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Sobre Shlomo Sand y los Mitos de Israel

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     En informationclearinghouse.infohemos encontrado este artículo que hemos traducido. Tiene más de cuatro años y se refiere a los temas de que trata el historiador israelí Shlomo Sand, que son sobre la des-mitificación del discurso sionista y también judío. Está tomado de un periódico sionista y mayormente tiene la forma de una entrevista. Hay varios conceptos interesantes e ilustrativos, y por ello se publica aquí.


Despedazando una "Mitología Nacional"
por Ofri Ilani, Haaretz
15 de Octubre de 2008




    De todos los héroes nacionales que han surgido de entre el pueblo judío a través de las generaciones, el destino no ha sido amable con Dahia Al-Kahina, una líder de los bereberes en las montañas Aures. Aunque ella fuera una orgullosa judía, pocos israelíes han oído alguna vez el nombre de esta reina-guerrera que en el siglo VII d.C. unió a varias tribus bereberes e hizo retroceder al ejército musulmán que invadió África del Norte. Es posible que la razón de esto sea que Al-Kahina era la hija de una tribu bereber que se había convertido al judaísmo, aparentemente varias generaciones antes de que ella naciera, en algún momento alrededor del siglo VI d.C.

     Según el historiador de la Universidad de Tel-Aviv profesor Shlomo Sand, autor de "¿Cuándo y Cómo el Pueblo Judío Fue Inventado?",la tribu de la reina y otras tribus locales que se convirtieron al judaísmo son las fuentes principales de las cuales surgió la judería española. Esta afirmación de que los judíos de África del Norte tuvieron su origen en tribus autóctonas que se convirtieron al judaísmo —y no en comunidades desterradas de Jerusalén— es sólo un elemento del argumento de mayor alcance publicado en el nuevo libro de Sand.

     En este trabajo el autor intenta demostrar que los judíos que ahora viven en Israel y otros lugares en el mundo no son en absoluto descendientes del antiguo pueblo que habitó el reino de Judea durante el período del primer y segundo Templo. Sus orígenes, según él, están en pueblos variados que se convirtieron al judaísmo a través del curso de la Historia, en diferentes rincones de la cuenca del Mediterráneo y las regiones adyacentes. No sólo los judíos norafricanos son en su mayor parte descendientes de paganos que se convirtieron al judaísmo, sino además los judíos de Yemen (remanentes del reino Himyar en la península árabe, quienes se convirtieron al judaísmo en el siglo IV) y los judíos ashkenazi de Europa del Este (refugiados del reino de los jázaros, que se convirtieron en el siglo VIII).

     A diferencia de otros "nuevos historiadores" que han tratado de debilitar las presunciones de la historiografía sionista, Sand no se contenta con regresar hasta 1948 o a los comienzos del sionismo, sino que más bien retrocede miles de años. Él trata de demostrar que el pueblo judío nunca existió como una "raza-nación" con un origen común, sino que en vez de ello consiste en una mezcla multicolor de grupos que en varias etapas de la Historia adoptaron la religión judía. Él sostiene que para varios ideólogos sionistas la percepción mítica de los judíos como un pueblo antiguo conduce a un pensamiento realmente racista: "Hubo tiempos en que cuando alguien sostenía que los judíos pertenecen a un pueblo que tiene orígenes gentiles, él era clasificado inmediatamente como un anti-judío. Hoy, si alguien se atreve a sugerir que aquellos que son considerados como judíos en el mundo... nunca han constituído y todavía no constituyen un pueblo o una nación, él es inmediatamente condenado como un odiador de Israel".

     Según Sand, la descripción de los judíos como una nación de exiliados, errabunda y auto-aislada, "que vagaron a través de mares y continentes, alcanzaron los confines de la tierra y finalmente, con el advenimiento del sionismo, dieron una vuelta en U y retornaron en masa a su patria huérfana", es solamente "mitología nacional". Como otros movimientos nacionales en Europa, que buscaban una espléndida Edad de Oro, mediante la cual ellos inventaron un pasado heroico —por ejemplo, la Grecia clásica o las tribus teutónicas— para demostrar que ellos habían existido desde los comienzos de la Historia, "así, también, los primeros brotes del nacionalismo judío florecieron en dirección de la fuerte luz que tiene su fuente en el mítico reino de David".

     De esa manera, ¿cuándo, de hecho, fue inventado el pueblo judío, en la visión de Sand?. En una cierta etapa en el siglo XIX, intelectuales de origen judío en Alemania, bajo la influencia del carácter folk del nacionalismo alemán, asumieron la tarea de inventar un pueblo "retrospectivamente", a partir de una sed por crear un pueblo judío moderno. A partir del historiador Heinrich Graetz, los historiadores judíos comenzaron a describir la historia del judaísmo como la historia de una nación que había sido un reino, se convirtió en un pueblo errante y finalmente se dio la vuelta y regresó a su lugar de nacimiento.

