En 1987 publicó el intelectual danés señor Riis-Knudsen el siguiente texto que presentamos en castellano ahora. Lo interesante y perspicaz de sus sensatos razonamientos sitúan a este ensayo en la categoría de lectura aconsejable para quienes están más allá de la propaganda chata y ramplona y que asumen los temas con la seriedad científica requerida en los debates serios. El autor no es un propagandista simplemente sino que ha entrado a sus asuntos con plena responsabilidad por su argumentación. La gran mayoría de los preocupantes temas que plantea y examina, a 27 años de ser escritos, los compartimos, ya que mantienen toda su vigencia. Añadimos este artículo al anterior que de él ya presentamos, donde hemos dado noticias personales suyas.
Nacional-Socialismo.
El Punto de Vista Biológico
por Povl H. Riis-Knudsen, 1987
Como nacionalsocialista, usted constantemente experimenta dificultad para mantener una conversación significativa con un no-nacionalsocialista. Usted a menudo siente que tal diálogo es completamente imposible y que ustedes viven en dos mundos totalmente diferentes. En parte, por supuesto, la razón de esta deplorable situación está en la imagen propagandística del Nacionalsocialismo como la culminación de la maldad humana que nuestros enemigos han creado en la mente pública. Sin embargo, para la gente joven lo que sucedió hace medio siglo no es tan importante ya más. Desde su infancia más temprana ellos han sido capaces de seguir toda la malicia y crueldad que ha estado devastando al mundo desde la "victoria del humanismo" en 1945, vívidamente presentada por la televisión, y hay una tendencia muy alentadora entre la generación joven a tener una actitud menos parcial hacia la vida y sus diversos problemas que la que tenía la generación anterior.
Sin embargo, esto no significa que la gente joven tenga alguna idea en absoluto acerca de qué es realmente el Nacionalsocialismo, ni que ellos muestren mucha comprensión cuando usted les habla. Ellos han crecido en un mundo donde han sido deliberadamente enajenados de todos los valores naturales y las normas éticas naturales, y se les ha enseñado que todo es relativo, y donde la línea de demarcación entre verdad y mentira ha dejado de existir, por cuanto ya no hay ningún absoluto y todo depende de la forma en que usted decide mirarlo. En este mundo sin valores la gente vive en un vacío mental, totalmente carente de contacto con el mundo real, sus implacables leyes biológicas y sus obligaciones morales y sociales absolutas, y es inevitable que la idea nacionalsocialista sea sentida como un elemento ajeno incomprensible en un universo político y filosófico tal.
En oposición al relativismo despreocupado de hoy, donde todas las ideas —en principio, al menos— son igualmente aceptables y válidas, el Nacionalsocialismo representa el esfuerzo constante para encontrar la verdad absoluta y hacer de esta verdad el fundamento de la sociedad humana. A diferencia de los nebulosos desvaríos de necios filósofos de sillón y del misticismo oriental, sin embargo, el Nacionalsocialismo está basado en el sentido común, y busca sus argumentos en el mundo real, donde la diferencia entre verdad y mentira y entre el bien y el mal está determinada por hechos y no por ilusiones y ensueños teóricos.
Bajo esta perspectiva es obvio que el Nacionalsocialismo debe rechazar las concepciones y las normas morales de todas las ideologías dominantes, y esto, naturalmente, conduce a una brecha de comprensibilidad que es difícil de subsanar, simplemente porque no hay ningún marco de referencia común entre los nacionalsocialistas y la gente cuyo pensamiento está determinado por las ideas del orden actual. El Nacionalsocialismo simplemente significa una lucha absoluta, irrevocable e intransigente contra los mismos fundamentos filosóficos del orden mundial dirigente entero. En las páginas siguientes trataremos de explicar las implicaciones de tal enfrentamiento.
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Como probablemente ha sido aclarado recién, la idea nacionalsocialista tiene muy poco que ver con la política en el sentido normal de la palabra. El movimiento nacionalsocialista no es una de las organizaciones políticas habituales, que sólo representan algunos intereses de grupo de naturaleza más o menos materialista. El objetivo de éstas es simplemente ensamblar un programa político que sea lo suficientemente vago e insípido como para atraer la necesaria cantidad de votantes para una plataforma parlamentaria donde sus "elegidos representantes del pueblo" puedan apropiarse de una rebanada tan grande del pastel como les sea posible —y quizás para los miembros de su partido— a costa del resto de la sociedad.
El Nacionalsocialismo es mucho más que eso: es una visión del mundo, una completa filosofía de vida, que cubre todos los aspectos de la existencia humana. Como un adherente de tal visión del mundo usted considera todos los fenómenos de la sociedad desde un único y mismo ángulo, de modo que cada aspecto llega a ser parte de un todo unificado, tal como sus opiniones en todas las áreas están determinadas por el mismo principio unificador que le permite entender y explicar todas las facetas de la vida y sus misterios. De este modo, una visión del mundo es la base de la actitud de sus seguidores frente a la religión, la ética, la política, la economía, y del modo en que ellos organizan sus vidas personales.
Ahora, por supuesto, el Nacionalsocialismo no es la única filosofía de vida que afirma cubrir todos los aspectos de la existencia. Otros ejemplos son, por poner un caso, todas las religiones, que en principio dan a todos los que creen en ellas una línea de dirección para su conducta y actitudes en cada situación de la vida. Hoy, sin embargo, las religiones han sido obligadas a comprometerse en un intento desesperado de rellenar la brecha que se ensancha rápidamente entre los dogmas religiosos y la realidad, separación que durante los pasados 500 años ha conducido a una secularización constantemente creciente de los países cristianos en el Viejo Mundo y que hoy hace que los occidentalizados gobiernos de la mayoría de los países islámicos abandonen la estricta estructura religiosa de la sociedad en favor del materialismo capitalista o comunista.
Un ejemplo de una sociedad que ha ido en la dirección opuesta y que acentúa radicalmente la unidad entre política y religión es el Irán de Jomeini. Otro ejemplo es Israel, que está basado en la creencia religiosa de que los judíos son "el pueblo elegido de Dios" y de que tienen un derecho divino al territorio que ellos reclaman de los árabes, y donde sobre todo los grupos más ortodoxos por consiguiente rechazan la más leve desviación de la ley talmúdica. Esta ley es un producto de la antigua sociedad nómada y es imposible de aplicar a un Estado industrial moderno, lo que conduce a diversas construcciones típicamente semíticas para eludir las estrictas reglas religiosas alrededor de, por ejemplo, el sábado y el año sabático (Shmitta), donde toda la tierra debería quedar en barbecho, pero no lo hace.
Métodos similares pueden ser vistos en los países árabes, donde el Ramadán está más o menos abolido permanentemente, porque los países están "en guerra" con la pobreza. Todas aquellas tentativas de "hacer trampas" muestran claramente que dichas visiones de mundo son totalmente inadecuadas como líneas orientadoras en el mundo moderno con su tecnología occidental, y que ellas no han sido lo bastante fuertes para impedir a sus seguidores desear esta nueva vida, que no es parte de su cultura sino el resultado del parasitismo exitoso. La razón de este fracaso es simplemente que estas religiones están basadas en la fe ciega y no en la realidad.
