libro acerca de Hitler. [Se trata de"Ein anderer Hitler", una memoria]. Ése es un libro fantástico que usted debería leer. Él [el autor] era realmente un gran tipo, y él podía imitar muy bien, sobre todo a Robert Ley [el jefe del Servicio del Trabajo del Reich], y Hitler sabía eso. Hitler lo animaba a imitar el modo de hablar de Ley. Y él [humorísticamente] dice: "Mi Führer, no puedo hacer eso, él me pondrá en un campo de concentración". "Oh, siga adelante", diría humorísticamente Hitler, "yo lo sacaré a usted de allí de nuevo". Y así es como era Hitler. Y Geisler imitaba a Ley. Y Hitler se reía tan fuerte que las lágrimas aparecían en sus ojos.
P: ¿Y qué hay acerca de la vida amorosa de Hitler?
R: Hitler no tenía tiempo para eso. Él siempre decía que no tenía tiempo para una esposa. Y Eva Braun desempeñó su parte muy bien. Nadie sabía acerca de la relación entre ambos, que fue mantenida en privado. Ella se manejaba muy bien cuando había muchos invitados alrededor.
No creo que él fuera un gran amante. No lo pienso así. Él tenía una prima, Geli Raubal, durante el período de lucha antes de que él se convirtiera en Canciller. Hitler no fue capaz de prestarle bastante atención, pero ella lo amó, y ella se quitó su propia vida. Creo que ella fue la única mujer que Hitler realmente amó.
P: ¿Engendró Hitler algún hijo?
R: Tonterías. Él no quería ningún hijo.
Hitler pensaba de él mismo como un representante de la nación, y él rechazó cualquier cosa en su vida personal que fuera inconsistente con aquella imagen. Él siempre se consideró como un estadista, y él en consecuencia se aseguró muy bien de que su imagen fuera completamente consecuente con lo que la gente esperaba de él.
P: Y la gente ¿no quería que su Führer tuviera hijos?
R: Sí, pero para eso él habría tenido que casarse y convertirse en un marido. Pero él siempre decía que él no tenía tiempo para eso.
Yo estaba con Hitler cuando él se trasladó recién a su nuevo cuartel central de Wolfsburg, que estaba protegido con hormigón de siete metros de espesor. Y él entró a su nuevo dormitorio donde había una cama corriente de un soldado allí para él, salvo que aquélla tenía dos colchones. Y cuando él vio eso, preguntó bruscamente: "¿Desde cuándo un soldado duerme en dos colchones?". Un ayudante presente pareció avergonzado, y luego Hitler dijo: "Usted puede llevarse uno de ellos". Y esto es lo que Hitler era. Él no pedía ninguna consideración especial para él.
Él pagó por el perímetro de defensa entero alrededor del cuartel central de su personal general con su propio dinero. Él nunca recibió un centavo de sueldo del gobierno. Y hasta el final de la guerra, él mismo pagó por el perímetro de defensa, incluyendo seis kilómetros de carretera, lo que cuesta mucho.
Hitler era un hombre acaudalado, en particular por los derechos de la venta de su libro, Mein Kampf, que vendió más de cien millones de copias. Pero él nunca tomó un centavo del dinero del gobierno.
P: General Remer, usted ha pedido por la cooperación germano-soviética. ¿Puede usted hablarnos acerca de eso?
R: Nosotros los alemanes debemos abandonar la alianza de la OTAN, debemos ser militarmente independientes, debemos crear una zona no nuclear, debemos llegar a un entendimiento con los rusos. Es decir, debemos obtener fronteras razonables de los rusos. Ellos son los únicos que pueden hacer eso. Los estadounidenses no tienen ninguna influencia en absoluto en aquel respeto.
A cambio, garantizaremos comprar materias primas (rusas), y cooperar en cientos de proyectos con los rusos, y eso eliminará nuestro desempleo. Todo esto no tiene nada que ver con ideología. Los rusos están tan atrasados económicamente que ellos estarán de acuerdo fácilmente y felices con esto, y ellos quedarán libres de la ideología.
P: ¿Cómo reaccionarían los franceses ante eso?
R: Francia tendrá que trabajar junto con nosotros. Francia está económicamente mucho más débil que nosotros, de modo que debe comerciar con nosotros en el Oeste o nada en absoluto. Los estadounidenses son nuestros competidores mortales.
P: ¿Podría una alianza germano-soviética conducir a la guerra?
R: No, al contrario, impediríamos la guerra. Los rusos no necesitan una guerra. Por eso Gorbachov hace sus propuestas. Es Estados Unidos el que quiere la guerra.