—Realmente, la mayor parte de su libro no trata con la invención del pueblo judío por medio del moderno nacionalismo judío sino más bien con la pregunta acerca de dónde provienen los judíos.

—Sand: «Mi intención inicial era tomar cierta clase de materiales historiográficos modernos y examinar cómo ellos inventaron la "ficción" del pueblo judío. Pero cuando comencé a confrontar las fuentes historiográficas, repentinamente encontré contradicciones. Y aquello luego me incitó: comencé a trabajar sin saber donde yo terminaría. Tomé fuentes primarias y traté de examinar las referencias de los autores en el período antiguo, lo que ellos escribieron acerca de la conversión».

     Sand, un experto sobre la historia del siglo XX, ha investigado hasta ahora la historia intelectual de la Francia moderna (en "Intelectuales, Verdad y Poder. Del Caso Dreyfus a la Guerra del Golfo"). Excepcionalmente, para un historiador profesional, en su nuevo libro él trata con períodos que nunca había investigado antes, por lo general confiando en los estudios que presentan opiniones poco ortodoxas de los orígenes de los judíos.

—Los expertos en la historia del pueblo judío dicen que usted trata con asuntos sobre los cuales usted no tiene ninguna comprensión y que se basa en trabajos que usted no puede leer en sus idiomas originales.

—«Es verdad que soy un historiador de Francia y Europa, y no del período antiguo. Yo sabía que en el momento en que yo comenzara a tratar con períodos antiguos como éstos, sería expuesto a la crítica mordaz por historiadores que se especializan en aquellas áreas. Pero me dije que no puedo quedarme sólo con el material historiográfico moderno sin examinar los hechos que describe. Si yo no hubiera hecho esto por mí mismo, habría sido necesario haber esperado una generación entera. Si yo hubiera seguido ocupándome de Francia, quizás me habrían dado cátedras en la universidad y una gloria provincial. Pero decidí renunciar a la gloria».


La invención de la Diáspora

     "Después de ser forzosamente desterrado de su tierra, el pueblo permaneció fiel a ella a través de toda su Dispersión y nunca dejó de rezar y esperar por su retorno y por la restauración en ella de su libertad política". Así declara el preámbulo a la Declaración israelí de Independencia. Ésta es también la cita que abre el tercer capítulo del libro de Sand, titulado "La Invención de la Diáspora". Sand sostiene que el exilio del pueblo judío desde su tierra nunca tuvo lugar.

     «El paradigma supremo del exilio fue necesario a fin de construír una memoria de largo alcance en la cual una raza-nación imaginada y desterrada fuera postulada como la continuación directa de "el pueblo de la Biblia" que la precedió», explica Sand. Bajo la influencia de otros historiadores que han tratado con el mismo asunto en años recientes, él sostiene que el exilio del pueblo judío es originalmente un mito cristiano que representaba aquel acontecimiento como el castigo divino impuesto a los judíos por haber rechazado el evangelio cristiano.

     «Comencé a mirar en estudios de investigación acerca del exilio de la tierra, un acontecimiento constitutivo en la historia judía, casi como el "Holocausto". Pero para mi asombro descubrí que esto no tiene ninguna literatura. La razón es que nadie desterró a la gente del país. Los romanos no desterraban pueblos, y ellos no podían haber hecho aquello incluso si lo hubieran querido. Ellos no tenían trenes y camiones para deportar poblaciones enteras. Aquella clase de logística no existió sino hasta el siglo XX. De esto, en efecto, nació el libro entero: de la comprensión de que la sociedad judaica no fue dispersada y no fue desterrada».

—Si el pueblo no fue exiliado, ¿está usted diciendo que de hecho los verdaderos descendientes de los habitantes del reino de Judá son los palestinos?.

—«Ninguna población permanece pura por un período de miles de años. Pero las posibilidades de que los palestinos sean descendientes del antiguo pueblo judaico son mucho mayores que las posibilidades de que usted o yo seamos sus descendientes. Los primeros sionistas, hasta la rebelión árabe [1936-1939], sabían que no había habido ningún exilio, y que los palestinos eran descendientes de los habitantes de la tierra. Ellos sabían que los agricultores no se marchan sino hasta que son expulsados. Incluso Yitzhak ben-Zvi, el segundo presidente del Estado de Israel, escribió en 1929 que "la gran mayoría de los agricultores campesinos no tiene sus orígenes en los conquistadores árabes sino más bien antes de aquellos, en los agricultores judíos que eran numerosos y una mayoría entre los ocupantes de la tierra"».