Naturalmente, los cristianos devotos tienen el mismo deseo de preservar la Biblia como una autoridad final y como un foco para todo el pensamiento. Así, la Iglesia Católica constantemente trata de aumentar su influencia sobre el desarrollo de la sociedad en países tradicionalmente católicos como Irlanda, Italia, España e Iberoamérica, y para hacer esto debe conseguir el poder político. Su debilidad principal son, sin embargo, los muchos desacuerdos internos en cuanto a cómo este objetivo debería ser conseguido y qué partes de la doctrina cristiana deberían ser enfatizadas. También en Norteamérica el cristianismo disfruta de una influencia política muy importante que no debería ser subestimada de ninguna manera, y también en Europa la mayoría de los países tienen partidos políticos cristianos que tratan de reforzar los supuestos valores cristianos como parte de su programa político. Sin embargo, la religión como tal juega una parte muy moderada en estos partidos, simplemente porque el cristianismo ha perdido su control sobre la gente, si ha tenido alguna vez uno. De alguna manera éste siempre ha sido sentido como una idea ajena entre los hombres del Norte, y su interpretación de ello a menudo ha sido bastante poco cristiana. Hoy ha sido reducido a una reliquia anacrónica. En Dinamarca, por ejemplo, aproximadamente el 95% de los habitantes es miembro de la iglesia estatal luterana. Sin embargo, sólo el 2% va a la iglesia y aún menos afirman creer en la doctrina. Como una fuerza espiritual entre el pueblo, el cristianismo está muerto.
Sin embargo, el marxismo también es una filosofía de vida, representando una visión del mundo que gobierna todas las facetas de la vida humana, mientras que todas las otras ideas políticas en nuestra parte del mundo se concentran principalmente en problemas administrativos y económicos insignificantes. Estas ideas están débilmente vinculadas a una cierta actitud fundamental frente a la vida en general y a la relación entre el individuo y la sociedad, pero en cuanto a las necesidades espirituales del hombre, ellas son —en principio— totalmente carentes de compromiso. Ellas no excluyen ninguna afiliación religiosa; al contrario, ellas siempre acentúan la libertad religiosa total, y afirman que la religión y la política no tienen nada que ver una con otra y que deberían ser mantenidas aparte, como si la religión fuera algo sin importancia comparada con la política. Así, los miembros de todos estos partidos liberales o conservadores pueden ser cristianos, judíos, musulmanes, ateos o budistas. Su persuasión religiosa es considerada como totalmente irrelevante para su trabajo político. Ellos están unidos en un intento de solucionar unos justamente bien definidos problemas prácticos en la maquinaria estatal, pero ellos pueden tener objetivos espirituales totalmente diferentes en mente. Como se mencionó, esta fragmentación es realmente incompatible con la naturaleza de la religión, pero debe ser aceptada más o menos de mala gana por las comunidades religiosas si ellas quieren ejercer alguna influencia sobre la sociedad en absoluto.
Una verdadera filosofía de vida como el Nacionalsocialismo no tiene absolutamente ningún espacio para una separación tan atomística de la vida en compartimentos diferentes sin relación unos con otros. El Nacionalsocialismo es capaz de solucionar todos los problemas prácticos de la sociedad mediante la aplicación de los principios de su filosofía fundamental, y sus seguidores no necesitan ningún elemento foráneo para satisfacer sus necesidades espirituales. El Nacionalsocialismo en sí da una respuesta plena a cualquier pregunta que el hombre pueda hacer.
Es un hecho bien conocido el que las religiones están basadas únicamente en la fe, algo que ellas están orgullosas de reconocer. Así, la existencia de Dios, la inmaculada concepción, la resurrección, la segunda venida, etcétera, son todas cosas que usted no puede demostrar —a menos que, por supuesto, usted acepte a Dios como el autor de la Biblia, otra cosa que usted debe sólo creer— a pesar de cualquier prueba que usted pueda tener en contrario. Y si usted no cree sin tener evidencias, usted es sospechoso, tal como Tomás el incrédulo. En oposición a este orgullo de la ignorancia, tanto el marxismo como el Nacionalsocialismo afirman basarse en la verdad científica. El marxismo fue inventado detrás de un escritorio, lleno de libros eruditos y filosóficos, pero sin ningún contacto con la realidad o la ciencia, para el caso. En una mirada más cercana, el marxismo está casi tan basado en la fe como cualquier religión, a saber, en la creencia completamente anti-científica de que todos los seres biológicos que caminan en dos piernas y no tienen plumas han sido creados iguales, y en la casi tan absurda idea de que han sido las condiciones de la producción las que han determinado la Historia, del mismo modo en que se ha afirmado que ha sido el entorno —y no la herencia— el que determina el desarrollo del individuo. Esto, por supuesto, es poner la carreta delante del caballo. No se requiere mucha inteligencia para comprender que en realidad es el Hombre el que ha formado su ambiente —y el que ha establecido el orden social, incluídas las condiciones de la producción— y no al revés.
A diferencia de todas estas otras filosofías, el Nacionalsocialismo nunca ha sido inventado: ha sido derivado de las eternas Leyes de la Naturaleza, que han existido junto con el universo y que han gobernado toda la vida desde que el primer organismo primitivo surgió en la existencia. Esto ha sido expresado maravillosa y claramente por Savitri Devi, la famosa filósofa nacionalsocialista, en su libro "El Relámpago y el Sol":
"En su esencia, la idea nacionalsocialista excede no sólo a Alemania y a nuestro tiempo, sino a la raza aria y a la Humanidad misma y a cualquier época; ella en último término expresa aquella sabiduría misteriosa e infalible según la cual la Naturaleza vive y crea: la sabiduría impersonal de la selva virgen y de las profundidades del océano y de las esferas en los oscuros campos del espacio; y es para gloria de Adolf Hitler no simplemente haber regresado a aquella divina sabiduría sino haberla convertido en la política de regeneración práctica de alcance mundial".
En otras palabras, el Nacionalsocialismo no fue inventado por Adolf Hitler sino que es la expresión consciente de las fundamentales Leyes de la Naturaleza que gobiernan nuestras vidas. Está basado en un amor infinito a la creación en toda su diversidad, un respeto profundo e incondicional por la sabiduría de la Naturaleza, y una voluntad ardiente de conservar la vida en cuanto ha crecido de esta sabiduría. El único modo de hacer aquello es organizar la sociedad del Hombre de acuerdo con estas Leyes fundamentales. Así, estar en contra del Nacionalsocialismo es tan absurdo e ilógico como sería oponerse a la ley de gravedad o al hecho de que la Tierra es redonda. El Nacionalsocialismo no es realmente sino la aplicación de leyes físicas y biológicas a las áreas política, económica, social y religiosa de la vida humana del mismo modo en que ellas son aplicadas hoy a la tecnología. Bajo esta perspectiva, el Nacionalsocialismo es verdaderamente científico, a diferencia de cualquier otra visión del mundo. No desea hacer que la realidad encaje con alguna teoría preconcebida sino hacer que las teorías calcen con la realidad. Los hitos científicos que dan origen a una nueva época serían así inmediatamente reflejados en la vida práctica de una comunidad nacionalsocialista.