P: ¿No trataría Estados Unidos de provocar hostilidades?
R: Si realmente llegamos a un entendimiento con Rusia, entonces todo se acabó para Estados Unidos.
Déjeme decir francamente: el gobierno de Adenauer [el primer canciller de Alemania Occidental de la posguerra] retuvo al personal de guerra entero de Goebbels, y los puso en posiciones de gobierno en Bonn. Y por consiguiente, la perspectiva anti-comunista de guerra del doctor Goebbels, que era completamente apropiada durante la guerra, fue continuada hasta ahora. Todos ellos eran gente de Goebbels... ¿Quién todavía realmente cree en el comunismo en estos días? Nosotros estamos realmente contra el comunismo.
P: ¿Qué papel juegan los judíos en la Unión Soviética?
R: Puedo decirle que la dirigencia soviética bajo Lenin fue pagada por los judíos, quienes gastaron 220 millones de dólares. En aquel entonces, [el general alemán] Ludendorff también dio dinero a Lenin a fin de terminar la guerra, y eso era comprensible.
Entre los líderes soviéticos de aquel entonces, el 97% eran judíos. Y luego Stalin subió al poder, y con él los políticos que perseguían una política [no ideológica] en pro de los intereses de Rusia, incluyendo la "gran guerra patriótica" [la Segunda Guerra Mundial], que él ganó.
Stalin no sólo hizo matar a millones que estaban en la periferia del poder, como los campesinos, sino que él también hizo fusilar sistemáticamente a 1,6 millón de los seguidores de Lenin, incluyendo a Trotsky. Y como resultado, Rusia es considerada hoy como el único país que es anti-judío o libre de la influencia sionista. Nosotros los alemanes deberíamos alegrarnos por la rivalidad entre Washington y Moscú. Tenemos que aprovechar esas diferencias.
P: ¿Qué clase de influencia judía existía en la URSS durante la Segunda Guerra Mundial?
R: Después de la guerra, muchos judíos fueron deportados al área de los Urales, y los judíos polacos huyeron. Los rusos necesitaban soldados, y algunos judíos fueron usados como partisanos. Y los rusos vieron que la gente no los quería. Ellos no estaban felices con ellos, y ellos los deportaron. Durante la guerra estimamos que había quizás 1,8 o quizá 2 millones de judíos, no lo sé de cierto, en la Unión Soviética. Ellos nunca fueron tantos.
P: ¿Y la influencia judía en la Unión Soviética hoy?
R: Hay ciertamente [todavía] unos cuantos, pero su influencia ha disminuído drásticamente. En el Soviet Supremo hoy menos del 4% son judíos, a diferencia del 97% [en la época de Lenin]. Entonces usted puede ver cómo han cambiado las cosas.
P: ¿Y qué hay de los judíos en la vida profesional soviética?
R: Sí, pero ellos no importan. Ellos no tienen ninguna influencia política.
P: ¿Ha hablado usted con los rusos?
R: Sí, he hablado con el embajador soviético Valentyn Falin. Me reúno con él cuando visito Bonn, o con el secretario de prensa en Colonia. Ellos me reciben muy bien, y hablamos juntos tan libremente como usted y yo lo hacemos aquí. Es completamente normal para alguien en la vida política hablar libremente con sus adversarios.
P: ¿Piensa usted que los rusos realmente cooperarán?
R: Por el momento, nosotros no contamos. No somos una fuerza política. Sólo podemos actuar como un factor político cuando seamos una potencia política.
He escrito un folleto que envié a Moscú y del cual hablé con la embajada soviética. Ellos estuvieron de acuerdo y dijeron que si todos los alemanes pensaran como yo, las relaciones políticas serían mucho más simples. Sin embargo, [ellos dijeron que] tenemos que tratar con Bonn [ex-capital de la RFA], y porque Bonn está en la alianza de la OTAN, Bonn es nuestro adversario. Entonces ésa es la situación.
P: ¿Por qué la publicación de su organización se llamaDer Bismarck-Deutsche?
R: Eso es porque Bismarck persiguió una política orientada hacia el Este, y a consecuencia de su "Tratado Garantizador" [Rückversicherungsvertrag, de 1887] con Rusia, tuvimos 44 años de paz.–
TESTIMONIO DE REMER
SOBRE EL ATENTADO A HITLER DE 1944
(bills-bunker.de)
Usted podría preguntarse después de leer este informe, ¿por qué no hay imágenes de los complotadores de la bomba [contra Hitler en 1944]?, ¿por qué ningún informe sobre el conde Stauffenberg? Mi respuesta es que hay muchos buenos sitios web, tal vez incluso cientos, que dan un relato creíble del papel de Stauffenberg el 20 de Julio de 1944, de manera que ¿por qué repetir la misma información aquí?.