—¿Y cómo aparecieron los millones de judíos alrededor del Mar Mediterráneo?.

—«La gente no se esparció, sino que fue la religión judía la que lo hizo. El judaísmo era una religión proselitista. Contrariamente a la opinión popular, en el judaísmo temprano había una gran sed para convertir a otros. Los Asmoneos fueron los primeros en comenzar a producir grandes cantidades de judíos por medio de la conversión de masas, bajo la influencia del helenismo. Las conversiones entre la rebelión Asmonea y la rebelión de bar-Kochba fueron las que prepararon el terreno para la posterior diseminación ampliamente difundida del cristianismo. Después de la victoria del cristianismo en el siglo IV, el ímpetu de conversión fue aquietado en el mundo cristiano, y hubo una fuerte caída en el número de judíos. Probablemente muchos de los judíos que aparecieron alrededor del Mediterráneo se hicieron cristianos. Pero entonces el judaísmo comenzó a impregnar otras regiones, regiones paganas, por ejemplo, como Yemen y África del Norte. Si el judaísmo no hubiera seguido avanzando en aquella época y no hubiera continuado convirtiendo gente en el mundo pagano, hubiéramos permanecido como una religión completamente marginal, si es que hubiéramos sobrevivido».

¿Cómo llegó usted a la conclusión de que los judíos de África del Norte fueron originalmente bereberes que se convirtieron?.

—«Me pregunté cómo aparecieron comunidades judías tan grandes en España. Y luego vi que Tariq ibn-Ziyad, el comandante supremo de los musulmanes que conquistaron España, era un bereber, y que la mayor parte de sus soldados eran bereberes. El reino bereber judío de Dahia Al-Kahina había sido derrotado sólo 15 años antes. Y la verdad es que hay varias fuentes cristianas que dicen que muchos de los conquistadores de España eran conversos al judaísmo. La fuente profundamente arraigada de la gran comunidad judía en España fueron aquellos soldados bereberes que se convirtieron al judaísmo».

     Sand sostiene que la adición demográfica más crucial a la población judía mundial vino como consecuencia de la conversión del reino de Jazaria, un Imperio enorme que surgió en la Edad Media en las estepas a lo largo del río Volga, que en su apogeo gobernó sobre un área que se extendía desde la Georgia de hoy hasta Kiev. En el siglo VIII, los reyes de los jázaros adoptaron la religión judía e hicieron del hebreo el lenguaje escrito del reino. A partir del siglo X el reino se debilitó; en el siglo XIII fue completamente derrotado por los invasores mongoles, y el destino de sus habitantes judíos permanece confuso.

     Sand revive la hipótesis, que fue sugerida ya por historiadores en los siglos XIX y XX, según la cual los judaizados jázaros constituyeron los principales orígenes de las comunidades judías de Europa del Este.

     «A principios del siglo XX hay una concentración enorme de judíos en Europa del Este —tres millones de judíos sólo en Polonia», dice él. «La historiografía sionista afirma que sus orígenes están en la comunidad judía más antigua en Alemania, pero ellos no tienen éxito en la explicación de cómo un pequeño número de judíos que vinieron de Mainz y Worms podría haber fundado al pueblo yíddish de Europa del Este. Los judíos de Europa del Este son una mezcla de jázaros y eslavos que fueron empujados hacia el Este».


"Grado de perversión"

—Si los judíos de Europa del Este no vinieron de Alemania, ¿por qué ellos hablaban el yíddish, que es una lengua germánica?.

—«Los judíos eran una clase de pueblo dependiente de la burguesía alemana en el Este, y así ellos adoptaron palabras alemanas. Aquí me baso en la investigación del lingüista Paul Wechsler de la Universidad de Tel-Aviv, que ha demostrado que no hay ninguna conexión etimológica entre la lengua judía alemana de la Edad Media y el yíddish. Ya en 1828 el Ribal (rabino Isaac Ber Levinson) dijo que la antigua lengua de los judíos no era el yíddish. Incluso Ben Zion Dinur, el padre de la historiografía israelí, no dudaba en describir a los jázaros como el origen de los judíos de Europa del Este, y describe a Jazaria como "la madre de las diásporas" en Europa del Este. Pero más o menos desde 1967 cualquiera que hable de los jázaros como los antepasados de los judíos de Europa del Este es considerado ingenuo y lunático».

—¿Por qué piensa usted que la idea de los orígenes jázaros es tan amenazante?.