Por supuesto, podríamos querer que a veces algunas de estas Leyes hubieran sido un poco diferentes, pero debemos aceptar necesariamente que sería imposible cambiarlas. ¡Las leyes de la Naturaleza no pueden ser abolidas o enmendadas por medio de un voto en la Asamblea General de Naciones Unidas, en el Congreso estadounidense, o en cualquier otro parlamento nacional!. Quizás todo habría sido más fácil si todos los seres humanos y todas las razas hubieran sido creados iguales, y si no hubiera habido ningún factor hereditario gobernando y limitando nuestras posibilidades individuales de desarrollo. Sin embargo, ése no es el caso, y no hay absolutamente ninguna posibilidad de cambiar este hecho mediante buenos deseos, es decir, haciendo como si estas Leyes no existieran. Construír una sociedad sobre tales ilusiones es un pecado mortal que sólo puede tener consecuencias desastrosas.
Estas consecuencias se ven muy claramente cuando miramos las sociedades que han sido construídas por nuestros enemigos en el Este y en Occidente. Unánimemente ellos se refieren al Nacionalsocialismo como "el Evangelio del Mal", mientras ellos mismos gobiernan sobre un mundo que está al borde del desastre económico y moral, un mundo aquejado por inflación, desempleo, delito, violencia insensata, abuso de drogas, contaminación, pornografía, corrupción, hambre y catástrofes ecológicas, un mundo que ha experimentado sólo 16 días de paz desde 1945 y donde 30 millones de personas han sido muertas durante el mismo período. Y sobre este triste mundo se cierne la amenaza terrible de una guerra nuclear que destruirá toda vida superior sobre la Tierra.
No es de extrañar, en efecto, que el hombre viva en un miedo constante de lo que el día siguiente le depara. Lamentablemente, este miedo y desesperación es lo más extendido en la parte aria del mundo, donde la decadencia y el decaimiento moral están más avanzados. Aquí la gente ha sido totalmente enajenada de todos los valores sanos y naturales y convertida en zombies irracionales, cuyas ansiedades son calmadas por la riqueza material, en una constante carrera contra el caos económico. A pesar de todos los bienes materiales del mundo moderno, esta gente no está ni feliz ni satisfecha. Ellos carecen completamente de ideales y entusiasmo, y han perdido toda la fe en el futuro. El ario simplemente tiene miedo de traer hijos a este mundo. Como no ve ningún futuro, él prefiere los lujos del momento a la preservación de su raza y cultura. Él trata de asegurar una vida tan cómoda para él como pueda en esta letrina, y su única esperanza es que la catástrofe inevitable no ocurra durante su tiempo de vida. Así, él observa pasivamente la tierra de sus antepasados siendo lenta pero constantemente adueñada por extranjeros, que no comprenden todavía que el final del hombre Blanco significa el final de toda la civilización.
Ésta es la Edad de Oro que nuestros enemigos prometieron al mundo en 1945. Esto es lo que ellos han sido capaces de construír durante los 40 años en que ellos han tenido el poder absoluto. En estas circunstancias las perspectivas para el futuro ciertamente son sombrías. Sin embargo, esto no tiene que ser de esta manera. Que el mundo esté en una condición tan siniestra es únicamente el resultado del irrespeto total del Hombre por las Leyes de la Naturaleza.
Como nacionalsocialista, usted inevitablemente parece como alguien de otro planeta cuando usted ha comprendido una vez la naturaleza del orden actual. Usted no puede tener parte en este sistema, y la misma lucha diaria para mantenerse vivo dentro del marco de esta sociedad debe parecer una fútil pérdida de tiempo. Como nacionalsocialistas visualizamos un totalmente Nuevo Orden Mundial, basado en la "sabiduría infalible según la cual la Naturaleza vive y crea". Sólo dentro de tal nuevo orden mundial puede sobrevivir la vida en este planeta a largo plazo. Sin embargo, para establecer este Nuevo Orden el Hombre debe aceptar que él no está elevado por encima de la Naturaleza. El Hombre no es el amo de la creación sino una parte integrada de la totalidad de la Naturaleza, y él está sujeto a exactamente las mismas leyes que todos los otros organismos vivos. Del mismo modo, él también debe aceptar el hecho científicamente probado de que las razas del hombre son diferentes —no sólo en su aspecto externo sino también en cuanto a sus características mentales e intelectuales— y, finalmente, que todos los seres humanos son individuos creados desiguales, y que sus vidas están principalmente determinadas por factores hereditarios y no por su entorno.
Esto puede parecer, por supuesto, "injusto", pero una de las cosas que el Hombre debe reconocer es que en la Naturaleza no hay ninguna concepción de la justicia en el sentido en que normalmente aplicamos aquella palabra. Como seres humanos podemos —y deberíamos— organizar una sociedad construída sobre la justicia legal y social, porque todos los miembros de la sociedad tienen una función útil y pueden por lo tanto reclamar una protección igual conforme a la ley y una seguridad con respecto a la explotación económica. Esto es parte de la seguridad que es necesaria y natural en una sociedad organizada; de hecho, el que hayan querido esta seguridad es parte de la misma razón de por qué los seres humanos se involucraron en el establecimiento de estructuras sociales estables. Sin embargo, no podemos crear la justicia biológica, tal como no podemos crear la igualdad biológica. Desde un punto de vista humano siempre parecerá extremadamente injusto que algunas personas sean atacadas por enfermedades horribles, dolorosas e incurables a temprana edad, mientras que otras pueden disfrutar de buena salud hasta que cumplen cien años, incluso si el que muere a la edad de 25 años tiene mucho mayores talentos mentales y pudiera haber dado a la Humanidad tanto más que el que alcanza la vejez. No importa cómo nos parezca, éste es el modo en que las cosas son —a pesar de todas nuestras habilidades médicas—, y el Hombre debe aprender a aceptar que la Naturaleza no reconoce nuestra concepción de la justicia, y cualquier tentativa de introducir una especie de justicia divina en una vida por venir debe ser rechazada como un intento absurdo de escaparse de la realidad.
En relación a esto, los enemigos del Nacionalsocialismo a menudo afirman que la concepción biológica de la naturaleza humana, que es la base misma del Nacionalsocialismo, es "inmoral". A esto sólo podemos contestar que es la supuesta "ética" de estos opositores la que es inmoral, porque ellos están basados en normas y valores que no están fundados en la Naturaleza. Para los nacionalsocialistas hay sólo una verdad, las Leyes de la Naturaleza, y cualquier cosa que no esté en pleno acuerdo con esta verdad está absolutamente 100% equivocada.