No hay ni un solo reporte en profundidad acerca del Complot de la Bomba que provenga del "otro lado", y es por eso que he puesto aquí el informe de Otto Remer, un informe de un testigo ocular del Complot de la Bomba escrito en 1951 y traducido del alemán por Bill Medland.
Mi Rol el 20 de Julio de 1944 en Berlín
por Otto Ernst Remer, 1951
Me hice cargo del comando del Wachregiment Großdeutschland [Regimiento de Guardias Gran Alemania] en Mayo de 1944. Me dieron dicha comandancia como una recompensa por mi servicio de primera línea en el frente, habiendo sido herido ocho veces (y una vez más antes del final de la guerra), y soy un portador de la condecoración Cruz de Caballero con Hojas de Roble. Mis deberes incluían la defensa de la capital del Reich en caso de alguna insurrección. Debe recordarse que había en ese tiempo aproximadamente un millón de trabajadores extranjeros en Berlín.
Durante la mañana del 20 de Julio de 1944, mi Regimiento fue puesto en espera, tal como lo fueron otras unidades del Ejército en la Patria. Habíamos recibido la palabra en clave "Walküre" que alarmó a todas las unidades frente al hecho de que había una insurrección general en Alemania. Me dirigí hacia el Stadt Kommandantde Berlín, el teniente general (Paul) von Hase. "¡El Führer está muerto!. ¡Hay una insurrección y el Ejército está asumiendo el control!". Fui asignado al sector gubernamental de la ciudad con la orden "Cierren todo, cada calle, no dejen pasar a nadie, ni general ni ministro!". Se me dio un oficial del Estado Mayor General, el mayor Hayessen como asistente, ya que el oficial que yo debería haber tenido había comenzado a sufrir de los nervios.
Hice al Mayor muchas preguntas que él no podía o no quería contestar. "¿Está muerto el Führer?, ¿ha sufrido él un accidente?, ¿dónde ha comenzado el levantamiento?". No vi nada de una insurrección durante mi paseo por la capital. ¿Por qué el control había pasado al Ejército y no a la totalidad de las fuerzas armadas?. ¿Dónde estaba el reemplazo de Hitler?. ¿Sería sustituido él por el Reichsmarschall Hermann Göring?. ¿Cuáles eran sus órdenes? Las respuestas que conseguí no me dieron un cuadro claro, y comencé a desconfiar del general Von Hase y del mayor Hayessen. Cuando entré en la oficina de generales había varias órdenes impresas que estaban en la mesa, que el comandante recogió y colocó en una carpeta antes de que yo tuviera alguna posibilidad de leerlas. Se me ordenó integrarme a mi Regimiento.
Por el camino pensé que el Führerdebía estar muerto y que cada uno corría por ahí de manera imprudente. Estaba teniendo lugar una lucha por el poder, y recordé cómo las tropas en 1918 en Berlín habían sido mal utilizadas, y decidí que eso no sucedería esta vez.
Se me ordena detener al doctor Goebbels
Convoqué a una reunión a todos mis oficiales, les dije lo que yo ya sabía, que no era mucho. Ordené que ellos me juraran obediencia, confiaran en mi juicio, y sólo siguieran órdenes dadas por mí mismo. ¡Entonces llegó un informe del teniente (Leutnant) doctor Hagen (de mi personal), de que ¡el Feldmarschall von Brauchitsch había sido visto con uniforme completo en Berlín! ¿Qué hacía él en uniforme en esta situación? Él había sido puesto en la lista de la reserva y retirado. También uno de mis propios oficiales estaba actuando extrañamente y desapareció, para ser encontrado más tarde ser en su casa, el teniente coronel (Oberstleutnant) Wolters.
Llamé por teléfono por todo Berlín y traté de conseguir un cuadro claro, pero nadie sabía de manera cierta lo que le había sucedido al Führer, o algo sobre una insurrección. Llamé al teniente doctor Hagen, que trabajaba en el Ministerio de Propaganda, y lo envié para ver al ministro de Defensa del Reich, y que tratara de averiguar la situación militar y política en Berlín. El ministro de Defensa del Reich era el doctor Goebbels.
