Encontramos en gnosticliberationfront.com el siguiente breve artículo del escritor estadounidense John Kaminski, sin indicación de fecha. Por un indicio lo datamos como de 2004. Lo hemos puesto en castellano por su interesante planteamiento y por las diversas referencias al lúcido poeta Ezra Pound en cuanto a las verdaderas motivaciones de la Segunda Guerra y de muchas otras.
Por Qué "la Buena Guerra" No Fue tan Buena
por John Kaminski, 2004
Las palabras de un poeta encarcelado largamente olvidado
significan mucho para nosotros ahora.
"Un esclavo es alguien que espera que alguien llegue y lo libere"
(Ezra Pound).
He estado repitiendo un pensamiento importante durante mis comentarios durante los dos años pasados. Es éste: la comprensión de que los ataques trágicos del 11 de Septiembre de 2001 fueron concebidos, tramados y luego encubiertos por los poderes fácticos en Washington D.C. nos provee de una ventana abierta a través de la cual analizar el comportamiento tergiversado de la política exterior estadounidense durante los dos siglos pasados.
Una vez que reconocemos la patología política que nos tiene en su garra, tenemos una posibilidad realista de rehabilitar nuestra sociedad insana. Si no lo hacemos, estamos a punto de convertirnos en peces muertos en una permanente marea roja de diversos venenos.
El examen de esta historia feliz que ha sido falsamente imbuída en nuestras mentes por los sesgados medios corporativos y que ha lavado el cerebro a los planes de estudio escolares, permite una oportunidad significativa para reclamar nuestro país a los violadores corporativos que lo han secuestrado en nombre de la ganancia. Creo que no hay ningún otro modo de purgar a Estados Unidos de su demencia destructiva y de llevar ante los tribunales a los verdaderos ladrones para desconstruír la propaganda patriótica que nos ha conducido a creer que somos una nación noble que está del lado de la verdad y la belleza.
Si pudiéramos hacer esto, podríamos encarar de manera honesta nuestro pasado, y ver la sonrisa del diablo en los detalles agradables de la historia con la que hemos crecido.
El primer obstáculo es lograr que los estadounidenses comprendan el 11-S. Los más inteligentes entre ustedes saben con seguridad que algo huele mal. ¿Por qué otra razón exitirían todos estos encubrimientos inexplicados en nombre de la seguridad nacional, y todas estas preguntas sin contestar sobre qué sucedió realmente? Pero una vez que usted ha dominado las preguntas básicas, usted no puede sino ver la fábula de los secuestradores árabes como una estratagema engañosa para justificar futuras guerras y opresión contra gente de piel morena de quienes queremos robar cosas preciosas.
Sólo entonces, cuando usted comprende en su corazón el nivel de cinismo y de traición necesario para infligir una herida tan penosa sobre sus propios compatriotas, puede usted comenzar a visualizar qué tipo de sociedad animalística encubriría sus políticas de agresión constante y de asesinato de masas con los eufemismos justicieros de pelear por la libertad y la democracia contra temidos malhechores.
Toda la fábula que ahora se ha venido desenredando acerca de las violaciones y los asesinatos de iraquíes encarcelados, nos proporciona una posibilidad clara para ver el verdadero tejido del comportamiento estadounidense, así que perdóneme si me repito de otros ensayos y nuevamente trato de hacerle comprender que estas exhibiciones recientes y retorcidas de sadismo despiadado no son excepciones a la regla del comportamiento estadounidense sino que más bien son la norma. Wounded Knee, Dresden, My Lai, Faluya.
Es sólo por este portal de comprensión y confesión que podemos hacer de Estados Unidos algo que pueda ser realmente apreciado, más bien que lo que es ahora, que es justificadamente condenado por los seres humanos honestos en todas partes.
Al revisar la historia de la participación de EE.UU. en guerras extranjeras a lo largo del siglo XX, observé una serie ininterrumpida de excusas falsas. Usted conoce la lista: Filipinas, Cuba, toda América Central en un tiempo u otro, Corea, Vietnam, Granada, Panamá, Iraq, Afganistán, e Iraq otra vez, usados para justificar la carnicería, todo ello pasado como una defensa de la libertad y la democracia, pero bajo la superficie todo ello construído para mantener la ventaja financiera sobre un determinado producto o un cierto segmento geográfico del mundo. Un pequeño porcentaje de estadounidenses siempre ha sabido que estas participaciones han tenido que ver con la protección del potencial rentable de alguna corporación que ha contribuído fuertemente al hombre que tomó la decisión de ir a disparar a alguna aldea indefensa del Tercer Mundo.