Esto, por supuesto, significa un rechazo total del cristianismo, cuyo dualismo anti-natural es la misma base del código "moral" predominante, incluso donde este código está disfrazado bajo una etiqueta liberal / humanística o marxista. Según el cristianismo, el hombre disfruta de una posición muy especial entre todas las criaturas por tener un alma divina. Esta alma es universal y no biológica. No se diferencia de raza a raza o de individuo a individuo, y no depende de la inteligencia o de ninguna otra cualidad mental o física en el individuo, ni tampoco es hereditaria ni está de ningún otro modo bajo la influencia de la Naturaleza. Es esta alma la que hace a toda la gente igual a los ojos de Dios, independientemente de lo que ellos hagan o sean, mientrascrean en Él. Para el cristiano, hablar acerca del Hombre como un producto de factores biológicos es un "menosprecio". Según el cristianismo, la vida entera del Hombre es una lucha constante entre el alma divina (el espíritu) y la "materia", es decir, entre la Naturaleza, y —a nivel personal— la carne, que representa el Mal y que debe ser derrotada a fin de ganar la vida eterna en un paraíso indeterminado en las nubes. La vida en la Tierra es sólo una preparación para aquella vida venidera, ya en el seno de Abraham o en el Infierno, dependiendo todo de cuán exitosos ellos hayan sido en combatir contra su naturaleza biológica. En sí misma, la vida en la Tierra carece de cualquier valor, y es sólo un valle de lágrimas.
De esta manera, el cristianismo se caracteriza por un bien definido desprecio hacia la vida y la Naturaleza. Es una religión para perdedores y soñadores que no pueden enfrentarse con los desafíos de la vida, sino sólo vegetar, confiando en que "el último será el primero y el primero será el último", según el cristianismo considera a cualquier tonto criminal bueno para nada y mentalmente deficiente como un ser humano más valioso que el ciudadano laborioso y creativo. El cristianismo representa un conjunto de normas y valores que ponen a la virgen por encima de la madre, al monje por encima del padre de familia, y al débil y sufriente por encima del fuerte y victorioso; en realidad, a los muertos por encima de los vivos. Desdeña cualquier placer en la vida y glorifica la auto-tortura y la auto-degradación como indicadores positivos de que el Hombre lucha contra su carne y acepta que él ha nacido como un contenedor de pecados porque él no es todo espíritu.
No importa desde qué ángulo usted lo mire. El cristianismo representa una actitud pervertida y misantrópica frente a la vida que de ninguna manera puede ser tolerada en una sociedad sana. Para decirlo sin rodeos, el cristianismo es una especie de SIDA espiritual que ha destruído nuestra inmunidad natural contra el pensamiento anti-biológico. Es una enfermedad contaminadora de la mente y debe ser combatida con todos los medios.
A diferencia del cristiano, se supone que el nacionalsocialista vive. Se supone que él expande sus capacidades y despliega su personalidad tanto como puede dentro de los límites de su naturaleza biológica, tanto física como espiritualmente. No se supone que él pase la vida de rodillas delante de un dios del Medio Oriente, pidiendo piedad y perdón por el "pecado" de haber nacido en la Naturaleza. Queremos ver gente orgullosa y armoniosa y que tenga confianza en sí misma y en su misión en la vida, no los productos asustados y abatidos de las concepciones misantrópicas como el "pecado original" que sólo deja al Hombre un solo placer en la vida: que "Dios"lo perdonará, si él sólo cree y se arrepiente. Tampoco queremos a las víctimas tímidas y desesperadas de la visión pluralista del mundo con su negación de los valores absolutos. No somos ateos. Creemos realmente en una deidad, pero nuestra deidad es un contraste absoluto con el Yahvé judeo-cristiano. Para el Nacionalsocialismo hay sólo una deidad verdadera: el inescrutable poder creativo que se manifiesta en todas partes en la Naturaleza. Ésa es la deidad a la que rendimos nuestro homenaje mostrando veneración y respeto por la sabiduría de las Leyes de la Naturaleza. Como Nacionalsocialistas no seguimos otra voz que la voz de la Naturaleza y ninguna otra ética que la ética de la Naturaleza, y conocemos sólo un pecado mortal: tratar de rebelarse contra esa ética.
Aunque el Hombre sea parte de la Naturaleza, los nacionalsocialistas están, por supuesto, totalmente conscientes de que éste se diferencia de todos los otros organismos vivos en un aspecto particular: su cerebro único que le permite pensar en términos abstractos. Esta capacidad ha hecho posible para el Hombre evitar o mitigar algo de la crueldad de la Naturaleza bajo la cual otros seres deben sufrir. Nuestro cerebro nos ha permitido curar enfermedades que hubieran sido de otro modo terminales, y encontrar los principios subyacentes para muchas de las Leyes de la Naturaleza, de modo que hemos sido capaces de usar algunos de estos principios para nuestra propia ventaja y —para mejor o para peor— desarrollar la tecnología necesaria para explorar la Tierra y utilizar su riqueza.
Lamentablemente, nuestro cerebro también ha hecho posible para nosotros descuidar conscientemente las Leyes de la Naturaleza cuando encontramos más cómodo tratar de ignorarlas que seguirlas. En una sociedad primitiva usted sentiría pronto las consecuencias de tal transgresión, pero en una sociedad tecnológica altamente desarrollada usted será capaz de sobrevivir a una violación de las Leyes de la Naturaleza por algún tiempo sin sentir las inevitables represalias. Sin embargo, tarde o temprano ellas llegarán con fuerza inexorable y entonces será, si no imposible, al menos muy difícil remediar los errores.
Finalmente, nuestro cerebro único también nos ha dado sentimientos que son difícilmente encontrados en algún animal: el miedo a lo desconocido, la certeza de la muerte, y así también una necesidad desesperada de algo que pueda dar al Hombre un sentimiento de seguridad espiritual y hacerle ver un sentido en la vida más allá de la mera lucha por los bienes materiales. Ésta es la necesidad que está detrás de las religiones, pero a diferencia de ellas, el Nacionalsocialismo se concentra en la satisfacción de estas necesidades en la Tierra. En conexión con esto debería señalarse que ni el cerebro ni los sentimientos son factores aislados y no-biológicos sino una parte inseparable del organismo vivo y, tal como las características físicas del Hombre, así el "espíritu" también está sujeto a las Leyes Naturales en cuanto a la herencia. Como nacionalsocialistas, somos de la firme opinión de que la sociedad en su conjunto debe ser organizada de modo que todos los aspectos de la Ley Natural sean considerados. Por lo tanto, no es suficiente satisfacer las necesidades materiales de la gente estableciendo una vida económica sana. ¡Es también necesario velar para que las necesidades espirituales sean satisfechas también!.