Aproximadamente una hora y media después la palabra en clave "Walküre" había desparecido. Fui otra vez a ver al general Von Hase y dije a mis hombres que estuvieran preparados y en posición. El general señaló un mapa (un bloque de oficinas al Norte de la estación de trenes de Anhalter), y dijo que yo debería mover a mis hombres a esa área, asegurarla y establecer controles camineros. Cuando llegué allí comprendí que el distrito eran ¡los edificios de la RSHA! (Reichssicherheitshauptamt, Oficina Central de Seguridad del Reich). Volví donde el general y le pregunté por qué yo no había sido informado de que aquéllos eran los edificios de la RSHA. ¿Por qué ninguna orden clara y tanto misterio? El general estalló en rabia y se puso nervioso, gritando que yo sólo debería seguir las órdenes dadas. En ese momento un oficial entró en la oficina y preguntó al general cuándo el doctor Goebbels debería ser detenido. Informé al general que el doctor Goebbels era un miembro honorario de la unidad "Großdeutschland", pero que si yo tuviera una orden clara yo la seguiría.
Al dejar la oficina de Von Hase encontré a mi oficial en el pasillo, a quien yo había enviado a conversar con el doctor Goebbels. Él dijo: "¡Nueva situación!. ¡Parecería ser una toma militar del poder! El doctor Goebbels le pide a usted que vaya, y si usted no está allí en 20 minutos él llamará a la Waffen-SS". Llevé al doctor Hagen a la oficina de Von Hase, y le pedí repetir lo que él me había dicho. Pregunté si yo podría ir y aclarar la situación, pero el general Von Hagen no lo permitiría.
Sentí que el tiempo se acababa. Si el doctor Goebbels llamaba a las Waffen-SS, podríamos encontrarlos luchando contra las tropas del Ejército, y una guerra civil podría irrumpir. Como el comandante de la única verdadera unidad activa en Berlín, tenía que evitar aquello. Al mismo tiempo yo no confiaba en el doctor Goebbels porque yo temía una lucha por el poder político con mis hombres en el medio. Yo todavía no conocía la verdadera situación.
La llamada telefónica con el Führer
Fui para arrestar a Goebbels, llevando a un teniente y a un escuadrón de hombres conmigo. Ordené que los soldados esperaran fuera, diciéndoles que me sacaran si yo estuviera por más de 15 minutos. Entré en el edificio solo, con mi pistola en la mano y quitado el seguro cuando entré en la oficina del doctor Goebbels.
Dije a Goebbels que yo había sido enviado por el general Von Hase para arrestarlo, pero primero quería conocer la situación como él la veía. Le dije que yo tenía que obedecer órdenes, incluso aunque el Führer estuviera muerto. Goebbels pareció sorprendido y dijo: "¿Qué?, ¡el Führer aún vive! Recién hablé con él por teléfono, el complot con bomba ha fallado".
Pedí a Goebbels su palabra de honor de que él había dicho la verdad. Si Hitler estuviera todavía vivo yo lo seguiría sin cuestionar nada. Entonces le pedí a Goebbels otra vez su palabra de honor, la que él me dio. Entonces solicité comunicarme con el Führer. La conexión tomó menos de un minuto, y Goebbels dijo a Hitler lo que había pasado y me dio el teléfono y el Führer me habló:
"¿Me oye usted? ¡Usted ve, estoy vivo! El complot con bomba fracasó. Una pequeña camarilla de oficiales sin honor se convirtió en traidora y quiso sustituírme. Ahora nos encargaremos de los saboteadores, y haremos un corto trabajo con estas alimañas".
"Le ordeno que imponga la paz y el orden en la capital, incluso si es necesaria la fuerza. Usted es responsable hasta que el Reichsführer-SSHimmler llegue a Berlín".
Supe que tenía que moverme rápidamente antes de que hubiera un baño de sangre entre diversos grupos de soldados alemanes, tanto más difícil debido a mi rango menor en ese entonces. En la plaza Fehrbelliner una brigada Panzercomenzó a llegar bajo órdenes radiales del general Guderian. Un vehículo blindado se acercó para custodiar nuestras barricadas. Le dije al comandante de tanques que éramos tropas leales del lado del Reichsminister Goebbels y que un conflicto había sido evitado.
La misma situación ocurrió delante del Edificio Bendler, el cuartel central del Ejército. Una compañía de Panzergrenadier quiso reemplazar a mis tropas, pero un par de oficiales fueron capaces de detener una lucha que estaba estallando. Hasta ese entonces ni un solo tiro había sido disparado en todo el día. Una brigada de reserva del regimiento "Großdeutschland"llegó desde Cottbus y fue colocada bajo mi control. Coloqué mis propias tropas fuertemente alrededor de la Cancillería del Reich.