Inicialmente, las únicas dos guerras que no calzaron en este patrón de explotación e invasión fueron los dos grandes Guerras Mundiales. Aquéllas, nos habían enseñado en las escuelas, fueron buenas guerras, en las cuales EE.UU. sacrificó a muchos miles de sus propios ciudadanos y millones de vidas en otros países para defender la "libertad" de los malvados fascistas, de los repugnantes comunistas o de los inescrutables shintoístas.
Aquello siempre me ha molestado. Quiero decir, las cosas tienden a permanecer verdaderas en la forma. Los tigres no cambian sus rayas. ¿Cómo podría ser, pensé un tiempo atrás, que Estados Unidos se hubiera involucrado en todas esas malas guerras, que fueron predicadas sobre mentiras demostrables, y que todavía tenga dos buenas guerras en medio de la cuerda? Razoné que me debe estar faltando algo, y era yo.
Los trozos y los pedazos comenzaron a surgir. La Judea mundial declaró la guerra total contra Alemania a mediados de los años '30. Antes, el Tratado de Versalles, impulsado por el consejero judío del presidente Wilson, Mandell House, puso en desventaja a Alemania con onerosos enredos financieros, todo para garantizar, según algunos historiadores, la inevitabilidad de otra guerra.
Y luego estaba el aparente conocimiento previo del presidente Roosevelt del golpe sobre Pearl Harbor, y su falla en avisarle a las tropas allí, a fin de agravar a la opinión pública estadounidense para lograr su apoyo a la guerra. Y hasta la película "Pearl Harbor"contó el cuento de cómo EE.UU. cortó el suministro de petróleo de Japón para provocar el problema en primer lugar.
Pero la verdadera pieza faltante vino saltando hacia mí hace unos días, cuando alguien me envió una historia acerca del poeta Ezra Pound y de lo que le sucedió durante y después de la Segunda Guerra Mundial. Para aquellos que no saben, Pound, considerado por muchos de aquellos que saben como el mayor poeta del siglo XX, fue detenido por traición debido a las emisiones que él hizo desde Italia durante principios de los años '40, que instaban a Estados Unidos a no involucrarse en la pelea.
La historia era el famoso artículo de 1997 de Michael Collins Piper en Barnes Review(http://www.barnesreview.org/ezrapound.htm).
Lamentablemente, considerando la forma en que las historias tienden a ser escritas (a saber, por los vencedores), lo que Pound hizo y lo que le ocurrió debido a esto es extensamente conocido, mientras que lo que él realmente dijo y que lo metió en tantos problemas no lo es.
Y lo que él dijo resulta ser sorprendentemente apropiado para los acontecimientos horribles que están ocurriendo hoy. Las historias que a usted le han enseñado sobre la Segunda Guerra Mundial se equivocan. Pound pasó 13 años en una institución mental (sin un proceso judicial) por ser correcto.
Considere el modo en que la palabra "nazi"ha sido usada en nuestro lenguaje como un sinónimo de depravación. Después de toda una vida de uso, la connotación negativa es una segunda naturaleza para nosotros. Pero Pound no lo veía de esa forma.
Él creía que los banqueros internacionales estaban en el lado de Estados Unidos, Gran Bretaña y la Unión Soviética, y ellos estuvieron todos dispuestos contra Alemania. Él insistió en que sin las maquinaciones de los bancos y sus cómplices en los medios, no hubiera habido dicha guerra, y ninguna guerra nunca.
Pound vio la tradición nacional estadounidense siendo pervertida por el agresivo nuevo internacionalismo, la creación de los judíos que organizaron el comunismo soviético, que habían tenido durante mucho tiempo el control de los bancos británicos, y que manipularon al presidente estadounidense Roosevelt.
"Algún día el anglosajón puede despertar al hecho de que... las naciones son empujadas hacia las guerras a fin de destruírse a sí mismas, romper sus estructuras, destruír su orden social, destruír sus poblaciones. Y ningún caso más flagrante aparece en la Historia que nuestra propia Guerra Civil estadounidense, dicha ser un récord occidental por el tamaño de los ejércitos empleados y sólo superada por los triunfos más recientes (de la familia bancaria Warburg): la guerra de 1914 y la actual".
Aunque las emisiones de Pound se centraron en mantener a los estadounidenses fuera de la Segunda Guerra Mundial, el tema subyacente de la mayor parte de sus discursos era el dinero. La gente libre tiene que estar en control de su dinero si ellos deben ser realmente libres, enfatizaba Pound. En las cuestiones de usura y el control del dinero y la economía por especiales intereses privados, Pound tronaba: "No hay ninguna libertad sin la libertad económica", dijo. "La libertad que no incluye la libertad con respecto a la deuda es un completo sinsentido".
Pound creía que la usura era la causa de la guerra a través de toda la Historia. "El sistema de la usura no hace a ninguna nación... nada bueno, en absoluto. Es un peligro interno para el que la tenga, y no puede hacer ningún uso de las naciones en el juego de la diplomacia internacional salvo fomentar la lucha entre ellas y usar a las peores como martillos contra las mejores. Es el juego del usurero lanzar al salvaje contra el opositor civilizado. El juego no es bonito, ni es un juego muy seguro. No le da a nadie ningún crédito".