A menudo es afirmado por el enemigo del Hombre que el universo espiritual del Nacionalsocialismo es uno de coerción y manipulación, donde el individuo es privado de su libertad e individualidad sólo para ser hecho parte de una masa irreflexiva. Esto, por supuesto, está lejos de la verdad. De hecho esto se acerca mucho más a una descripción de la Democracia. Son los demócratas los que consideran a la gente como una gran masa gris, donde las diferencias entre los individuos singulares son explicadas como el resultado de influencias ambientales casuales que la sociedad debe "corregir" a fin de "socializar" a la gente en las formas democráticas. El Nacionalsocialismo, por otra parte, respeta al individuo. Sabemos que todos los seres humanos son biológicamente únicos y que ellos tienen talentos y capacidades diferentes. Combinar todos estos talentos individuales dentro del marco de la sociedad es una de las tareas más importantes del Estado Nacionalsocialista. Sólo de esta manera es posible usar la suma total de recursos mentales en un pueblo, tanto para beneficio de los individuos como de la sociedad.
Sin embargo, también sabemos que el genio y el progreso nunca han provenido de la masa sino siempre de individuos singulares y excepcionales, y sólo asegurándole al individuo la oportunidad de encontrarse y de desarrollarse tan libremente como sea posible en una sociedad organizada podemos nosotros hacer avanzar el progreso del Hombre hacia una perfección cada vez mayor. Si queremos solucionar los enormes problemas que el mundo enfrenta después de 45 años de democracia, esto es necesario. Como es obviamente imposible elevar a la gente a un nivel por encima de sus posibilidades innatas de desarrollo, todos los estúpidos intentos de hacer a toda la gente igual en todos los aspectos necesariamente conducen a una unificación en el nivel más bajo, es decir, a la supresión de todos los individuos que se elevan por encima del promedio en inteligencia o de cualquier otro modo. Esta tendencia no es el trabajo del Nacionalsocialismo sino de la Democracia, y esto probablemente no mejorará las condiciones de vida en la Tierra.
Sin embargo, cada tentativa de criar una élite es legítimamente vista como una amenaza contra el fundamento mismo del sistema democrático, donde se cree que cada uno no sólo debería tener iguales derechos legales sino también una influencia igualitaria sobre los asuntos públicos, no importando si se tienen las cualidades necesarias o no. Tal sistema sólo puede conducir a un país hacia el abismo. En un Estado Nacionalsocialista, el liderazgo está conformado por lo mejor de la nación. Sólo ellos serán capaces de solucionar los problemasque surgen, y de afrontar la responsabilidad. Los miembros individuales de una asamblea democrática no pueden ser considerados responsables de sus acciones, porque todas las decisiones son tomadas por medio de un voto y cada uno tiene que inclinarse ante la mayoría, no importa si se está de acuerdo o no. Claramente, esta clase de foro proporciona un amplio espacio para los elementos más depravados de la sociedad. Es irónico que las grandes empresas comerciales gasten cantidades enormes de tiempo y dinero en encontrar y educar a la mejor gente, para lasposiciones principales en la corporación, mientras que cualquier charlatán político sin ninguna educación en absoluto puede convertirse en el Primer Ministro o el Presidente de su país si él sólo tiene las conexiones apropiadas y no muestra demasiada inteligencia, lo que podría indicar que él no puede ser manipulado tan fácilmente por los diversos grupos de presión, lo cual nunca le significaría el logro de ningún apoyo. ¡Esto es patético!.
Esta negación de la individualidad y de las diferencias biológicas entre los seres humanos también ha conducido a una completa represión del concepto de la "higiene genética". Hoy la higiene es sólo algo acerca de lavarse sus manos y cepillarse sus dientes. El hombre realmente conoce el principio de la "higiene genética", sin embargo, y él gasta una cantidad enorme de tiempo y energía en la cría de caballos, vacas, perros, palomas, periquitos, etcétera, todo según los mejores principios genéticos; pero cuando se trata de la reproducción de su propia especie, él abandona totalmente estos principios, como si ellos fueran sólo válidos en el mundo de los animales, y de esta manera contribuye voluntariamente a la degeneración biológica total de la Humanidad.
En el estado natural, cada población está sujeta a la selección biológica, lo que significa que los individuos que están mejor adecuados para una circunstancia dada ascienden a la cumbre de aquella sociedad, mientras que aquellos que no pueden enfrentarse con la vida como tal deben perecer. Ésta es una de las implacables y férreas Leyes de la Naturaleza que el Hombre ha sido capaz de mitigar construyendo sociedades donde hay también espacio y protección para los elementos más débiles de la población, quienes también tienen un papel significativo que jugar en una sociedad desarrollada. Sin embargo, si nosotros cerramos completamente nuestros ojos a la existencia de esta Ley de la Naturaleza, nosotros, también, nos dirigiremos hacia el desastre, ya que no seríamos entonces capaces de asegurar la calidad biológica necesaria en la población para conservar un sistema que sea lo bastante fuerte también para proteger al débil. Si no tenemos en cuenta la realidad biológica de la vida terminaremos en una riña grupal donde los individuos más débiles serán los primeros en perecer.
Así, el Nacionalsocialismo no significará, como a menudo se afirma, que los débiles son abandonados y dejados a su destino. ¡Al contrario! El Nacionalsocialismo es la única garantía que el débil puede tener contra la destrucción cierta. Aquí, sin embargo, debe enfatizarse que la debilidad no es un ideal: ella es algo que debe ser combatido, y esto sólo es posible mediante la higiene genética consiguiente. El Estado Nacionalsocialista ilustrará a la gente sobre los mecanismos biológicos y así se asegurará de que el Hombre recupere sus instintos naturales en este campo, de modo que el Hombre pueda progresar biológicamente. Sólo los tontos pueden creer que el Hombre ha alcanzado ya el punto más alto posible del desarrollo. Sin embargo, a fin de que éste se desarrolle posteriormente, la sociedad debe asegurarse de que las enfermedades y las debilidades no sean perpetuadas por la herencia. ¡La libertad de transferir sufrimientos a sus hijos y de estropear genéticamente a la población es un crimen contra las generaciones venideras!.
Al mismo tiempo la sociedad también debe asegurarse de que haya un ambiente sano, de modo que las enfermedades causadas por influencias externas desaparezcan para siempre. Aquí pensamos no sólo en el entorno social y en las condiciones en los lugares de trabajo sino también en el medioambiente ecológico. En una sociedad nacionalsocialista es completamente inaceptable que la publicidad del lucro y el materialismo avariento permitan aditivos artificiales patógenos en los alimentos y el vestuario, materiales sintéticos malsanos en nuestros hogares y edificios públicos, y la contaminación creciente de la tierra, el aire y el agua, para no mencionar la letal contaminación radiactiva que durará por cientos de miles de años. Todo esto es el resultado lógico de la perversión completa de los verdaderos valores de la vida vista en esta sociedad terminalmente enferma. La higiene genética y el control de la contaminación general son sólo dos aspectos de la misma causa: la preservación de la Naturaleza y del equilibrio ecológico para asegurar el bienestar espiritual y físico continuado del Hombre. Sin un medioambiente sano hasta los mejores genes serán destruídos, y sin una cantidad suficiente de dichos genes, no habrá nadie que pueda crear un medioambiente saludable.