La situación es puesta bajo control
Al finalizar la tarde el general Von Hase ordenó que yo me reportara ante él; respondí a eso diciéndole que él debería reportarse ante mí en mi cuartel central, en las oficinas de Goebbels. Le informé sobre mi contacto personal con el Führer, y que yo había sido puesto al mando total de la seguridad en Berlín. Von Hase se reportó ante mí, y percibí que él realmente no sabía nada sobre el intento de matar con bomba a Adolf Hitler, y era probablemente inocente de cualquier mala acción. Von Hase fue retenido en un cuarto en las oficinas de Goebbels, en caso de un interrogatorio posterior.
Yo todavía no sabía quiénes eran los cabecillas, o dónde ellos se escondían. En la tarde comenzaron a salir informes desde el Edificio Bendler. Algunos de mis oficiales que controlaban la entrada hacia y desde el edificio, habían visto muchas idas y venidas, con nuevas autorizaciones siendo publicadas. Aumenté la guardia a dos compañías. El mismo oficial me informó que ¡habían tiroteos saliendo del patio del Edificio Bendler! Yo estaba enojado porque hasta aquel momento no había habido ningún disparo, ¡y ahora esto!.
Fui tan rápidamente como pude al Edificio Bendler y fui saludado por el Generaloberst Fromm, comandante del Ejército de la Reserva de la Patria. Él parecía golpeado por el pánico y al borde de un colapso nervioso. Él dijo: "¡Por fin! Un oficial responsable del Großdeutschland, ¿qué sabe usted sobre la situación?". Le dije todo lo que yo sabía, incluso mi contacto telefónico con el Führer, y que yo había sido puesto al mando de la seguridad. Él pidió ser puesto en contacto con Goebbels y yo arreglé aquello.
¿Qué sucedió en el Edificio Bendler?
¿Qué pasó en el Edificio Bendler durante el día? Stauffenberg voló a Berlín después de la tentativa de asesinato de Adolf Hitler, y fue al Edificio Bendler y junto con el Feldmarschall Von Witzleben, el Generaloberst Höppner, el Generaloberst Beck y el general Olbrich, formó un "gobierno militar" y comenzó a publicar órdenes. Ellos comenzaron informando a cada uno que Hitler estaba muerto. El GeneraloberstFromm, quien había estado a favor de la conspiración, cambió de opinión y rechazó ayudar. Se ordenó que él fuera encerrado en su oficina.
Durante las últimas horas de la tarde se descubrió que Hitler todavía estaba vivo, y un grupo de audaces jóvenes oficiales del Estado Mayor detuvo a los conspiradores y liberó al Generaloberst Fromm. Fromm quería encubrir su propia participación en la conspiración, y ordenó un rápido juicio-espectáculo y la ejecución de los cabecillas. Olbrich, Stauffenberg y algunos otros fueron fusilados en el patio, a Beck se le permitió la posibilidad de dispararse él mismo en su oficina. Von Witzleben y Höppner fueron mantenidos prisioneros. Los disparos se detuvieron en el momento en que entré en el edificio. Yo no tuve ninguna participación en las muertes, aunque los periódicos dijeran después de la guerra que yo estuve involucrado, pero ésa era una mentira pura.
Después de que Fromm dejó el Edificio Bendler, aseguré los edificios y llevé todo de vuelta al orden. Se me ordenó entregar a los prisioneros y los documentos al SD (Sicherheitsdienst, Servicio de Seguridad) y a la SS. Entonces volví a mi cuartel central en el Ministerio de Propaganda. Aproximadamente a la medianoche encontré al ReichsführerHimmler y le informé sobre mis acciones durante el día. Al amanecer del 21 de Julio de 1944 yo y mis tropas fuimos retirados.
Aquello mereció que me fueran concedidos los diamantes a mi Cruz de Caballeropor mi participación en la anulación de los traidores. Pero cuando vi el episodio entero como una mancha en el Cuerpo de Oficiales Alemanes, rechacé el galardón. Adolf Hitler aceptó mi punto de vista.
Cuatro semanas después de la conspiración para asesinar con bomba al Führer, solicité volver a la primera línea de la guerra. Fui promovido varias veces alcanzando el rango de mayor general. Esto último no tuvo nada que ver con el 20 de Julio de 1944, sino más que ver con mi éxito en el frente conduciendo una brigada.
Aquellos conspiradores en la Alemania moderna de hoy son vistos como héroes, con casi cada ciudad teniendo una calle llamada Stauffenberg. En efecto, aquéllos son una de las piedras angulares de la República Federal Alemana, y se prohíbe decir algo malo sobre ellos. Otto Remer por otra parte ha llegado a ser una vergüenza para la Alemania de la posguerra, y aún así, él recibió más de diez mil cartas de antiguos soldados apoyando sus acciones del 20 de Julio de 1944.–