Pound trató de decir a cada uno que la Segunda Guerra Mundial no era un acontecimiento aislado, y en sus palabras podemos escuchar las advertencias que llegan a nosotros ahora en los ecos de Vietnam, Palestina, Afganistán e Iraq.
"Esta guerra no comenzó en 1939. Esto no es un resultado único del infame Tratado de Versalles. Es imposible entenderla sin conocer al menos unos cuantos acontecimientos históricos precedentes, que marcan el ciclo del combate. Ningún hombre puede entenderla sin conocer al menos unos cuantos hechos y su secuencia cronológica".
Y sus palabras de 1942 suenan de manera profética para el futuro de EE.UU. mientras la máquina de guerra estadounidenses retumba alrededor del planeta en 2004 y amenaza a cada nación en la Tierra.
"Esta guerra es parte de la lucha histórica entre el usurero y el resto de la Humanidad: entre el usurero y el campesino, el usurero y el productor, y finalmente entre el usurero y el comerciante, entre la usurocracia y el sistema mercantilista...".
La Segunda Guerra Mundial no fue un acontecimiento aislado. Fue parte de una tendencia deliberada que abarca siglos, insistía Pound.
"La guerra actual", dijo él, "data al menos desde la fundación del Banco de Inglaterra a finales del siglo XVII, 1694-1698. Medio siglo más tarde, la usurocracia de Londres dejó de emitir papel moneda mediante la colonia de Pensilvania, en 1750 d.C.".
Según Pound, fue la emisión de dinero (sobre todo) lo que unió a los Aliados durante la segunda guerra del siglo XX contra Alemania: "El oro. Nada más unía a los tres gobiernos, Inglaterra, Rusia y Estados Unidos. Ése es su interés: el oro, la usura, la deuda, el monopolio, el interés de clase, y posiblemente una grosera indiferencia y un desprecio por la Humanidad".
El verdadero enemigo, dijo Pound, era el capitalismo internacional. Toda la gente en todas partes era víctima: "Ellos están trabajando día y noche, metiendo mano a vuestros bolsillos", dijo él.
Pound dijo: "La usura ha roído Inglaterra desde los días de Elizabeth. Primero fueron las hipotecas, hipotecas sobre las tierras de los condes; usura contra la nobleza feudal. Luego hubo ataques contra las tierras comunales, robo de dinero de los pastizales comunes de las villas. Luego se desarrolló un sistema de usura, un sistema de usura internacional, desde el tiempo de Cromwell, siempre creciente".
Cuando todo fue dicho y hecho, Pound predijo que serían los intereses del gran dinero los que realmente ganarían la guerra, no algún particular Estado-nación, y los fundamentos para futuras guerras serían puestos en el lugar: "Los parásitos nómadas se desplazarían fuera de Londres hacia Manhattan. Y esto será presentado bajo un camuflaje de slogans nacionales. Será representado como una victoria estadounidense. Pero no será una victoria estadounidense. El momento es serio. El momento es también confuso. Es confuso porque hay dos grupos de fenómenos concurrentes, a saber, aquellos relacionados con pelear esta guerra, y aquellos que siembran las semillas para la siguiente".
Estamos claramente en el mismo punto hoy.
Pound dijo que uno de los motivos principales de la Segunda Guerra Mundial fue la manipulación de la prensa, en particular en Estados Unidos: "Yo naturalmente desconfío de los periódicos de noticias de Estados Unidos", declaró él. "Ando a tientas entre la masa de mentiras, sabiendo que la mayor parte de las fuentes son totalmente poco fiables".
Y ahora. La misma historia, en un día diferente. Pound trató de advertirnos, hace más de 60 años, pero lo arrojamos en un manicomio insano durante 13 años, al mejor poeta del siglo XX, dada su recompensa por el país que él amó, por decir lo que pensaba en la tierra de la Libertad de Expresión.
Un presagio quizá de las nuevas leyes del Department of Homeland Security que ignoran a todos los poetas y decidores de la verdad y que nos mantienen de manera segura en el camino hacia la guerra para beneficio de unos pocos preciosos patológicos.
Ahora la población entera del planeta está a punto de ser consignada a un insano manicomio capitalista mundial, en el cual el amor y el honor son simplemente interesantes estrategias publicitarias útiles para la venta de bienes de consumo, y la lealtad y el patriotismo meros cuentos de hadas al momento del contrato, a ser vendidos por todos al mejor postor en procura de robar partes del mundo desde alguien más.
Ahora como entonces, el futuro del mundo descansa sobre aquellos que tienen oídos para oír.–