A un entorno bueno también pertenece una familia sana donde los niños puedan crecer en armonía y ser felices; y otro mal del orden actual es que esta clase de familia está siendo destruída por el habitual pensamiento anti-biológico y las tonterías de los "liberadores" de las mujeres. Así como las razas son diferentes, así también lo son los sexos, y la idea de que el hombre y la mujer son biológicamente iguales es una seria amenaza para la supervivencia del Hombre. ¡Las diferencias entre ellos no son el resultado de "roles sexuales" sino de roles biológicos!. No es una coincidencia que sea la mujer la que da a luz a los niños. Ella no es sólo biológicamente apta para esta tarea, sino también mentalmente, y como madre de la nueva generación ella tiene el papel más importante en la sociedad. ¡La idea de que ella debe "realizarse" integrándose a la fuerza laboral y consiguiendo un trabajo en una cadena de montaje, mientras sus hijos son dejados a otros, es criminal!. Las mujeres sólo pueden realizarse dentro de su papel biológico como madres. Sin una madre, la familia se derrumba. Los niños son dejados a sí mismos o a una educación estatal. Cuando ellos llegan a casa, nadie tiene tiempo para ellos. No se les enseña ningún ideal y ellos consiguen a sus ídolos en la televisión, en la mala música y en la literatura aún peor. Ellos viven de comida rápida y caen víctimas de la peor clase de materialismo comercial. Eso si es que la mujer no elige evitar tener algún hijo en absoluto, usando una especie de dispositivo de "control de la natalidad" o abortando si ella se embaraza de todos modos. Por supuesto, las feministas afirman que sería muy natural para el hombre cuidar de los niños y que la mujer vaya a trabajar. El hecho es que si hubiera sido natural, el hombre habría dado a luz, también.
Por el contrario, la biología femenina siempre significará que la mujer está en una posición más débil en el mercado de trabajo porque ella es menos estable que un hombre, para no mencionar los empleos que exigen una cierta fuerza física. No es sorprendente que Elisabeth Badinter, una feminista judía francesa, en un nuevo libro ("L'Un Est l'Autre", El Uno es el Otro, publicado por O. Jacob, París, 1986, y, no sorprendentemente, traducido a prácticamente cada lengua de Europa Occidental) exija que el útero y los ovarios sean¡trasplantados en los varones para asegurar la igualdad!. ¡Una sociedad donde tal libro encuentra lectores está en una fase terminal, en efecto!.
Es parte de la naturaleza biológica del Hombre que él no sea sólo un individuo aislado sino también un ser social, y su instinto social va más allá de la familia nuclear. Desde los tiempos más antiguos los seres humanos han vivido juntos en grupos de modo que ellos pudieran resistir mejor los peligros de su existencia primitiva. Si ellos no hubieran hecho eso, el Hombre difícilmente habría sobrevivido como especie. En otras palabras, la vida en sociedades organizadas es una condición para la existencia del Hombre, y la necesidad de organizar es parte de nuestra naturaleza. Sin una sociedad organizada cada individuo habría tenido bastante con tratar de satisfacer las necesidades diarias. No habría habido ningún excedente para el arte, la ciencia, la educación o ningún servicio de salud. Un alto grado de organización es simplemente la condición previa tanto para el desarrollo cultural como para el tecnológico. Por lo tanto, no es de ninguna manera una coincidencia que las culturas superiores siempre hayan sido creadas por los pueblos con la mejor capacidad para la organización, es decir, los arios.
En cualquier sociedad organizada, sin embargo, es absolutamente necesario que el individuo se adapte a una norma que es compartida con otros miembros de aquella comunidad y que él se abstenga de emplear mal su inteligencia y talentos en una forma que sea dañina para la misma comunidad que ha hecho posible el desarrollo de esos talentos.
Sin embargo, la necesaria lealtad dentro del grupo no puede estar basada sólo en consideraciones materialistas. No es suficiente tener una oficina de bienestar común. Sólo tiene sentido renunciar a algo de la libertad personal en una comunidad con un destino común, compuesta de gente con un trasfondo común, con normas y valores comunes, y con un objetivo común en la vida, gente cuyos antepasados han ganado y defendido el mismo territorio a través de las generaciones, porque ellos querían preservar su carácter lingüístico, cultural y biológico específico.
Es este deseo el que ha producido nuestra cultura en estrecha consonancia con los talentos, concepciones, ideales y valores de nuestro pueblo, con lo que podemos llamar el alma de nuestro pueblo. Otros pueblos tienen otros talentos, concepciones, ideales y valores, y ellos han producido por lo tanto otras culturas. Éstas pueden ser tan "buenas" como las nuestras, pero ellas son ajenas a nosotros, como nuestra cultura es ajena a otros pueblos. Hablar acerca de una venidera y universal "cultura mundial", común a toda la gente, es absurdo. Una "cultura" que no ha surgido naturalmente como el espejo del alma de un pueblo es una negación del sentido mismo de la palabra "cultura", y la Historia muestra muy claramente que cada civilización que ya no ha sido capaz de conservar y posteriormente desarrollar su propia cultura y ha importado por lo tanto y ha integrado cualquier elemento cultural extranjero con el que se ha topado, ha estado permaneciendo directamente ante su inevitable caída.
Una sociedad que consiste en una mezcla arbitraria de razas, religiones y filosofías, muy ciertamente no es una expresión de riqueza espiritual y cultural, como a menudo se afirma hoy. Es una mezcolanza absurda cuya existencia no puede ser justificada por ninguna razón, una indicación cierta de la inminente desintegración de la nación y de la disolución total de todas las normas y valores. Tal sociedad es una parodia degenerada de una verdadera comunidad, y no puede durar, porque la lealtad social entre los diversos grupos que temporalmente resultan vivir en el mismo pedazo de tierra está rota por una lealtad mucho más fuerte —espiritual— hacia ideas religiosas y filosóficas que no tienen su base en la nación misma ni en su historia.
La amenaza más seria para la coherencia de la sociedad es, sin comparación, la mezcla biológica de razas, que siempre ha ido de la mano con la mezcla de culturas, o que incluso ha sido su condición previa. La desintegración de la cultura misma puede ser frenada en cualquier momento, y un pueblo puede encontrar otra vez su camino de regreso hacia sus propias normas culturales y valores, mientras la reserva racial esté intacta. La mezcla de las razas, sin embargo, es irrevocable, y sus consecuencias son incalculables y desastrosas. Es un hecho el que la Naturaleza siempre se ha desarrollado hacia la mayor variación racial. Por medio de la mezcla anti-natural de las razas ahora presenciamos una nivelación de todos los diversos talentos naturales, todos los cuales están determinados por la raza. Donde una raza se ha desarrollado en una dirección particular y ha construído una comunidad y ha creado una cultura basada en las cualidades que ha desarrollado, la mezcla con otras razas significa que después de unas pocas generaciones la descendencia bastarda habrá perdido toda condición para entender lo que sus antepasados han creado.