«Está claro que el miedo es al de un debilitamiento del derecho histórico a la tierra. La revelación de que los judíos no son de Judea golpearía ostensiblemente la legitimidad de nuestro ser aquí. Desde el comienzo del período de des-colonización, los colonos ya no han sido capaces de decir simplemente: "vinimos, ganamos y ahora estamos aquí" de la manera en que los estadounidenses, los Blancos en Sudáfrica y los australianos lo dijeron. Hay un miedo muy profundo a que se plantee una duda frente a nuestro derecho a existir».

—¿No hay ninguna justificación para ese miedo?

—«No. No creo que el mito histórico del exilio y el vagabundeo sea la fuente de la legitimación para que yo esté aquí, y por lo tanto no me inquieta creer que soy jázaro en mis orígenes. No estoy temeroso del debilitamiento de nuestra existencia, porque pienso que el carácter del Estado de Israel la debilita de un modo mucho más serio. Lo que constituiría la base para nuestra existencia aquí no es el mitológico derecho histórico, sino que más bien lo sería para nosotros el comenzar a establecer una sociedad abierta aquí de todos los ciudadanos israelíes».

—En efecto usted dice que no hay tal cosa como un pueblo judío.

—«No reconozco a un pueblo internacional. Yo reconozco al "pueblo yíddish" que existió en Europa del Este, que aunque no sea una nación puede ser visto como una civilización yiddishista con una cultura popular moderna. Pienso que el nacionalismo judío creció en el contexto de este "pueblo yíddish". También reconozco la existencia de un pueblo israelí, y no niego su derecho a la soberanía. Pero el sionismo y también el nacionalismo árabe con el correr de los años no están listos para reconocerlo».

      «Desde la perspectiva del sionismo, este país no pertenece a sus ciudadanos sino más bien al pueblo judío. Reconozco una definición de una nación: un grupo de gente que quiere vivir con soberanía. Pero la mayor parte de los judíos en el mundo no tiene ningún deseo de vivir en el Estado de Israel, aunque nada se los está impidiendo. Por lo tanto, ellos no pueden ser vistos como una nación».

—¿Qué es lo peligroso de imaginar que los judíos pertenecen a un solo pueblo?. ¿Por qué es malo esto?

—«En el discurso israelí sobre las raíces hay un grado de perversión. Es un discurso etnocéntrico, biológico, genético. Pero Israel no tiene existencia como un Estado judío: Si Israel no se desarrolla y se convierte en una sociedad abierta y multicultural tendremos un Kosovo en la Galilea. La conciencia acerca del derecho a este lugar debe ser más flexible y variada, y si he contribuído con mi libro a la probabilidad de que yo y mis hijos seremos capaces de vivir con los demás aquí en este país en una situación más igualitaria, habré hecho mi aporte».

     «Debemos comenzar a trabajar mucho para transformar nuestro lugar en una república israelí donde el origen étnico, así como la fe, no será relevante ante los ojos de la ley. Cualquiera que esté relacionado con las élites jóvenes de la comunidad árabe de Israel puede ver que ellos no consentirán en vivir en un país que declara que no es de ellos. Si yo fuera un palestino me rebelaría contra un Estado así, pero incluso como un israelí me estoy rebelando contra ello»

—La pregunta es: para llegar a aquellas conclusiones ¿tuvo usted que ir tan lejos como hasta el reino de los jázaros?.

—«No escondo el hecho de que es muy doloroso para mí vivir en una sociedad en la cual los principios nacionalistas que la dirigen son peligrosos, y que esta angustia ha servido como un motivo en mi trabajo. Soy un ciudadano de este país, pero soy también un historiador, y como un historiador es mi deber escribir la Historia y examinar textos. Esto es lo que he hecho».

—Si el mito del sionismo es el del pueblo judío que retornó a su tierra desde el exilio, ¿cuál será el mito del país que usted vislumbra?.

—«A mi parecer, un mito sobre el futuro es mejor que las mitologías introvertidas del pasado. Para los estadounidenses, y hoy para los europeos también, lo que justifica la existencia de la nación es una futura promesa de una sociedad abierta, progresiva y próspera. Los materiales israelíes existen realmente, pero es necesario añadir, por ejemplo, feriados que involucren a todos los ciudadanos. Disminuír un poco el número de días de conmemoración y añadir días que estén dedicados al futuro. Pero también, por ejemplo, añadir una hora en la memoria de la Nakba [literalmente, "la catástrofe" —el término palestino para lo que sucedió cuando Israel fue establecido], entre el Día de la Conmemoración y el Día de la Independencia».–




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