Desafortunadamente, hay demasiadas oportunidades para estudiar la clase de sociedades que tenemos como una consecuencia de la mezcla de razas. Iberoamérica, India y Egipto son todos ejemplos excelentes, y también lo son Hellas(la civilización griega) y el Imperio romano. Tal como las civilizaciones hindú, persa y egipcia, así también las civilizaciones griega y romana fueron creadas y sostenidas por una minoría inmigrante de raza predominantemente nórdica. Esta minoría altamente desarrollada primero suprimió a la mayoría original y su cultura, pero más tarde ellos sucumbieron lentamente a la superioridad numérica de sus predecesores. Debilitados por innumerables guerras que les habían costado su sangre más valiosa y subvertidos por las ideas asiáticas de un falso humanitarismo, ellos gradualmente otorgaron la ciudadanía a cantidades crecientes de pueblos sometidos, y trajeron nuevos esclavos y peones desde sus colonias en África y Asia, los cuales fueron entonces integrados y adquirieron la ciudadanía en la siguiente generación. Esto ciertamente es un cuadro familiar, ¿verdad?. Y fue esta desintegración de la raza nórdica la que cambió al orgulloso Estado de Hellas en la Grecia y Roma del día actual, o, para decirlo de otro modo: ¡la civilización se convirtió en caos!. En la escuela usted todavía pasa al menos algún tiempo enseñando a los niños sobre las culturas antiguas, pero no se dice una palabra sobre la gente que creó aquellas culturas. No parece desconcertar a nadie que la capacidad de organizar un Estado pueda desaparecer tan completamente. La verdad es que la mayor parte de la gente que se enmascara como "romanos" hoy, racialmente tiene muy poco en común con sus poderosos predecesores. ¡Demasiados de sus antepasados tenían su hogar al Sur del Mediterráneo!.
Cuando se habla acerca de la biología racial hoy, usted pronto enfrenta una serie entera de tabúes. Estudiar la biología racial ha llegado a ser algo malo, es decir, si son las razas humanas las que usted quiere estudiar; y ni siquiera de médicos o supuestos antropólogos puede esperarse que sepan algo en absoluto sobre esta materia. Incluso anhelar tal conocimiento es perjudicial para su carrera, así que ¿para qué preocuparse?. Así, siempre se asevera, con una mueca de desprecio, que no existe ninguna raza Blanca "pura" y que "ario" es un término puramente lingüístico, etcétera, lo cual está todo destinado a demostrar que la ciencia racial es un absurdo. Por supuesto, estos argumentos no están completamente equivocados, pero la conclusión es: Es verdad que ha habido una mezcla de varias razas europeas, pero aquélla fue una mezcla de razas estrechamente relacionadas dentro de la misma raza principal, la llamada Raza Blanca, a la que usted puede muy bien referirse como la Raza aria, ¡mientras usted defina de qué está hablando!. Además, no hay absolutamente ninguna base para afirmar que esta mezcla —que de ninguna manera ha sido completa— ha sido absolutamente una ventaja para los europeos. Probablemente ha sido lo contrario, y no hay absolutamente ninguna buena razón para continuar el proceso de desintegración mediante un mestizaje adicional.
Los ignorantes también afirman que la mezcla de razas es necesaria para evitar "practicar la endogamia". Esto, por supuesto, es un absurdo anti-biológico. La endogamia sólo se refiere a la cría entre individuos estrechamente relacionados, que necesariamente se parecen unos a otros desde un punto de vista biológico. Por medio de la endogamia tenemos una acumulación de los diversos factores genéticos, tanto buenos como malos. Si tanto el padre como la madre llevan los mismos genes, hay una buena posibilidad —o un riesgo— de que la descendencia sumará estos genes, y como prácticamente todos nosotros llevamos genes desafortunados, es obviamente deseable que éstos no sean acumulados. Es aquí sin importancia el que también habrá una acumulación de genes positivos: una alta tendencia a desarrollar enfermedades hereditarias no puede convertirse en algo bueno por otras cualidades positivas. Sin embargo, la endogamia es sólo un peligro en poblaciones muy pequeñas, digamos, en una isla muy pequeña o en las llamadas familias"reales" o "nobles". En una población con millones de individuos esto simplemente no existe en circunstancias normales.
En cualquier caso, la adición de elementos genéticos racialmente ajenos no es una buena manera de evitar la endogamia. Esto sólo conduce a individuos inarmónicos, porque los padres son demasiado diferentes. A esto el ignorante objetaría que parecen conseguirse muy buenos resultados en el mundo animal, y con plantas, cuando se cruzan razas diferentes. Esto es, por supuesto, muy verdadero, pero aquí estamos hablando de cruzas fuertemente controladas donde los científicos han definido de antemano qué cualidades concretas ellos quieren criar. Así, usted selecciona a los padres con aquel objetivo en mente tomando a los individuos que llevan las mejores cualidades que usted quiere cruzar. Cuando usted ha conseguido la descendencia, usted nuevamente elige a los individuos donde usted encuentra la mayor parte de las cualidades que usted quiere. Ellos son usados para una reproducción posterior. El resto es simplemente sacrificado como el desperdicio inevitable. Una crianza continuada con estos últimos individuos daría los resultados opuestos a los que se pretenden. En ningún caso usted permite la cría casual. Si aquello sucede por equivocación —por ejemplo, con perros— ¡usted debe destruír a dicha descendencia!.
Cuán peligroso puede ser el cruzamiento puede ser ilustrado por las llamadas "abejas asesinas". Ellas son el producto artificial de un intento de crear una raza robusta con una capacidad de alto rendimiento. El resultado fueron enjambres agresivos de abejas que no pueden polinizar flores en absoluto. Por accidente, algunas de éstas se escaparon desde un laboratorio y hoy ellas son una amenaza seria en toda Iberoamérica y las partes del Sur de Estados Unidos, en parte porque ellas son muy peligrosas tanto para los animales como para los seres humanos, ya que ellas matan todo lo que se mueve, pero también porque ellas reemplazan a las abejas corrientes, de modo que las plantas no son polinizadas. Éste es un buen ejemplo de a dónde puede conducir la mezcla de razas si falla el necesario control; y luego imagine que la difusión de la mezcla de razas humanas ¡queda totalmente sin ningún control en absoluto!.
No hay probablemente nadie que sugeriría la introducción de los mismos procedimientos para el cruzamiento de razas humanas que los usted ocupa con los animales, aparte del hecho de que esto tiene que ver con factores mucho más complicados que los de los animales. No son cosas tan fácilmente definibles, como la estatura, la calidad de la carne o la capacidad productora de leche las que determinan si los seres humanos pueden hacer frente a las demandas de la sociedad, sino factores como la disposición del carácter, la inteligencia, la creatividad y la armonía interior, cualidades todas que es sabido que sufren enormemente cuando usted mezcla las razas. En relación con esto también vale la pena notar que toda la gente que favorece la mezcla desenfrenada de razas ha dejado completamente de decirnos qué cualidades deseables de los elementos raciales ajenos que se están derramando ahora por el mundo ario podrían probablemente enriquecer a la raza blanca.
De cualquier modo, las actuales tendencias de desintegración en todos los campos de la sociedad no pueden dejar de hacer a la gente insegura e infeliz. Sólo en una comunidad real y armoniosa que consista en gente con el mismo trasfondo cultural, histórico y biológico y con las mismas aspiraciones espirituales para el futuro, puede el individuo encontrar la tranquilidad de ánimo y la seguridad interior que necesita. Sólo aquí puede el ser humano sentir que es una parte natural de un todo mayor, de algo que es más fuerte que el individuo mismo y que seguirá existiendo cuando él ya no esté, como ha existido desde antes que el individuo naciera. Sólo en tal comunidad nacional de destino el Hombre encuentra la vida eterna que siempre ha buscado. En nuestros hijos y en nuestro pueblo viviremos para siempre, pero ésa es la única parte de eternidad que tenemos. ¡Sin aquello bien podríamos nunca haber vivido también!.
Si, por otra parte, el Hombre debe buscar su identidad y su objetivo en la vida fuera de la comunidad nacional, esta comunidad ha perdido su sentido, e inevitablemente se desmoronará como un matrimonio donde los cónyuges tienen solamente la dirección en común.
Éste es un punto de vista nacionalista fundamental.
Sin embargo, la lealtad dentro de un grupo debe ser recíproca. No es sólo el ciudadano el que debe ser leal a la sociedad: es también la sociedad la que debe ser leal con el ciudadano. La lealtad así presupone condiciones sociales justas y un sistema económico donde nadie es explotado y donde cada uno hace todo lo que puede para el bien común, para sostener el orden que salvaguarda los valores comunes, que garantiza la vida y la felicidad de sus ciudadanos, y que da a cada individuo su parte de la vida eterna del pueblo.
Éste es un punto de vista socialista fundamental.
El nacionalismo sin socialismo es absurdo, y viceversa: el socialismo sin una comunidad claramente definida no tiene ningún sentido.
Hoy a menudo se afirma que la actitud nacionalsocialista conduce a la guerra y a tentativas de suprimir a otras naciones. Esto es un completo sinsentido. Justamente lo contrario es verdadero. El respeto por la identidad cultural y biológica de otros pueblos sólo es posible si usted reconoce la existencia y la deseabilidad de las diferencias raciales y culturales; ¡y usted puede difícilmente respetar la identidad de otros pueblos si usted no aprecia la suya propia!. Si usted niega la existencia de diferencias raciales, es completamente obvio que usted tratará constantemente de imponer a otros pueblos lo que usted mismo encuentra mejor, sin ningún respeto por el propio carácter especial de ellos.
La idea desastrosa, compartida por el cristianismo y el marxismo, de que hay sólo una civilización que es correcta para toda la gente, sin tener en cuenta la raza, es la base tanto de los Imperios coloniales europeos del siglo anterior como de los incesantes intentos de hoy de imponer el estéril estilo de vida materialista del mundo industrializado moderno sobre los ingenuos pueblos del Tercer Mundo, que sólo ven el brillo pero no pueden calcular el costo. ¡Esto va a ser su perdición tanto como la nuestra!. La sociedad de consumo simplemente sólo ve mercados y consumidores, y aquí "uniformidad" es la palabra clave. Una clientela uniforme no tiene ninguna demanda especial, y esto hace la producción más simple y más barata, lo que significa una venta más grande y una ganancia mayor. Las particularidades nacionales y los diferentes patrones culturales son aquí un fastidio y son por lo tanto combatidos. Para las industrias y cadenas multinacionales toda la gente es igual, si ellos pueden sólo consumir. Ellas no tienen absolutamente ningún respeto por los valores humanos en absoluto. Ellas los aplastan.
Para el Nacionalsocialismo la diferencia es parte del orden natural, y queremos mantener este orden con todas sus diferencias entre razas, pueblos e individuos. No tenemos absolutamente ningún deseo de hacer que una tribu Negra practique nuestra religión, que coma nuestra comida o que use nuestras leyes. Queremos que otros pueblos encuentren su propio camino hacia el futuro. Por supuesto, deberíamos alegrarnos de cooperar con ellos si es mutuamente beneficioso, pero no los molestaremos. Si ellos no pueden encontrar su camino, es su problema, no nuestro. No buscamos ningún conflicto con nadie; sólo queremos ser dejados en paz. Sin embargo, no somos pacifistas. Sabemos que a veces cada pueblo debe luchar para sobrevivir como nación. Si no lo hace, perecerá, y nosotros no podemos sólo recostarnos y dejar que nuestro propio pueblo sea destruído. Si nuestra existencia es amenazada, debemos defendernos, y sabemos que sólo un nuevo orden mundial nacionalsocialista que consista en naciones independientes con respeto mutuo de unas hacia otras puede asegurar una paz duradera y preservar al mundo del inminente desastre nuclear.
Si el mundo no acepta el Nacionalsocialismo como su única esperanza de un futuro, el hombre enfrentará la destrucción. Ésta será una consecuencia lógica de sus violaciones continuas de las Leyes de la Naturaleza. Sin embargo, no será el final del Universo. Visto desde allí, el planeta Tierra y los seres humanos en él son diminutos y partes totalmente prescindibles de una maquinaria enorme. Si desaparecemos, las diversas civilizaciones de los 10.000 años pasados serán sólo un episodio insignificante en el espacio infinito y eterno, un experimento que salió mal. Incluso después de una guerra nuclear total, todavía existirá probablemente la base para la vida biológica en algunos lugares de la Tierra, y luego comenzará de nuevo el desarrollo hacia formas cada vez más altas. Incluso si la Tierra debería ser totalmente destruída en tal guerra o por alguna otra razón, es más que probable que haya vida en algún sitio en otro planeta en un sistema solar muy distante en algún lugar en el espacio, quizás a quintillones de años-luz de distancia. En cualquier caso, la Naturaleza siempre existirá, también sin la gente. Incluso sin la vida, todavía habrá un orden natural en el Universo. Este Universo no acepta ninguna ley especial para el Hombre, y si él no comprende esto, él habrá merecido su destrucción próxima y nada será capaz de cambiar aquello.
Sin embargo, pensamos que sería una vergüenza permitir que eso suceda. Por eso estamos tratando de hacer que la gente atienda a la razón en esta misma última hora. No tenemos ningún tiempo para perder. ¿Le interesaría unírsenos? No por nosotros, sino por el bien de sus hijos. Por cierto, ésta no es una cuestión de política. Es nuestra misma existencia la que está en juego. ¿Puede usted permitirse gastar más de su tiempo?.–